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Culto y ética islámicos: Los Cinco Pilares.
La fe exige obras. En el islam, eso es "obedecer" a Dios, cumplir su voluntad. Lo que el islam denomina actos de culto, o de adoraciòn, "ibadat", es la puesta en escena de la relación del servidor-adorador, "`abd", con su Señor, aun cuando algunas acciones, como la limosna, parezcan orientarse ante todo hacia el hombre. Si se le pregunta a un musulmán en Ramadán: "¿por qué ayunas?", normalmente responderá: "porque Dios lo ha ordenado". Después vendrán otras justificaciones. Dios no se contenta con vincular la fe a las obras, sino que el Corán suele concretar cuáles son éstas. Los "hadiths", palabras del Profeta, serán un complemento, y el "fiqh", algo así como nuestro derecho canónico, reglamentará los detalles.
Los cinco pilares; deberes religiosos del musulmán.
Los deberes religiosos son el núcleo de la ley coránica. Son;
confesión de fe, oración, ayuno, limosna y peregrinación a La
Meca.
1)
"shahada", La Confesión de Fe:
A la revelación divina el hombre responde con la fe en Dios y en
el mensaje divino, así como con la proclamación de esa fe.
La fe es la actitud fundamental del musulmán. El Corán
recomienda tres vías para un hallazgo más fácil de la fe.
Una de ellas es la consideración del presente, de la vida del
hombre en su entorno; a través de los signos de la creación esa
vía conduce a la fe en el creador (43,3-5), que sostiene y cuida
de su creación, conduce y dirige al hombre, recompensándole por
su fe y castigándole por su obstinación.
La vía segunda para la fe discurre a través de los testimonios
del pasado y el recuerdo del destino de las generaciones
precedentes de incrédulos, cuya memoria ha borrado Dios,
mientras que su pesado castigo aún puede reconocerse claramente
en las huellas que dejaron. (40,21)
La tercera vía se remite al cumplimiento de las amenazas y
promesas de Dios en el futuro. Sólo que entonces será demasiado
tarde para los incrédulos (10,102)
La fe es el eje del islam, condicionando todo lo demás y dando a
las obras de los hombres su verdadero valor. La incredulidad
despoja a las buenas obras de su verdadero valor.(7,147)
La apostasía de la fe es para el Corán el pecado más grave. En
frases agitadas el profeta estigmatiza a quienes dejan de creer
después de su profesión de fe, condenando a quienes mueran sin
arrepentirse (3,86-91). La tradición prescribe la pena de muerte
para el apóstata, aunque los estados islámicos no refrendan, en
general, dicha pena. La presión social suele ser más eficaz que
el derecho penal de la "sharia". En algunos países es
común la impunidad para el "ejecutor" privado, pero no
es normal la acción de verdugo público.
La "shahada" es un testimonio en favor de la verdad de
Dios;"¡sí, lo atestiguamos!" (7,172). El musulmán
renueva cotidianamente el testimonio de la unicidad de Dios.
Además, cree en los ángeles, los profetas, las Sagradas
Escrituras, el juicio final y la dirección de la vida humana por
parte de Dios.
La pronunciación de la fórmula-testimonio es el deber primero y
capital de los musulmanes. Recordemos que esa profesiòn de fe,
hecha oficialmente, es la que incorpora a la comunidad musulmana,
no, como se cree frcuentemente, la circuncisión, comparada a
veces con el bautismo, que no es más que un rito social, no
coránico. Lo que equivale al bautismo, sacramentalidad aparte,
es la profesión de fe.
Esta profesión de fe ha asumido muchas formas en la historia,
desde el testimonio heroico a la coacción. El Corán prevee
excepciones (2,178;16,105) de ocultación de la fe
"taquiyya", manteniéndola en el corazón. Los chiitas,
con tradición de perseguidos, hacen de ella un principio de
licitud de ocultación. Nuestros moriscos la practicaron.
No entraremos en la prolija división de escuelas jurídicas
acerca de la relación fe-pecado, ya mencionadas en cuanto al
juicio final. Baste decir que los sunnitas, mayoritarios, opinan
que el pecado no anula la fe, en virtud de (10,109), lo que,
aplicado a los gobernantes, beneficia a los poderosos corruptos,
con los que "hay que tener paciencia", por eso a los
defensores de esta tesis se les llama "murdijia",
retardadores. De aceptarse la pérdida de la fe del soberano , la
rebelión es obligada.
Los moderados muztailíes creen que toda mala obra disminuye la
sustancia de la fe en el hombre, y la incrementa toda buena.
El testimonio de fe se manifiesta hoy con vigor a través del
llamado "despertar islámico", expresión que abarca
fenómenos distintos, desde la conversión a una fe más honda y
el retorno al culto, hasta manifestaciones de agresividad.
Es preferible quizá el término "testimonio" al de
"diálogo", que tiene un cierto tufillo a intercambio
verbal, cara a cara, cuando lo que tenemos que hacer es caminar
juntos en el mismo sentido, en dirección al mundo que nos
interpela, y actuar en su servicio. El testimonio está
igualmente arraigado en le teología cristiana, la de San Juan,
por ejemplo, que en la musulmana. No es casual que ambas
religiones empleen la misma palabra para el testimonio supremo,
el que exige entregar la vida; el mártir, "chachid",
plural "chuchada`".
Testimonio no es tanto "palabra hablada" como
"palabra de vida". Una vida conforme al Evangelio o al
Corán, es la ùnica cuestión verdaderamente importante que debe
plantearse en su fidelidad a aquel. "Dispuestos siempre a
dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida una
explicación" (1P.3,15). Se anuncia a Cristo viviendo de
él, más que hablando de él. El resto no depende de nosotros,
sino del Espíritu de verdad. El Espíritu no violenta a nadie,
sino que respeta las circunstancias de cada cual. La voluntad
revelada del Padre es, como creemos firmemente, la de recapitular
todas las cosas en Cristo glorioso, ello se manifestará al final
de los tiempos, y se va haciendo realidad ya, misteriosamente, en
el corazón de cada uno. El encuentro o entendimiento, mejor que
diàlogo, entre cristianos y muslines es testimonio recíproco y
búsqueda común de la voluntad de Dios respecto a cada uno de
nosotros.
Al tipo de misión llamada "catecumenal," cuyo modelo
es S. Pablo, el Nuevo Testamento suma diversos tipos de anuncio.
Quienes, cristianos, viven en un entorno musulmán, saben por
experiencia que lo único elocuente es el testimonio de vida. El
entonces cardenal Wojtyla afirmaba en 1974, en su informe
doctrinal al Sínodo sobre la Evangelización, que la misión de
la Iglesia es siempre la misma, en todo tiempo y lugar, consiste
en anunciar la Buena Nueva de Jesucristo. Pero se realiza de
manera diferente- de manera "analógica" decía él-,
según los diversos contextos de vida de la Iglesia: "Aun
permaneciendo esencialmente idéntico, el concepto de
evangelización ha de aplicarse de diferentes maneras en las
iglesias de misión que en las de tradición multisecular, en las
relaciones con los hermanos separados que en las relaciones con
los no creyentes....."
2) La Oración:
El islam conoce dos tipos de oración, la ritual,(salat), y la
privada,(du_a`). La oración manifiesta el reconocimiento de la
soberanía de Dios y la entrega del hombre a su voluntad.
Todos los musulmanes adultos, hombres y mujeres, están obligados
a cumplir la oración conforme está ordenada. Los niños son
instruidos a partir de los siete años. El muecín llama a los
creyentes a la oración cinco veces al día. Es un requisito la
pureza ritual mediante abluciones. Hay otras prescripciones
formales, de vestido, lugar etc pero no interesan aquí.
La oración comunitaria propiamente dicha tiene lugar en la
mezquita una vez por semana, a mediodía del viernes, e incluye
predicación, plegaria común y particular, presidiendo el imàn
entre los sunnitas. Este puede ser funcionario o un "hombre
sabio". Es obligatoria para todo varón adulto, y viene a
equivaler, social y preceptívamente, a nuestra misa dominical.
La oración es el acto esencial del culto musulmán. Quien va a
orar comienza por orientarse a La Meca, indicada por un nicho en
la Mezquita,"mihrab", o por el sol. La primera sura del
Corán, la "Fatiha", de uso frecuente, correspondería
en cierto modo a la preminencia cualitativa y cuantitativa de
nuestro Padrenuestro.
Si la oración legal aparta al hombre del mal (29,45), la
oración íntima "encuentra acogida en Dios"(2,186).
Existen diversas oraciones individuales, entre ellas el rosario
de los "bellísimos nombres de Dios", y diversas
jaculatorias como "Al-hamdu lillah", (Dios lo quiere),
o "Inch`Allah", (Dios es admirable).
Aunque el Corán y el fiqh, reglamentación posterior, han
multiplicado los requisitos y detalles, desde siempre se ha dado
gran importancia al sentido espiritual de la oración.
Esencialmente es un acto de alabanza a Dios, como El ha pedido.
Es acciòn de gracias por los bienes, y sùplica por otros. Exige
atención de corazón, humildad y purificaciòn de las pasiones,
tan apropiadamente simbolizados mediante la gran postración. Los
autores místicos ven en la repetición de la oración ritual la
preparación de todo el ser, cuerpo y alma, hacia la única
"alquibla"(dirección), Dios.
3) El ayuno:
Se regula en la sura 2,183 ss. Todo musulmán adulto y sano debe
ayunar. Quien deja de hacerlo sin motivo razonable està obligado
a una acción sustitutoria, como alimentar a pobres (2, 184)
El Ramadán consiste en abstenerse, de sol a sol, de comer,
beber, fumar, perfumarse y tener relación sexual. Estàn
previstas numerosas excepciones, más amplias de lo que suele
creerse. Se recuerda que en el mes de Ramadán descendió el
Corán (2,185). El tiempo de ayuno tiene, como para judios y
cristianos, un caracter penitencial, la predicación en ese mes
procura mover a la conversión, instando a los creyentes a la
solidaridad. La alegría del mensaje se expresa en el gozo al
anochecer. El ayuno refuerza la vida moral de los creyentes y da
ocasión de reconciliarse. Expía los pecados, incluso con
antelación hasta el próximo mes penitencial.
El éxito público del ayuno puede paralizar la eficacia
económica de muchos servicios. Algunos sectores proponen una
atemperación con base religiosa. Todo el mundo supone el duro
esfuerzo que exige a los musulmanes, sobre todo cuando, por
seguir el año lunar, el Ramadàn cae en verano, con los días
más largos. Sin embargo es observado con sinceridad y alegría,
o mediante presión social o legal en otros casos.
El Ramadán es un mes de fiesta continua: al anochecer se
desquita la privaciòn del dìa. Se visita a parientes y amigos
se acude a los cafés. Observar el Ramadán es reencontrarse, al
menos una vez al año, con su propia identidad fundamental. Se
robustece la solidaridad en cuanto los ricos invitan a los
pobres, y en cuanto cientos de millones de creyentes ayunan
juntos sobre la tierra.
El ayuno no es más que un aspecto del Ramadán, el de la
privación. Los estudiosos han sabido apreciar los valores
espirituales del "mes bendito". La privación material
es un apoyo para frenar las malas pasiones. El rico siente hambre
como la siente el pobre, que debe tener parte en la mesa de los
ricos.
Debe ser un mes de recogimiento y oración, con oraciones
suplementarias. En el fondo, el verdadero ayuno consiste el
vaciarse de sí mismo y descubrirse pobre (faqir, en àrabe; en
persa, derviche), término que dió nombre a un movimiento
mendicante y que se generalizó inexactamente( ). Son bastante
semejantes los valores de la Cuaresma cristiana, pero la
exigencia material es menor en nuestro caso.
No es sólo una consideración piadosa el que los cristianos
seamos sensibles al esfuerzo duro que realizan los musulmanes que
desean obedecer el mandato de Dios. Algunos cristianos muy
integrados en medios musulmanes participan con sus amigos en el
ayuno. Es un testimonio, de solidaridad y un esfuerzo bien
intencionado de agradar a Dios.
El ayuno recuerda al cristiano la necesidad de dominar los
apetitios del cuerpo y del alma. El Evangelio invita a la
penitencia con el ejemplo del mismo Cristo, pero es cierto que
Cristo nos invita a vivir del Espíritu y no de la letra; e
igualmente cierto que la Iglesia ha mitigado la mortificación
corporal hasta hacerla algo casi simbólico. En materia de ayuno,
existe un doble riesgo: o centrarse en la observancia de las
normas de mortificación con la correspondiente buena conciencia
del deber materialmente cumplido, o centrarse en el espíritu,
pertrechándose de justificaciones para no hacer nada. Si los
musulmanes pueden inspirarse en la cuaresma cristiana para
mitigar las normas del ayuno, difícilmente conciliables con la
vida moderna, al mismo tiempo que refuerzan el espíritu del
Ramadán, a los cristianos, no sólo a los que viven en países
musulmanes, puede servirnos de estímulo el ayuno de los
musulmanes para recordar que también el cuerpo debe ayunar,
aunque la Iglesia, hoy, apenas obligue.
4) La limosna.
El Corán conoce dos tipos de donativo: la limosna y el impuesto
legal de beneficencia (zakat). Repetidas veces pone de relieve el
deber (9,60), de repartir las riquezas que Dios ha otorgado y el
deber de practicar la beneficiencia. La alegría de dar merece al
creyente la benevolencia de Alà (64,17) . Una buena limosna es
aquella que se hace abierta o secretamente por amor de Dios, y no
por hipocresía entre hombres. Está intimamente ligada a la
oración, como demuestra la sura 107, que considera como indicio
de una oración hipócrita el negarse a esta ayuda al prójimo.
No hay que ser ni pródigo ni mezquino, sino que ha de mantenerse
el justo medio.
Los donativos sirven para promocionar las instituciones de la
comunidad que protegen a los débiles.Los impuestos legales
contribuyen al sostenimiento financiero de estado islámico. Lo
normal es el diezmo en el sector primario y mayores porcentaje en
el tráfico de lujo. Esta obligación es utilizada a menudo para
la financiación misional religiosa, pero tiene un componente
importantísimo de solidaridad social interna.
La palabra limosna tiene cierto sentido peyorativo entre
nosotros, pero no entre los musulmanes. Representa la solicitud
por el pobre en todas sus dimensiones. El Corán comienza con una
acuciante exigencia de respetar los derechos del pobre, que es
todo aquel que necesita ser socorrido; la viuda, el huérfano, el
viajero, el esclavo...(al-mustad`afun), los desheredados. Los
chiitas han contribuido a familiarizarnos con el término, al dar
un fuerte matiz social a su llamada Revolución Islamica.
Se advierte una evolución: al principio, se trataba de una
aportación voluntaria de los poderosos, directamente a los
indigentes o a un fondo común. Luego la zakat pasó a ser un
impuesto legal del Estado. La palabra zakat ha quedado reducida a
su sentido fiscal, salvo la contribución anual de fin del
Ramadán, que fija el gran mufti de cada país. Por eso la"
sadaqa", limosna voluntaria, se da con gusto, a unos
mendigos muy conscientes de su derecho a que "el dinero pase
de Su servidor a Su servidor, pues todo viene de El". Los
ideólogos encuentran fácilmente en la zakat la raíz del
"socialismo musulmán"?
Como con Mateo (25,31-46), en el islam, dar de comer al
hambriento, vestir al desnudo...es socorrer al mismo Dios. La
limosna perdona los pecados y asegura el paraiso.
El sentido del pobre es fundamental, tanto en el islam como en el
cristianismo. Es verdad que en el Corán no aparece la
bienaventuranza del "pobre según el espíritu", con su
forma evangélica intencionadamente paradójica y provocativa. En
el Corán, y especialmente en la espiritualidad y mística
musulmanas, la pobreza espiritual se denomina
"indigencia"(faqr), vacío en el hombre, cuyas
necesidades sólo Dios puede colmar, pues sólo él es rico
(ghani), en el sentido de único autosuficiente. Es aquí donde
se sitúa la diferencia entre los sentidos cristiano y musulmán
del pobre. Al mencionar el hadith paralelo a Mateo 25, vemos que
concluye cada frase "si hubieras dado de comer al
hambriento...", con un "Me habrías encontrado en su
casa", mientras el Evangelio remata las mismas frases con un
"A mí me lo hicisteis". Aquí creemos ver la huella de
la Encarnación, mientras en el concepto musulmán hay un cierto
distanciamiento.
En cualquier caso, es obvio que el sentido del pobre, en su
dimensión moderna de la justicia social, constituye uno de los
ejes principales, no sólo del "diálogo"
islamo-cristiano, sino de la colaboración fraterna en el
servicio a la humanidad actual. El Vaticano II apela
explícitamente a ello( ). A veces, la acción une lo que las
palabras separan.
5) La
peregrinación:
En la antigua Arabia, los politeistas visitaban el santuario de
la Kaaba, en La Meca, dos veces al año.
En primavera realizaban la pequeña peregrinación, (`umra), y en
otoño la gran peregrinación (hajj), con prolongados ritos.
Mahoma, que hizo la peregrinación modelo en 632, las integrará.
La primera es una obra piadosa, la segunda es la obligada, y debe
realizarse en el mes de hadjj, dos lunas después del Ramadán.
El Corán atribuye el santuario a Abraham e Ismael. Es inútil
buscar en la Biblia esa estancia, lo más aproximado es el
episodio de Agar, expulsada al desierto con su hijo Ismael. Los
musulmanes peregrinan a La Meca, al lugar en que surgió el
islam, una vez en la vida ,(3,96-97), si es posible.
El territorio de La Meca y Medina es "haram", prohibido
a los no-musulmanes. El musulmán que penetra en él se pone en
estado de"ihram", (tocado de su santidad). Con una
serie de ritos de consagración, vestido etc, el peregrino debe
besar la piedra negra, empotrada en la Kaaba, dar siete vueltas y
hacer siete veces la distancias entre dos colinas cercanas.
Despuès de escuchar al imán se encamina al monte Arafat, en
Minà lapida simbólicamente a Satàn y como colofón se
sacrifican animales en recuerdo del sacrificio de Abraham. Como
ejercicio de piedad privada se puede beber en el pozo de Zamzam.
Luego se pasan un par de dias de fiesta en la ciudad de Minà. En
el viaje de regreso se puede, visitar la tumba del profeta en
Medina, y Jerusalem, si es posible, con sus mezquitas de la Roca
y al-Aqsá.
La importancia religiosa de la peregrinación es la experiencia
de entrega a Dios sin reservas. Allí se vive lo que significa
enteramente el islam, expresándose con la frase
repetida;"Aquí estoy, Señor" (labbayka). La
peregrinación es una magnífica expresión de la fe y de la
sumisión obediente a Dios. El peregrino entra en estrecha unión
con Dios y gozará de tal modo de su favor que se atribuye a
Mahoma la expresión: "Solicita la intercesión del
peregrino, pues su pecado ha sido perdonado y aceptada su
intervención". Hay una similar tradición, entre peregrinos
y romeros, jacobea y jerosimilitana .
En el viaje del hadjj se pone de relieve la solidaridad del mundo
islàmico y la igualdad de todos los hombres en la misma fe. El
ritual no permite diferencia alguna por clase , raza,
país...Todos los creyentes viven su igualdad delante de Dios y
todos se sienten solidarios. Esta experiencia de solidaridad
universal también se hace sentir en las relaciones políticas
entre los estados islámicos, consolidando su conexión frente al
resto del mundo.
La peregrinación congrega a un número creciente de creyentes,
entre dos y tres millones, con inmensos problemas para las
autoridades de Arabia Saudí, por la aglomeración.
Las muertes no son raras, por la elevada edad de algunos
peregrinos. Se considera una bendición morir en la
peregrinación. Además, hay otro motivo para retrasar la
peregrinación a la tercera edad, borra todos los pecados.
A pesar de la prueba física que supone, el sueño de todo
musulmàn es realizar el hajj, y las familias se ayudan
mutuamente a realizar el gasto.
De regreso, el peregrino es recibido con solemnidad, se le
festeja porque se ha convertido en un "hadj", tìtulo
que conservarà siempre. De los relatos de los peregrinos se
perciben las emociones de la unidad y la diversidad de la
comunidad musulmana, de la solidaridad citada. Pero también una
auténtica experiencia espiritual, que puede llevar a
"conversiones" espectaculares y definitivas. Se viven
los ritos. En la lapidaciòn en Miná, al arrojar los pecados
contra las estelas satánicas, un cristiano puede ver un cierto
sentido sacramental en cuanto rito externo que significa y
produce la disposición interna.
Francisco D. de Otazú.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
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