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¿Acción política o presencia social? Falso dilema de los católicos españoles.
El debate producido en algunos ambientes católicos sobre la "crisis" existente con el Partido Popular, puede resumirse en una pregunta: ¿acción política o presencia social?
El debate producido entre los católicos
españoles acerca de las relaciones existentes con el Partido
Popular, definidas por la palabra "crisis", ha
suscitado diversos posicionamientos.
Varias han sido las respuestas y alternativas aportadas: la
creación de un partido político católico para defensa de los
grandes valores, refugiarse en la acción social, continuar como
hasta ahora, reforzar la cultura católica y el sentido de
pertenencia eclesial, la creación de Escuelas formativas de
futuros líderes católicos.
Poco a poco, el debate se ha ido difuminando, eclipsado, además,
por la colosal embestida anticatólica sufrida con ocasión de la
polémica desatada en torno a la posición ante el pacto
antiterrorista de la Conferencia Episcopal española.
Pero, pensamos, no por ello vamos a dejar de reflexionar en torno
a algunos aspectos relacionados con la polémica que no deben
obviarse.
¿Existe un pueblo
católico?
En artículos anteriores, de esta publicación digital,
considerábamos que la existencia de unos políticos católicos
no puede desligarse de la realidad del pueblo al que pertenecen.
Consecuencia de ello era considerar que la "crisis"
sufrida por estos políticos es expresión de la padecida por ese
mismo pueblo.
Las estadísticas nos confirman la existencia de esa crisis,
hasta el punto de que difícilmente es reconocible un pueblo
católico.
Saquemos a relucir algunos datos correspondientes al estudio
"Jóvenes españoles 99". Así, la práctica semanal de
los jóvenes españoles se sitúa en torno al 12%, 8 puntos menos
que en 1984, estando previsto que en 3 años baje a un 10%. La
asistencia ocasional (determinadas festividades) se mantiene con
dificultades. Las diferencias entre chicas y chicos tiende a
disminuir. La práctica regular es mayor entre los universitarios
de 2º y 3º ciclos que entre bachilleres, estudiantes de
Formación Profesional y universitarios de 1º ciclo. El 65% de
los jóvenes entre 18 y 24 años decían creer en Dios en 1995,
seis puntos menos que 10 años antes. Un 24% cree en la
resurrección de los muertos y un 27% en la reencarnación (¡!).
La expresión central del dogma cristiano "Dios existe y se
ha dado a conocer en la persona de Jesucristo" recogía, en
1994, el acuerdo del 70% de los jóvenes españoles y en 1999
bajó hasta el 60%. Especialmente significativo es el dato que
indica que no llegan al 3% los jóvenes españoles que señalan a
la Iglesia como uno de los espacios donde se dicen las cosas más
importantes para orientarse en la vida. Esa pregunta, dentro del
grupo de "practicantes", sólo alcanza al 10%. En
resumen, señala el articulista de la revista "Mensajero del
Corazón de Jesús" (marzo de 2001), editada en Bilbao por
la Compañía de Jesús, "la socialización religiosa de los
jóvenes españoles se encuentra en plena crisis. Fallan la
transmisión familiar de creencias y valores religiosos y el
prestigio y valor de la religión en una sociedad secularizada y
en una familia igualmente secularizada".
El diagnóstico parece catastrofista, pero, para reflexionar con
seriedad sobre estos temas, tenemos que preguntarnos: ¿esto es
así realmente? ¿qué pasa en otros países del entorno?
¿España es una excepción?
" (
) La Iglesia tiene los medios y los
instrumentos, pero ya no tiene al pueblo. Un querido párroco
bresciano confesaba recientemente con asombro que, tras un examen
puntual sobre la asistencia durante los días de fiesta en su
parroquia, que tiene la fama de ser una de las más afortunadas,
había notado con sorpresa que a la misa del domingo sólo iba el
14%. Y un joven sacerdote con diez años de misas, inteligente y
muy entregado a la actividad pastoral comentaba, hojeando un
manual para reuniones litúrgicas, de formación y catequesis,
que los manuales están cada vez mejor hechos pero no sabemos a
quién dárselos porque la gente no viene a nuestras reuniones.
La Iglesia ha pasado por épocas (y no pensamos en las
persecuciones de la Roma imperial) en que las autoridades
institucionales políticas y sociales la combatían, y disponía
de pocos medios e instrumentos. Pero el pueblo estaba de su
parte. Además de la gracia de Dios. Hoy todas las autoridades
estiman a la Iglesia: no hay un pueblo ni ciudad donde el nuevo
párroco no sea recibido, en primer lugar por el saludo del
alcalde. Pero ya no hay pueblo cristiano. Hoy sucede que el
público se presenta en ciertos momentos, al igual que en otros,
delante de la televisión, hace subir la audiencia. (
) La
Iglesia en estos últimos años dispone, además de la prensa, de
radios, televisiones, Internet. Pero ¿dónde están los
usuarios?". El texto anterior corresponde a unas
reflexiones de Gabriele Filippini en la editorial del semanario
de la diócesis de Brescia (3 de noviembre de 2000). Nosotros
hemos extraído esos párrafos de la revista "30 días en la
Iglesia y en el mundo", número 11 de 2000.
El panorama descrito en esas líneas bien podría aplicarse a
España: la Iglesia se asemejaría, poco a poco, a una estructura
vacía, sin un pueblo detrás.
Un artículo de
José Luis Restán.
En el artículo "Católicos y PP: razones y sinrazones de
una frustración creciente" de este gran comentarista de
temas religiosos de COPE, que figura en la edición de febrero de
2001 de la publicación digital paginasparaelmes.com, versión en internet del mensual del mismo nombre de
la Asociación Cultural Charles Péguy, el autor vierte varios
juicios interesantes. Mencionaremos, sin ser exhaustivos, alguno.
Es ilusorio pretender, opina, que el Partido Popular desarrolle
una política católica, cuando en este partido confluyen otras
identidades políticas e ideológicas. Son imprescindibles
-cuestión de vida o muerte, afirma- espacios de libertad en los
que la creatividad católica se concrete en obras educativas,
sociales, culturales y sanitarias; lo que podría generar un
pueblo que un día proporcione un espaldarazo sociológico a los
políticos católicos. También opina que los católicos
españoles, a través de sus políticos, evidencian una falta de
conciencia de pertenencia eclesial y una debilidad cultural
católica, alejados de los retos de la nueva evangelización.
En otra ocasión, en "La linterna de la Iglesia", a
primeros de marzo, este periodista comentaba que "todavía
existe la sensación en algunos ambientes de que España sigue
siendo católica, como si sólo con soplar sobre las brasas fuera
suficiente para que rebrotara con fuerza el catolicismo de este
pueblo. Nada más alejado de la realidad".
Estas afirmaciones anteriores deben ser objeto de reflexión,
más cuando proceden de una persona con una información muy
precisa sobre las diversas realidades de la Iglesia española.
Tales consideraciones son, además, un diagnóstico sencillo pero
realista del panorama católico español, a la vez que
proporcionan algunas "pistas" que señalan el trabajo a
desempeñar en el presente y futuro.
La crisis suscitada
por el pacto antiterrorista.
Hemos mencionado, en otro apartado de este mismo artículo, a la
crisis desatada con ocasión de las críticas realizadas a los
obispos españoles con la excusa de su postura ante el
"Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo".
José Luis Restán, en un nuevo artículo titulado "El
precio del escándalo" aparecido en la edición de marzo del
citado medio digital madrileño, ha reflexionado al respecto con
una profundidad que no hemos encontrado en ningún otro medio.
Nos remitimos al mismo para comprender perfectamente el fondo y
las circunstancias en que el debate se ha producido.
Nosotros realizaremos, aquí, algunas reflexiones en lo que
respecta al tema que tratamos.
Dicha campaña político-mediática ha sido ocasión para el
lanzamiento de un tremendo ataque, en toda regla, al papel de la
Iglesia en la España de hoy, con la excusa de la petición de un
posicionamiento partidista. Incluso, podríamos pensar, que ha
sido la ocasión esperada por algunos de los estrategas del
Partido Popular para marcar distancias con la Iglesia y así
poder avanzar sin trabas hacia los espacios sociológicos del
centro reformista, granero electoral en el que se juegan las
elecciones políticas españolas.
En cualquier caso, la crisis evidencia que el anticatolicismo
pervive en sectores importantes de la sociedad española, para
los que el espacio que debe concederse a la Iglesia es el
correspondiente a las sacristías y a las obras de caridad no
asumidas por las laicas ONGs. Esto no es una novedad, pero, a la
contra, indica el camino a seguir por la Iglesia española: la
presencia social reconocible en obras concretas que permitan el
encuentro personal con las personas como medio privilegiado de
misión en la España de nuestros días.
Un falso dilema.
En este debate, relativo a la acción política de los católicos
españoles, se corre un riesgo: eludir los problemas reales de
nuestra Iglesia, olvidando la misión esencial de la misma.
Incluso puede, ante la falta de vigor misionero, que con esa
actitud busquemos evadirnos de la realidad en pos de proyectos
ilusorios. No afirmamos que sea esta actitud la predominante,
pero es un riesgo que hay que tener en cuenta.
Por todo ello, a la pregunta que preside el escrito podríamos
responder con la afirmación de una necesidad imperiosa: ¡nueva
evangelización!
La labor misionera requiere obras concretas. No se trata de un
activismo sin objeto. Al contrario. Esas obras (colegios,
hospitales, universidades, medios de comunicación, asociaciones
de todo tipo) deben ser fieles al carisma que les inspiró en su
creación; de modo que constituyan ocasión para que los
españoles tengan oportunidad de encontrarse con otros
compatriotas portadores de un atractivo que les viene dado por
Otro.
Ello no excluye una labor de los católicos que trabajan también
en el mundo de la política. Pensamos que esa labor es muy
importante. Pero no puede entenderse esa presencia en la
política al margen de ese pueblo cristiano que se empieza a
rehacer.
La mayor o menor conciencia de pertenencia al cuerpo eclesial, en
palabras del citado autor, y la incierta fortaleza cultural de
los católicos españoles expresada en criterios operativos
concretos, son claros indicadores de la real salud misionera de
la Iglesia española de hoy.
José Basaburua.
jbasaburua@hotmail.com.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a
disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y
citando su origen.