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Hacia el Euro
Los países que abandonan sus monedas nacionales no podrán ganar competitividad a través de su política monetaria. La única manera que tendrán de competir será reduciendo sus incrementos salariales y sus gastos sociales.
Ante la proximidad de la implantación
del euro arrecia el coro de los panegiristas de las maravillas
que la misma llevará consigo. Sin embargo, por gregarismo
político, por inercia o por puro pasotismo no se levantan voces
discordantes en una cuestión tan grave y no se habla de los
peligros del euro que son potencialmente graves.
Uno de ellos, que casi los refunde, es que en esta "Unión
Europea" la dimensión social brilla por su ausencia y se
contempla solo la económica. Y ello no puede favorecer el bien
común.
En la Universidad Menéndez Pelayo decía este verano, nada menos
que el presidente del FMI, Camdessus, que "hay que adaptar
reformas estructurales en el mercado de trabajo. Si no se hace se
puede terminar pagando con una gran destrucción de empleo".
El presidente del Bundesbank, Tiet Meyer, decía en Junio pasado:
"Los países que abandonan sus monedas nacionales no podrán
ganar competitividad a través de su política monetaria. La
única manera que tendrán de competir será reduciendo sus
incrementos salariales y sus gastos sociales. Y el propio Banco
de España en el reciente libro "La Unión Monetaria
Europea. Cuestiones fundamentales" considera indispensable
la flexibilidad salarial y del mercado del trabajo, algo que ya
sabemos que significa: el que van a pagar los más débiles, como
siempre. El hombre al servicio de la economía y no la economía
al servicio del hombre como debe ser. Se añade en dicho libro
que si no se adoptan tales medidas los problemas de
competitividad podrían tener un impacto muy dañino sobre la
actividad económica y sobre el empleo. Y todo ello agravado por
la ausencia de una política fiscal centralizada a nivel europeo
que permita mediante su capacidad redistributiva atenuar las
perturbaciones que afecten a algunas zonas, regiones y países y
termina diciendo que hacer coincidir un política monetaria
única con políticas fiscales descentralizadas es una
experiencia sin precedentes históricos
En definitiva el actual proyecto del euro conduce al
hiperliberalismo puro y duro y a la competitividad como valor
supremo, que jamás podrán admitir quienes consideren que el
trabajo no es una mercancía más ni el trabajador una máquina,
número en una fría estadística.
¿Qué dirán los políticos si se entra, como consecuencia de
esto en una turbulencia social peligrosa? ¿por qué tanto
entusiasmo incondicional y tanto espejismo irresponsable? ¿cómo
es que ni los partidos de oposición ni los sindicatos advierten
a la sociedad contra tanto optimismo?
La prudencia política y un mínimo respeto a los ciudadanos
habría aconsejado una información responsable, matizada,
completa y contradictoria sobre este tema e incluso un
referéndum, pero solo campea el triunfalismo que puede acabar en
un batacazo de grandes y negativas consecuencias.
Además las naciones occidentales, sumidas en un proceso de
degradación moral, enfermas por las drogas, atemorizadas por la
delincuencia y corroidas por la corrupción, imbuidas de una
filosofía hedonista, con un constante crecimiento de grupos
empobrecidos, con las masas famélicas del Tercer Mundo llamando
a la puerta y con una dependencia energética que puede originar
sobresaltos, están en una crisis profunda. Con tales
circunstancias los experimentos económicos y los saltos en el
vacío pueden resultar peligrosos.
Samuel Clua Palau *
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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