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Navarra y el nacionalismo vasco: un nuevo libro sobre la identidad de la Comunidad Foral.
¿En qué factores radica la identidad de Navarra? La respuesta es fundamental, más cuando desde el nacionalismo vasco se identifica al componente "vasco" de Navarra como columna vertebradora, no sólo de esta Comunidad Foral, sino del proyecto hegemónico de Euskal Herria.
Introducción.
Un reciente libro estudia la identidad de Navarra a partir de
aspectos fundamentales de su historia, en particular sus
orígenes, y de los pensadores que han reflexionado en torno a
los rasgos diferenciadores de este territorio. Se trata de
"Navarra y el nacionalismo vasco; ensayo
histórico-político sobre las señas de identidad originaria del
Viejo Reino" (Biblioteca Nueva, Madrid, 2001), obra del
historiador José Manuel Azcona Pastor y del que fuera Secretario
General de la Diputación Foral de Navarra, Joaquín Gortari
Unanua.
No es un libro destinado a lectores especializados, pero no por
ello se trata de un texto superficial; muy al contrario, es
complejo en su trama, cargado de datos, con unas pretensiones
globalizadoras en su intento de comprensión de la
"navarridad". Inevitablemente, tales reflexiones deben
hacerse, en ocasiones, desde una posición dialéctica ante las
afirmaciones de los nacionalistas vascos, de ahí su título. No
en vano algunos de los primeros teóricos del nacionalismo vasco
eran navarros que consideraron que Navarra sólo podría ser ella
misma en un marco más amplio: Euskal Herria. Pero es paradójico
que, por ejemplo, un Fray Evangelista de Ibero, capuchino,
integrista, sabinista sin complejos lo calificaríamos hoy,
encuentre sus seguidores más acérrimos entre los anticristianos
marxistas hipercríticos de Herri Batasuna.
La identidad de
Navarra.
Los autores asumen a Ángel Martín Duque cuando éste determina
los signos de Navarra, tal como los manifiesta a su juicio la
historiografía desde el siglo X, a saber:
1. Identidad cristiana de Navarra.
2. Conciencia de identificación con el solar nativo, conservado
como Reino.
3. Edificación progresiva de un sistema particular de gobierno
de naturaleza pactista.
4. Conciencia colectiva de integración en el marco general de
España.
Cristianismo, Fueros, un espacio físico muy concreto y
vinculación indudable con España son, por lo tanto, los
caracteres que identifican a Navarra como ente histórico
diferenciado y autónomo dotado de una fuerte personalidad, pero
no por ello, ajeno a empresas superiores.
Este carácter, sedimentado en una conciencia y unas
Instituciones características, ha sufrido múltiples agresiones,
si bien los navarros han salido airosos hasta la actualidad:
tendencias uniformadoras en época de los Borbones, la crisis
vivida tras la primera guerra carlista, nacionalismo
expansionista de los vecinos que profesan esa fe separatista,
etc. Pero Navarra siempre ha encontrado defensores de su
identidad: entre los legisladores de las Cortes de Cádiz, entre
los carlistas, entre los propios liberales navarros que ante la
situación generada por las guerras carlistas no dudaron en
defender la esencia de la personalidad navarra y, también, entre
algunos los políticos demócratas que en la actualidad encabezan
hoy día la resistencia ante las continuas ofensivas
nacionalistas.
Estructura del
libro.
El volumen tiene una extensión de 328 páginas de amplio
formato.
A la breve introducción, que es un magnífico alegato de la
particularidad navarra a través de los siglos, le siguen nada
menos que 10 capítulos.
El primero de ellos ("Los hitos") está dedicado a
enmarcar el problema de Navarra: narraciones de viajeros, su
imagen popular, las pretensiones políticas de los nacionalistas
vascos, etc.
En "Los vascones conquistan Vasconia", se expone de
forma muy clara y pedagógica la realidad de los orígenes
históricos de este territorio y su relación con la potencia
civilizadora romana.
El capítulo III, "Dos tierras distintas y un solo reino
verdadero", nos traslada a las viejas crónicas navarras,
sus Instituciones y símbolos diferenciadores. Estudia también
las relaciones con várdulos, caristios y autrigones, pueblos
celtas vasconizados por navarros y cuyos sucesores reinventan
idealmente un pasado acorde a su proyecto hegemónico
separatista.
A lo largo de casi 30 páginas, en el capítulo titulado "La
Unión inexistente", descubre la historia de los proyectos
fracasados de un Estatuto de Autonomía único para Navarra y las
provincias Vascongadas acaecida en la Segunda República
Española.
"La conciencia social" es el capítulo dedicado al
desarrollo de la conciencia fuerista en los siglos XIX y XX y la
aparición de defensores de otros proyectos, caso del
nacionalismo separatista vasco, también en Navarra.
A lo largo de casi 100 páginas se aportan un total de 36
pequeñas biografías de escritores y políticos, cuyo nexo es su
navarridad y fuerismo, aunque de posiciones ideológicas
encontradas. Aquí desfilan: Pascual Madoz, Joseph Agustín
Chaho, Arturo Campión, Francisco Navarro Villoslada, Serafín
Olave, Miguel de Orreaga, Víctor Pradera, el conde de Rodezno,
Rafael García Serrano, Rafael Aizpún Santafé, Rafael Gambra
Ciudad, etc. Hay que reconocer el tremendo esfuerzo de
objetividad de los autores en este capítulo, pues no han tenido
problemas en agrupar en esta serie a carlistas, nacionalistas
vascos, fueristas católicos, liberales, falangistas, etc. De
todos ellos destaca Víctor Pradera, como autor de algunos de los
conceptos y argumentos modernos del navarrismo frente al
separatismo vasco. Este pensador tradicionalista (sobre el que
recientemente ha salida a luz una biografía escrita por el
profesor José Luis Orella, BAC, 2000) también tiene un espacio
importante en la investigación histórica, en concreto en lo que
respecta al papel de Fernando el Católico y a la incorporación
de Navarra a España. Denuncia al espíritu agramontés (partido
medieval contrario a esa unión) como ajeno a la navarridad y
antecedente remoto del actual nacionalismo vasco.
"Las tribulaciones del nacionalismo vasco y el falseamiento
del pasado", es el expresivo título dado al capítulo
séptimo dedicado a Sabino Arana (quien apenas escribió sobre
Navarra), sus sucesores y la evolución del nacionalismo vasco en
Navarra, que nunca ha superado en votos un 18% del total de los
emitidos.
"La identidad a través del arte", se repasa en el
capítulo VIII, con especial atención a la pintura y
arquitectura.
"Campos del espíritu" es el magnífico capítulo
dedicado al estudio del sustrato cristiano de Navarra. En estas
páginas se refleja la asombrosa historia que ha generado unas
obras personales y colectivas admirables, de las que todavía los
navarros de hoy día nos sentimos tributarios. Un total de 30
páginas que saben a poco pero que son un esfuerzo de concreción
y reconocimiento desde un realismo sin apenas complejos.
El último capítulo es el titulado "El Régimen foral de
Navarra". En él se repasan con cierto detenimiento los
orígenes, evolución, supervivencia y adaptación progresiva de
las leyes específicas de Navarra, concretadas en LOS FUEROS,
monumento vivo de la identidad navarra. Los contenidos de este
capítulo debieran difundirse por otros cauces, pues en muchos
casos son los propios navarros grandes desconocedores de la
realidad de esta seña fundamental de su identidad colectiva.
Algunas
reflexiones.
Cuando en un artículo anterior comentábamos el libro de Jaime
Ignacio del Burgo "El ocaso de los falsarios" (número
42 de esta publicación), echábamos de menos en el mismo una
consideración más elaborada de las señas de identidad del
Reino de Navarra y, en particular, el casi inexistente espacio
dedicado a la inseparable relación entre el cristianismo y
Navarra. En este denso texto, tales lagunas se colman
sobradamente y, por ello, ambos textos son complementarios.
Este libro es tributario, lo reconocen los propios autores, de
una magna obra presente en las librerías navarras desde hace
unos años: "Signos de identidad histórica para
Navarra", un trabajo colectivo editado magníficamente por
Caja de Ahorros de Navarra (Pamplona, 1996). Pero tiene la virtud
de facilitar su conocimiento desde una perspectiva divulgativa
dentro de una perspectiva global.
No es un libro escrito contra el nacionalismo vasco. Los autores
parten de la propia identidad navarra, de su evolución y
concreción a lo largo de los siglos y de su progresiva toma de
conciencia. En esa evolución histórica, enmarcada en el
proyecto de España, el nacionalismo vasco aparece como un factor
artificioso, violento, irreal, distorsionador de esa natural y
pacífica evolución. Sin embargo, esa ideología ha demostrado
una asombrosa capacidad de adaptación a los nuevos tiempos,
absorbiendo cuantas corrientes ideológicas le permiten
"nadar a favor de la corriente", en un voluntarioso
intento consciente de subversión histórica.
Pero, como enseñanza y reflexión final, tenemos que sacar
alguna conclusión operativa para el futuro de esta Navarra
diseccionada en el libro.
Como soporte de esta trayectoria histórica, y columna
vertebradora de su devenir, sólo el cristianismo ha
proporcionado las fuerzas espirituales, intelectuales y
materiales imprescindibles para ello.
Al hecho cristiano tendrá que mirar Navarra de nuevo, sus
gentes, sus Instituciones, si quiere encarar el futuro con éxito
y respeto a la memoria de sus forjadores.
José Basaburua
jbasaburua@hotmail.com.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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