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La píldora del día después: ¿Salud reproductiva para adolescentes?.
La realidad biológica de su funcionamiento y consecuencias y el transfondo de como se pretende hacer aceptable su legalización y comercialización
La anticoncepción de emergencia llamada
coloquialmente "píldora del día siguiente" fue ideada
en 1960 e introducida como método contraceptivo en 1982. Desde
entonces, su uso se ha incrementado sustancialmente, a la vez que
se ha ampliado la variedad de fármacos y sus pautas de
dosificación.
En la actualidad, se ha demostrado que la administración de dos
tomas de una mezcla de estrógenos y gestágenos, con un
intervalo de 12 horas, dentro de las 72 horas que siguen a una
relación sexual, son suficientes para evitar una gestación,
aunque ya han aparecido preparados que contienen únicamente
gestágenos, buscando una disminución de los efectos
secundarios. No por ello dejan de ser fuertes los que podrán
presentarse con la toma de la nueva píldora: dolores
abdominales, nauseas, vómito, y dolores en el pecho al aumentar
la tensión mamaria.
Es interesante subrayar que la FDA (Food and Drug Administration)
del gobierno de los Estados Unidos no ha aprobado la píldora
precisamente por estos efectos secundarios.
Además hay que advertir que la eficacia contraceptiva de esta
píldora es de un 75%, y en el 25% de los casos en los que el
embarazo sigue adelante a pesar de haber tomado la píldora, la
teratogenicidad no está confirmada, es decir que no se han
estudiado todavía posibles malformaciones en los fetos que
sobreviven a las agresiones medicamentosas.
¿Por qué hay tanta polémica alrededor de esta píldora y
decepción entre muchas personas por la posible aprobación de su
uso fuera del ámbito hospitalario? ¿Acaso no se intenta
conseguir que disminuya el número de embarazos no deseados en
adolescentes?
Primero tenemos que saber algo sobre el mecanismo de acción de
esta píldora, y para esto hemos de recordar la fisiología del
aparato reproductor de la mujer. Su fecundidad está regulada por
un complejo equilibrio hormonal que consigue que la mujer posea
una fecundidad cíclica. El momento culminante ocurre hacia la
mitad del ciclo: la ovulación, que es cuando se libera un
ovocito de un ovario. Si ha habido actividad sexual es posible la
fecundación de este ovocito con un espermatozoide. Si la
actividad sexual ha tenido lugar hacia los días centrales del
ciclo, las probabilidades de fecundación son elevadas. Sin
embargo, en los primeros o últimos días del ciclo de la mujer
sabemos que la probabilidad de embarazo es prácticamente
inexistente.
Supongamos que ha ocurrido la fecundación de un óvulo, es decir
el encuentro de una célula germinal masculina con una célula
germinal femenina. En este momento se ha originado la primera
célula de un nuevo ser humano. Rápidamente se divide y
multiplica esta primera célula y el embrión, así es como se
llama, es transportado por los movimientos de la trompa de
Falopio hacia el útero, donde se implanta y empieza a crecer.
Hasta aquí parece que las cosas están claras, pero no es así:
por lo visto existe bastante confusión sobre el inicio de la
vida. Hace unos días me preguntaba una farmacéutica con
inquietudes de conciencia hasta qué momento después de la
fecundación está permitido el aborto. La verdad es que todo
empezó con la fecundación artificial.
Hasta el advenimiento de la FIVET, cualquier libro de
embriología humana empezaba más o menos de este modo: "El
desarrollo de un individuo humano comienza con la fecundación,
con la cual dos células muy especializadas, el espermatozoide
del varón y el ovocito de la mujer, se unen y dan origen a un
nuevo organismo." Pero hoy, tras la introducción de la
fecundación in vitro, ya no parece que sea así. La razón no es
biológica, sino de táctica política. Todos conocemos hoy en
día la cuantiosa pérdida de embriones que conlleva la
fecundación in vitro y para neutralizar éticamente este hecho
había que privar al embrión de carácter humano: interesaba
afirmar que el embrión es algo irrelevante, un producto
molecular carente de forma y valores humanos. A partir de este
punto se fijó arbitrariamente en 14 días posfecundación el
plazo en el que podría autorizarse la investigación y
manipulación de embriones. Y se establece que en este periodo de
días se trata sólo de un "pre-embrión" durante los
cuales el nuevo ser humano carece de derechos humanos, y por lo
tanto se puede manipular, investigar con él e incluso
destruirlo.
Este es el caso de la acción de la píldora del día siguiente:
su administración tiene como objetivo fundamental la
eliminación del embrión mediante un efecto antiimplantatorio:
los progestágenos que contiene la píldora alteran la motilidad
de la trompa en el sentido de obstaculizar el descenso del
embrión hacia el útero y producir alteraciones de la mucosa
impidiendo la anidación del embrión: lo que se pretende a toda
costa es evitar una gestación.
Como ya hemos dejado entrever, una de las características de la
cultura contemporánea es la tendencia a utilizar términos que
hagan desaparecer cualquier connotación ética. Así, ya no se
habla de aborto, sino de interrupción voluntaria del embarazo,
no se habla de eutanasia, sino de derecho a una muerte digna.
Tampoco se dice que la píldora del día siguiente no es
simplemente un anticonceptivo más, sino que se trata de una
contragestación antiimplantatoria., es decir, que el embrión no
se puede implantar en el útero y se produce un aborto.
En ámbitos internacionales se incluye la contracepción
postcoital en lo que se conoce como salud reproductiva, término
que abarca acciones como la formación y promoción de la higiene
y la salud de las mujeres. Aplicados estos conceptos al
tratamiento de adolescentes con hormonas que producen fuertes
hemorragias y de los que se desaconseja el uso frecuente o
contínuo sin supervisión médica, es un tanto cínico hablar de
salud e higiene, y que la OMS haya dispuesto su uso como objetivo
preferencial para la disminución de embarazos en adolescentes.
Encontramos un artículo en un periódico con el siguiente
mensaje: "Las Urgencias de los hospitales de Granada capital
administraron en el último año un total de 2.250 dosis
equivalentes a la píldora del día después para evitar posibles
embarazos en mujeres que habían mantenido relaciones sexuales
sin usar métodos contraceptivos". La mayoría de ellas eran
jóvenes - a partir de los trece años- y algunas tomaron este
fármaco, que provoca artificialmente la menstruación, hasta
siete veces en un año. En vista de estos hechos, las
organizadoras del IV Congreso de la Sociedad Española de
Contracepción reclaman que la educación sexual y afectiva se
incorpore a la escuela, ya desde primaria.
La educación sexual es derecho primario y responsabilidad de los
padres. A las autoridades del Estado compete crear un clima donde
se facilite el aprendizaje sereno de la sexualidad, integrada en
la persona humana, y por ello mismo, las autoridades tienen el
deber de tutelar a los ciudadanos contra el desorden sexual
colectivo y la permisividad intrusiva.
Ante los programas de educación sexual en las escuelas se
recomienda que los padres se informen de modo exacto sobre los
contenidos y modalidades con que se imparte esta educación.
Deben estar alerta ante unos métodos de educación que se
caracterizan por presentar una sexualidad banalizada y
antinatalista con el pretexto de promover el "sexo
seguro". Ya se ha podido comprobar que estos métodos han
contribuido a agravar el problema de la iniciación temprana de
las relaciones sexuales, los embarazos en adolescentes y las
enfermedades de transmisión sexual, en vez de resolverlo. En
Europa y Estados Unidos algunos expertos piensan actualmente que
el hecho de poner a disposición de los jóvenes píldoras y
preservativos, e incitar a los profesores a dar cursos de
educación sexual sin reflexión previa, podría resultar menos
útil que tratar de enseñar a los jóvenes porqué decir que que
no. Desde luego, es más fácil repartir preservativos y
píldoras que aprenderse una nueva lección para poder explicarla
en clase con fundamento, con ciencia, y con gracia. Y ello es
algo que hemos de empezar a exijir a los educadores de nuestros
hijos que para algo les pagamos.
Ana Otte.(IVAF. Instituto Valenciano de Fertilidad, Sexualidad y
Relaciones Familiares.).
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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