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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Carta a un periodista

Sr. periodista no le pido a usted que sea creyente, sino que sea buen periodista : es decir, que trate los temas de los que hable con objetividad, con serenidad y con respeto hacia los demás que no piensan como usted.

Con el respeto que impone la profesión de periodista, respetable y admirable cuando sirve a la difusión de la verdad, y en aras a conseguir ayudarle en el ejercicio de la transmisión objetiva de información y de opiniones me atrevo a dirigirle unas letras.

Me impresionan profundamente algunos artículos que reflejan un enorme desasosiego interior y una gran confusión sobre el hecho religioso.

Algunos buenos periodistas, como usted, tienen plumas excepcionales y capacidades sintetizadoras, narrativas y de comunicación admirables, virtudes todas ellas que se difuminan y pierden todo su valor al entreverarse con el fanatismo y desconocimiento que se trasluce en los contenidos de sus artículos sobre la religión católica y sus valores.

Sobre la base de aquella expresión de Cámara, "siempre que me contradices amablemente, me enriqueces", me veo obligado a decirle lo siguiente: No es bueno para usted que trate el hecho religioso en general y las manifestaciones religiosas, sobre todo las multitudinarias que tienen como eje al Papa, del modo que se hace generalmente.

No me parece juzgar temerariamente el trasfondo y el contenido de muchos artículos, al manifestar que tratan de ridiculizar al Sumo Pontífice y frivolizar con los que siguen su doctrina y se congregan con El.

Todo ello es consecuencia de considerar que la religión tiene como objetivo sembrar la desdicha.

Sr. periodista no le pido a usted que sea creyente, sino que sea buen periodista : es decir, que trate los temas de los que hable con objetividad, con serenidad y con respeto hacia los demás que no piensan como usted.

Ante el hombre contemporáneo se abren distintas instancias para cultivarse. Para desarrollarse : puede haber quienes vivan desde el estricto Racionalismo, o desde el Cientifismo o desde los consejos de la echadoras de cartas o desde la pura animalidad. Puede haber igualmente, sin embargo, quienes prefieran, sin rechazar la razón, sin negar que tienen sentimientos, sin menospreciar la Ciencia, sin desconocer las consecuencias practicas de su parte de naturaleza animal, vivir desde la Fe.

Usted puede rechazar, personalmente, la presencia de la Religión como dimensión fundamental de su existencia humana, pero debe admitir el hecho histórico universal de la Religión y el hecho contemporáneo mayoritario de que haya hombres que reconozcan la existencia de Dios y que quieran establecer una conexión con El.

Admitida la existencia del hecho religioso en la vida personal y colectiva del hombre -sólo le pido Sr. periodista- que se acerque a él sin prejuicios, con objetividad ; lo que implica que ponerse un poco en el lugar del otro. Y que conste que bajo ningún concepto le ruego que mida con criterio transcendente algo que efectivamente -lo quiera o no- tiene carácter sobrenatural: pero si que valore aquello sobre lo que escribe con la ecuanimidad que le exige su condición de periodista.

Si usted se acerca a la Iglesia, al Papa, a los creyentes, con criterios de racionalidad entenderá sus manifestaciones como algo profundo que invita a la reflexión, a preguntarse cosas, a bucear en el interior de la vida personal de cada uno, a intentar encontrar la Verdad... Y si uno por mucho que intente ser objetivo sincero, no alcanza a ver en ello nada más que un hecho curioso lo mejor que puede hacer es callarse y respetar en silencio, por desconocido la extraordinaria capacidad de un fenómeno que transciende todas las épocas y culturas.

Iquerise *


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