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Católicos en el Partido Popular.
Buena parte de los políticos españoles que se dicen católicos trabajan en el seno del Partido Popular. ¿Cuál es la situación real del partido? ¿Qué margen de maniobra permite la actual estructura y el funcionamiento del mismo a los católicos?
La táctica más extendida entre los
católicos españoles interesados en la acción política afirma
que, en un ejercicio de realismo (sic), la opción más
viable es trabajar en el seno del Partido Popular. Serían los
políticos de corte demócrata cristiano los campeones del
electorado católico. Pero, es lícito preguntarnos, ¿esto es
así?, ¿la actual realidad de este partido facilita esa
táctica?
Los demócrata
cristianos en la transición española.
Los democristianos españoles apostaron, sin lugar a dudas, por
el nuevo régimen democrático. La mayoría optó por una
transición tranquila, la reforma, logrando imponer desde UCD,
junto a políticos de otras orientaciones, ese modelo. Los menos,
eran partidarios de una ruptura democrática, caso de los
miembros del llamado Equipo Demócrata Cristiano, discrepando
además en el modelo de articulación territorial de España al
optar por el federalismo, frente al autonomismo de los primeros.
Históricamente, vemos que la mayor parte de los sectores
demócrata cristianos españoles confluyeron en su día en la
Unión de Centro Democrático. Ese fue el caso de los integrantes
de Unión Democrática Española (Alfonso Osorio y otros),
Partido Popular Demócrata Cristiano de Álvarez de Miranda, los
militantes democristianos del Partido Popular (algunos de los
antiguos miembros del grupo "Tácito") y parte de los
componentes del llamado Equipo Demócrata Cristiano del Estado
Español (formado por la Federación Popular Democrática de Gil
Robles e Izquierda Democrática de Ruiz Giménez) tras su inicial
y clamoroso fracaso electoral. Otros democristianos, caso del
pequeño sector escindido de UDE, la Asociación Democrática
Española de Federico Silva Muñoz, optaron por Alianza Popular.
Con la explosión de UCD, la mayoría de sus democristianos
organizaron el Partido Demócrata Popular, con Oscar Alzaga a la
cabeza. Junto a AP y un pequeño grupo liberal conformaron la
Coalición Popular. Tras sufrir significativas defecciones y la
dimisión de Oscar Alzaga, el PDP se transformó por poco tiempo
en Democracia Cristiana, con Javier Rupérez al frente; partido
disuelto tras su fracaso en las elecciones europeas. En esas
circunstancias, la mayoría de sus militantes confluyeron
finalmente en la "casa común" del Partido Popular,
salvo unos pocos que terminaron en Centro Democrático y Social
(Pilar Salarrullana y otros). Esa es, muy resumida, la historia
de la sopa de siglas democristianas vivida en la transición, y
ello sin entrar en los partidos nacionalistas de origen
demócrata cristiano, como el Partido Nacionalista Vasco y la
Unión Democrática de Cataluña. Incluso, en nuestros días,
algún nuevo partido, caso de Convergencia de Demócratas de
Navarra, escisión de Unión del Pueblo Navarro, reclama el
humanismo cristiano y el pensamiento social católico como
definitorio de su identidad, lo que no le ha impedido apoyar con
sus votos en el Parlamento de Navarra que las parejas
homosexuales tengan opción al ejercicio de adopción.
En cualquier caso, y como conclusión, deducimos sin dificultad
que no cuajó un partido demócrata cristiano en España. Las
razones de ese fracaso exceden este artículo pero, sin duda, son
motivo de reflexión. No obstante, apuntaremos algunas:
personalismo de sus líderes, fragmentación, falta de apoyo de
la jerarquía eclesial católica, divergencias ideológicas
importantes.
Pero los políticos católicos del centro - derecha no sólo se
acogen al paraguas democristiano. Encontramos a católicos
también entre liberales y conservadores (un caso significativo
es el de Antonio Fontán, cuyo papel entre los políticos
liberales ha sido muy importante en las últimas décadas).
En la actualidad, en el Partido Popular, además de los
procedentes de la primitiva Alianza Popular (formación
inicialmente conservadora, pese al añadido liberal posterior),
encontramos a militantes liberales, democristianos, incluso
socialdemócratas. En definitiva, las familias de la UCD, salvo
los llamados "azules" que no tenían una identidad
ideológica homologable a ninguna corriente europea.
Pero los actuales líderes del Partido Popular han aprendido de
la historia y quieren evitar, a toda costa, los riesgos de la
tradicional vocación "cainita" de estos medios
políticos, tal como se sufrió en buena medida en UCD. Y lo
están consiguiendo mediante un férreo control del partido, de
modo que las prácticas democráticas internas lo son de forma
muy limitada.
La configuración
de un nuevo Partido Popular.
La democracia interna del Partido Popular no es ejemplar. Prueba
de ello son los procesos electivos internos, mediatizados por las
listas "únicas" o de "consenso", consigna y
práctica en la mayoría de los congresos provinciales y
autonómicos del partido. También confirma ese funcionamiento la
elaboración de los programas electorales y de las ponencias
congresuales, redactadas por un número muy reducido de personas,
altos cargos del partido generalmente ministros, del círculo de
máxima confianza del Presidente Aznar.
Todo ello parece indicar la existencia de un modelo de partido
formalmente democrático, pero oligárquico en su práctica
cotidiana.
Paralelo a este férreo control, encontramos una casi total
ausencia de diálogo doctrinal interno, de intercambio
ideológico. Son las minorías directivas las que imponen la
orientación a seguir, las que determinan las grandes líneas
estratégicas y tácticas. En los congresos provinciales y
autonómicos, es práctica común la casi total ausencia de
debate ideológico y doctrinal. El interés por "lo
cultural" es insignificante. Tal vez, en parte, se retome la
tradicional apatía de estos sectores sociológicos del
"centro", pragmáticos y poco amigos del debate y las
grandes elaboraciones teóricas. Pero pensamos que también es un
síntoma más de los derroteros actuales emprendidos por la
cúpula dirigente del Partido Popular.
José María Aznar tiene claro su modelo de partido: control de
las estructuras internas, unidad en la dirección,
especialización de los responsables del mismo, fidelidad
absoluta al liderazgo, apertura sociológica y programática al
llamado "centro reformista", abandono progresivo de las
señas de identidad cristianas, lanzamiento internacional de su
táctica y liderazgo.
Y en este modelo, otros indicios ratifican la línea emprendida.
Es el caso del proyecto de unificación de las fundaciones del
entorno del Partido Popular.
La más importante es la Fundación para Análisis y Estudios
Sociales (FAES), de tendencia básicamente liberal (Hayek sería
su principal referente ideológico). Es el laboratorio de ideas y
granero de nuevos dirigentes. Encontramos allí, curiosa
paradoja, antiguos comunistas y otros radicales de izquierda
reconvertidos en el liberalismo reformista de Aznar. También
participa un ilustre democristiano: Eugenio Nasarre. El peso de
las gentes de FAES es importante en el control y dirección de
las estructuras del partido y, sobre todo, en la composición y
orientación del propio Gobierno. Por todo ello, su papel en el
futuro del Partido Popular parece fundamental. Cuenta con
organizaciones "hermanas", caso de Elkargunea en el
País Vasco.
La Cánovas del Castillo agrupa a personalidades de convicciones
conservadoras. Editan algunas publicaciones periódicas (la
revista veintiuno), organizan cursillos formativos y de
capacitación de líderes y trabajan también la cooperación al
desarrollo, a modo de ONG.
Humanismo y Democracia es la demócrata cristiana. De vida algo
lánguida, también se está abriendo a la cooperación al
desarrollo, como una ONG más, y edita numerosos folletos y
libros. Caso significativo de su línea de actuación fue la
edición de lujo, en dos magníficos volúmenes, de las
"obras completas" de Jaime Ignacio del Burgo, político
navarro en activo, democristiano. Corrió a cargo del entonces
gerente de la Fundación, y amigo del citado, Ricardo de León,
antiguo consejero del Gobierno de Navarra. Recientemente ha sido
nombrado representante permanente del Gobierno de Navarra ante
las administraciones públicas, en Madrid. Un signo indudable de
que hay que buscarse nuevos acomodos ante los tiempos que se
avecinan.
Otras pequeñas fundaciones del entorno son la Atlántica, la
Popular Iberoamericana, la de Estudios Europeos y el Instituto de
Formación Política (inactivas las tres últimas).
Todas ellas, salvo tal vez la democristiana (según informaba
Jesús Rodríguez en el diario El País el pasado domingo 11 de
febrero), serán objeto de una fusión, siendo su objetivo una
"macrofundación" liderada por José María Aznar, una
vez se retire de la Presidencia del Gobierno. Desde allí y la
presidencia del PP, ejercería el liderazgo del partido (el
llamado "proyecto Arzallus") y lo intentaría en la
Internacional Popular y Reformista que se viene perfilando en los
últimos meses; más cuando se trata casi del único líder no
socialista europeo con éxitos electorales recientes.
La marcha de sus juventudes, las Nuevas Generaciones, sigue la
misma línea. Pero no es ninguna novedad. Sin apenas peso en el
partido, siempre han destacado por intentar ser más progresistas
que sus mayores. Por lo tanto, como siempre; pero lo que parece
claro es que las juventudes no serán obstáculo alguno para la
nueva orientación del partido.
También son significativos algunos posicionamientos doctrinales.
Es el caso del coqueteo con el "nuevo laborismo", vía
amistad de Aznar con el primer ministro británico Blair.
Y no olvidemos la moda "azañista" que, impulsada por
las lecturas y declaraciones al respecto realizadas por Aznar, se
extendió por sectores del partido. Esperemos que los libros de
Pío Moa sobre la Segunda República española, así como el
reciente texto del historiador Federico Suárez (Manuel Azaña y
La guerra civil española, editorial RIALP, 2000), les disuada de
tan extraño descubrimiento.
Por último, mencionaremos un aspecto especialmente hiriente para
los católicos. Con anterioridad al acceso del Partido Popular al
Gobierno de la nación, no era infrecuente la realización de
declaraciones públicas de algunos de sus líderes
manifestándose a favor del derecho a la vida. Sin embargo, una
vez en el Gobierno, tales declaraciones han desaparecido,
acompañando a tal cambio la progresiva adopción de medidas para
nada coherentes con esas previas manifestaciones. Por eso, en
algunos ambientes católicos se tiene la impresión de haber
actuado de "comparsa" en la estrategia del partido para
acceder al Gobierno. Si a ello sumamos la percepción de que el
voto católico está "bien amarrado", a juicio de los
dirigentes del propio PP; es comprensible el profundo disgusto
manifestado en esos ambientes católicos.
Espacio para el
debate interno: derecho de todos, también de los católicos.
Consecuencia lógica, de la actual orientación del Partido
Popular, es la prohibición de las tendencias internas: un
líder, un partido, una ideología.
No existe, por lo tanto, una tendencia organizada demócrata
cristiana. Ni liberal, conservadora u otra. Ni siquiera se habla,
apenas, de "familias" ideológicas o con otro tipo de
afinidades, si bien existen algunas publicaciones en el entorno
del Partido Popular con una determinada orientación (Nueva
Revista, Revista hispano cubana, etc.).
La mayoría de los protagonistas democristianos de la transición
española están, a causa de su avanzada edad, retirados de la
vida pública o en segunda fila. Pero sigue existiendo un número
importante de políticos de convicciones católicas en el Partido
Popular, aunque no todos asuman la etiqueta democristiana.
En esta situación, ¿qué margen de maniobra tienen los
políticos católicos para actuar en consecuencia con sus
principios? Tememos que muy poco, dados los condicionamientos que
hemos analizado. Y si los políticos católicos no pueden hacer
valer su concepción de la vida social, el pueblo católico se
queda sin representación política efectiva.
Ya hemos denunciado en esta publicación digital (sendos
artículos publicados en los números 40 y 41), haciéndonos eco
de otras reflexiones análogas, el progresivo alejamiento en la
práctica del Partido Popular de la cosmovisión cristiana.
Parece deducirse, por lo tanto, que el espacio y capacidad de
influencia de los políticos católicos, que debieran asumir los
principios informadores de la Doctrina social de la Iglesia como
criterio fundamental en su actuación, está siendo limitado
progresivamente.
Pero seamos realistas. Ese mismo margen de maniobra -escaso,
parecen indicarlo todas las circunstancias indicadas- lo tienen
los demás políticos que no forman parte del reducido núcleo
rector de la vida del partido.
Mucho tememos que "el que se mueva no sale en la foto"
también es una práctica del Partido Popular.
Los políticos católicos tienen unos intereses y unas
obligaciones concretas, una identidad que en diversos aspectos
les diferencian de los objetivos de otros políticos del partido:
principio de subsidiariedad, defensa de la vida, libertad de
enseñanza, economía social de mercado, participación,
solidaridad.
Reclamar un espacio para los católicos supone hacerlo también
para otras identidades sociales y culturales no católicas.
Por ello, esta reivindicación, de llevarse a cabo, constituye
una oportunidad de renovación para todo el partido y, por
extensión, para el actual sistema. La democratización de sus
estructuras sólo puede beneficiar a la salud interna del Partido
Popular. Como católicos, como laicos, hay que reclamar un
espacio propio para la identidad y el debate, al igual que para
otras realidades ideológicas y sociales. Espacio, pluralismo,
diálogo. Democracia interna, en definitiva.
Pasaron los tiempos en que un partido sólo era la proyección de
un líder carismático. O, al menos, eso creíamos.
El tiempo confirmará si la vía elegida, para el ejercicio de su
compromiso temporal, por estos políticos católicos ha sido
acertada. En caso negativo, esperamos su autocrítica y la
búsqueda de nuevas vías.
Aunque, tememos, ese tiempo ya ha llegado.
En cualquier caso, la crisis que sufren los políticos católicos
no es independiente de lo que ocurre en el pueblo cristiano. Ello
debe ser motivo de profunda reflexión para todos los católicos
españoles.
José Basaburua
jbasaburua@hotmail.com
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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