|
Usar España .
Se han intentado con España las dos formas básicas: someternos por los ejércitos y someternos por las ideas, con las que previamente se ha corrompido a nuestra élite política. Hoy es este el método escogido.
Ha habido, desde siempre, un interés de
terceros por usar España. Aquí se hicieron las guerras púnicas
y las guerras civiles romanas. Los godos, que luego supieron
aportar imprescindibles cosas a lo español, fueron en principio
unos invasores más que resultaron conquistados. Y los
mahometanos, que consiguieron despertar en nosotros una epopeya
sin parangón en la historia de la humanidad, acabaron derrotados
tras ocho siglos de lucha por recuperar la Unidad perdida.
¿Por qué los hispanorromanos no lucharon contra los visigodos,
que no fueron muy numerosos, y, apenas tres siglos después,
España se lanza a la Reconquista, ya sé que con altibajos, y no
ceja en la empresa hasta su culminación? Los godos, aunque
arrianos, eran cristianos y traían por primera vez a España la
posibilidad de ser independientes y permanecer unidos, dos
formidables aspiraciones de los españoles a través de los
milenios. Los islámicos, en cambio, volvían a convertirnos en
provincia, en parte de un conjunto y, aunque posteriormente el
Califato fue independiente, nunca pudo ser español de la forma
en que España lo venía siendo desde mucho antes.
Esto se explica para meditar en el por qué España, tantas veces
invadida, ha aceptado a unos y ha rechazado a otros. A Roma la
aceptó por la unidad, y por el cristianismo que coincidía en
mucho con los sentimientos precristianos de la población. A los
visigodos los aceptó por la independencia, y en cambio a los
árabes los rechazó por las mismas razones: por la Unidad, por
la Independencia y porque no éramos propicios al universo
psicológico mahometano.
Esto mismo sucedió con la invasión francesa y más
recientemente en 1.936. En ambos casos la unidad estaba en
peligro y en ambos casos se nos intentaba someter a la categoría
de provincia, de nación satélite, y esto no lo acepta un
español normalmente constituido.
Es muy curioso que sea precisamente el extremo más occidental de
Europa el sitio escogido para encontrarse tantas culturas, tantos
pueblos y tantas concepciones del Estado. En la actualidad las
circunstancias no han variado. A1 contrario: desde que América
existe políticamente se ha marcado aún más nuestra Patria como
un lugar apetecible para ser usado en beneficio de terceros.
Sólo que para que España pueda ser usada en favor de alguien
tiene que dejar de servir a los intereses españoles: y a ello
asistimos una vez más.
Se han intentado con nosotros las dos formas básicas: someternos
por los ejércitos y someternos por las ideas, con las que
previamente se ha corrompido a nuestra élite política. Hoy es
este el método escogido y, así, nuestros políticos
incorporados a una u otra ideología foránea, no son ya
españoles aunque no son estrictamente extranjeros: son unos
desclasados, auténticos inadaptados, condenados a una peligrosa
soledad y a una fría separación de las gentes a las que
gobiernan.
Quiero limitarme a dejar constancia aquí de que en la estrategia
planetaria actual a España ha vuelto a tocarle ser punto de
contacto y de fricción entre el conservadurismo, más o menos
liberal, y el socialismo, más o menos socialdemócrata, ambos
capitalistas y relativistas. Ninguna de las dos posturas se
corresponde con la de España y, sin embargo, no pocos españoles
aceptaron y siguen aceptando la absurda división entre derechas
e izquierdas.
En la teoría política ya se han producido, como era de esperar
en España, doctrinas de síntesis brillante, uniendo el afán de
Justicia al sentimiento de injusticia social, y añadiendo a la
necesidad de crear riqueza la necesidad de repartirla
equitativamente. Cuando superados el Liberalismo y al Marxismo se
busca una más elevada concepción del hombre, junto con un
código al servicio de los demás las sociedades se transforman.
Cualquiera que sea la estrategia mundial que primero nos impuso
una Democracia Liberal Relativista y, luego, dio el poder de esas
instituciones burguesas a sus enemigos naturales los marxistas o
sus sucedáneos socialdemócratas, es muy probable que no
previera que España es una nación de síntesis. Aquí no se
puede esperar que venza una u otra concepción, ni que una u otra
salgan derrotadas. Lo que está sucediendo, a los veinte años de
reanudarse la lucha, es una síntesis general que, de momento, no
se observa en las áreas del poder. Pero pregunten en la calle:
la gente quiere algo del socialismo y algo del conservadurismo,
más el contenido nacional, más su propia idea de la justicia...
En fin: tratar de usar a España tiene esta clase de riesgos:
aquí todas las cosas cambian muy de prisa. Aquí se acentúan
vicios y virtudes y el certero ojo español sabe lo que tiene que
escoger siempre: la síntesis más enriquecedora, menos rígida y
doctrinal y mejor adaptada a las necesidades del hombre.
Por eso esta vez también se va a saldar en España el
enfrentamiento entre Oriente y Occidente, parecido al del
cristianismo y el Islam. De estos años de fracaso acelerado y de
tanteo ciego, saldrá, sin duda, la interpretación española de
la nueva y necesaria modernidad. Se está produciendo ya, y muy
pronto se irá proponiendo a todos desde diferentes lugares de
España.
Usarnos sólo traerá consigo a los que lo han hecho una derrota
general, que, desde nosotros, irradiará al mundo y provocará la
entrada definitiva en la nueva edad que se viene anunciando.
A. Robsy.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a
disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y
citando su origen.