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Bélgica, una dualidad marcada por una única fe Indice de Revistas El poder, recurso coercitivo

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Rubén Darío, precursor

¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire,
mientras la onda cordial aliente un sueño,
mientras haya una viva pasión, un noble empeño,
un buscado imposible, una imposible hazaña,
una América oculta que hallar, vivirá España!

Como prueban los escritos de Oliver, antes que Monseñor Vizcarra, antes que Maeztu, que Unamuno o García Morente, quién buscó la Hispanidad, la unidad de unos pueblos que hablan la misma lengua, que tienen la misma herencia histórica y poseen una misma configuración espiritual, fue Rubén Darío como autor de Cantos de Vida y Esperanza. Para Oliver, que además también los analiza en su vertiente literaria y poética, éstos debieran ser uno de los libros de cabecera de cada hispano, los de aquende y los de allende, los de la península y los de Oceanía, los africanos y los americanos, incluidos los brasileños y portugueses, como consideraba Camoens.

"Todo hombre hispano sentirá al leerlos (los Cantos) el alto destino de su sangre y de su verbo. Se sentirá a un tiempo leve rama, honda raíz y tronco corpulento del mismo árbol generoso."

En la obra de Rubén podemos encontrar la evocación clásica; la exaltación hispánica; el canto del amor ; el retrato psíquico; el sentir religioso y la interrogante filosófica. Todo relacionado con el alma colectiva de la Españas, también las de ultramar.

Rubén, frente al pesimismo de los noventayochistas peninsulares, ve que hay una verdadera, aunque momentáneamente inaccesible e inasequible, unión espiritual de los pueblos hispanos, un misterio vital para unos pueblos tan distantes.

Cuando el desastre, del que ahora celebraremos su centenario, hace cundir en las generaciones intelectuales el desaliento y la tristeza y éstos los transmiten al corazón del pueblo, Rubén alza el estandarte del entusiasmo y enarbola la fe en el futuro con optimismo: El optimista es el conocedor de lo óptimo, de lo mejor, y lo mejor, lo óptimo para América y España, es la unión de tantos vigores dispersos.

Rubén, frente al imperialismo estadounidense, que conlleva la expansión del "american way of life", de la cosmovisión anglosajona y protestante, hace una defensa sagrada de la "hispanitas". Así lo muestra en su Oda a Roosevelt, que a pesar de todas las vicisitudes históricas no ha perdido actualidad, donde denuncia que bajo el pretexto del panamericanismo se inculca un sentimiento antiespañol y anticatólico. Rubén, incluso en poemas donde aparentemente no hay alusiones hispánicas como en Spes, refleja la Cristianita, esencial a lo hispánico.

Gran parte de la obra de Rubén trata temas relacionados con España o sus hijos, y este conjunto de temas hispánicos es uno de los más bellos ofrecido hasta hoy por poeta alguno. Su lectura, como propone Oliver, no debe ser olvidada por nosotros, porque allí se cantan nuestras glorias con nobilísima voz. Que esas glorias las cante un español, nada tiene de extraordinario; pero que las cante un hispanoamericano que ya ha conseguido la independencia política es lo conmovedor y viene a decirnos que al conquistar Hispanoamérica su independencia, algo ha perdido, sin embargo; un algo a lo que ese hombre se tiene que religar.

Iñigo Yañez de Oñaz *


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