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¿Qué futuro político le espera al País Vasco?.
Transcurridos cinco meses desde la celebración de las elecciones autonómicas en el País Vasco, la pregunta decisiva que debemos hacernos es, ¿se han producido novedades significativas que modifiquen su compleja situación? Algunas notas sobre los partidos nacionalistas, constitucionalistas, el movimiento cívico de resistencia, Eta, Batasuna, Aralar y el asunto en Navarra
Introducción.
El pasado día 13 de mayo de 2001 se celebraron las elecciones
autonómicas vascas; habiéndose generado en esa ocasión la
mayor expectativa de cambio en su reciente historia. No se pudo
materializar ese ambicioso cambio, adelantado por los estrategas
del Partido Popular; que habría supuesto, por primera vez, el
control del gobierno por los constitucionalistas. Con ello
fracasaron, en la obtención de tan ansiada victoria, Jaime Mayor
Oreja y José María Aznar, quien vaticinó la producción de
unos presuntos resultados favorables sin una base real.
Las informaciones relativas al País Vasco, desde entonces, no
han cesado. Es más, con todas las que se han producido, se corre
el peligro de perder la perspectiva y el significado de los
movimientos -muy importantes y significativos- realizados por sus
protagonistas.
En este artículo intentaremos integrar las informaciones, que
consideramos de mayor relevancia, en una explicación global de
la situación.
El nuevo gobierno
vasco. Algunas claves.
El nuevo Gobierno vasco, con Ibarretxe al frente, ha apostado por
el soberanismo, presionado, en parte, por su socio EA y en
coherencia con su programa electoral. Su opción por el ejercicio
de la autodeterminación ha sido apoyada por un sector muy
importante del electorado. Pero, más allá de afirmaciones
genéricas, se enfrentan al difícil reto de concretar plazos y
medios en el alcance de tal fin.
El programa de gobierno, que PNV y EA suscribieron el día 6 de
julio, consagra la búsqueda de la paz y la progresión en la
autodeterminación como objetivos primarios, concibiendo la
consecución de ambos de forma simultánea; no se trata, a su
entender de opciones tácticas alternativas.
Tal como estaba previsto, Ibarretxe fue investido lehendakari el
día 12 de julio, ocasión aprovechada para afirmar la
persistencia de un "profundo contencioso político en el
País Vasco". Ello indica que, a su juicio, ante problemas
políticos (la existencia del "conflicto vasco") se
precisan soluciones políticas (la negociación y el pacto en un
nuevo foro). En eso existe total coincidencia con Batasuna. La
diferencia entre ambas opciones nacionalistas consiste en que,
para solventar ese contencioso político, Batasuna y su mundo no
tienen reparos en emplear y justificar la violencia. Y para
avanzar en la resolución de este "conflicto", todo
indica que Ibarretxe se ha propuesto "dar la palabra al
Parlamento", sometiendo a referéndum lo que allí se
acuerde. Una especie de solución "a la canadiense"
(por lo que se refiere a las consultas planteadas en Quebec por
los secesionistas), tal como propugnó en su día su socio EA. En
cualquier caso, falta concreción en las fórmulas a seguir; pero
existe una clara voluntad de avanzar hacia mayores cotas de
autogobierno, con un alcance secesionista en última instancia.
Para este camino se contará con ETA, si ésta llegar a declarar
una nueva tregua; pero de persistir en la práctica del
terrorismo, también se pretende avanzar en la
autodeterminación. Ante tales perspectivas, José María Aznar
ya ha avisado, el pasado día 25 de julio, que se opondrá a
cualquier medida contraria a la Constitución y al Estatuto
vasco.
El PNV es un partido "realista" y posibilista. Por
realismo ha permanecido cómodamente instalado en el
"autonomismo" durante 20 años, hasta que por imperiosa
necesidad (frenar la progresión de Herri Batasuna, su competidor
político y retomar el liderazgo del conjunto del nacionalismo
vasco) se ha decantado por explorar nuevas vías denominadas
"soberanismo". En coherencia con su historia y su
talante, no parece probable que llegue a plantear esas
pretensiones en un sentido "rupturista", sino
"reformista", por emplear, analógicamente, la
terminología propia de la "transición española a la
democracia". Explorará, para ello, las posibilidades
legales contempladas en el Estatuto de Guernica y en la propia
Constitución española; siendo el primer paso la modificación
del Estatuto vasco, de modo que sea recogido el respeto a la
voluntad de los vascos libremente expresada, con pretensiones
confederales (lo que en los ambientes nacionalistas se conoce
como "el pacto entre españoles y vascos").
Otro elemento importante, para entender la orientación
estratégica del nuevo gobierno vasco, es la ratificación de
Balza como Consejero de Interior. Que se mantenga a quien fuera
tan criticado, por su pasividad ante la "kale borroka"
y la extrema politización de la Ertzaintza, no es ninguna
casualidad. Ello indica una total continuidad en ese sentido,
ratificando en este terreno la opción estratégica fundamental
por la autodeterminación.
El asesinato de Mikel Uribe, subcomisario de la Ertzaintza, el
día 14 de julio, es una seria advertencia de ETA a Ibarretxe y
al PNV: no permitirá que se convierta en una fuerza
"cipaya" al servicio de la policía española. Sin
embargo, esa evolución soberanista del PNV, paradójicamente, es
la gasolina que permite a ETA persistir en su estrategia; al
intentar con ello acelerar los plazos de ese camino secesionista,
también impulsado desde el gobierno de Vitoria.
Los partidos
constitucionalistas.
El PP y su aliado de UA no contaban con la derrota. No tenían
elaborado un "plan B", se dijo en los medios de
comunicación. Están desmoralizados. Reaccionan de forma
defensiva. Tienen miedo a la convocatoria de un referéndum.
Seguramente desconocen qué estrategias concretas seguirán el
Presidente del Gobierno español y el Parlamento nacional ante
semejante vicisitud. Temen especialmente, la situación en que
quedarían los militantes vascos del Partido Popular; generando
una gran incertidumbre el riesgo vital al que sus vidas están
sometidas.
Por otra parte, en algunos círculos políticos y mediáticos, se
plantea recurrir a las previsiones legales de la Constitución
para evitar un desmoronamiento del Estado en el País Vasco. Se
teme, en definitiva, que las "islas" abertzales
aumenten su espacio e influencia, provocando la consiguiente
desbandada en sus contrarios.
El popular Carlos Urquijo, según Charo Zarzalejos en ABC el día
12 de julio, afirmó que "en ocho meses tenemos
referéndum". En consecuencia, según algunos "vamos a
tener autodeterminación y además ETA nos va a matar".
El PSE-PSOE, que tampoco tenía un "plan B", con
Nicolás Redondo, pese a serias tensiones internas, persiste en
la línea emprendida: búsqueda de la unidad de los
"demócratas" y fidelidad a los acuerdos con el Partido
Popular. Se mantendrá firme en esta táctica en tanto el PSOE
nacional le respalde.
El movimiento
cívico de resistencia.
Un factor significativo, a tener en cuenta, ha sido la
remodelación, del nuevo equipo directivo de la Universidad del
País Vasco, acaecida de la mano de Manu Montero, a finales del
pasado junio. Con una orientación claramente nacionalista, se ha
marginado a los integrantes o simpatizantes del Foro de Ermua en
ese ámbito. Ello indica que, al margen de otras opciones, desde
el nacionalismo moderado se pretende desactivar al movimiento de
resistencia cívica, desarrollado con tanto esfuerzo y
sufrimiento en los últimos años.
Derrotados los políticos españolistas en la batalla electoral,
procede, por lo tanto, silenciar a las demás voces discrepantes,
en otros medios sociales, con su proyecto global. En eso consiste
el intento de "desactivar a los intelectuales" que
Edurne Iriarte denunciara en ABC el día 21 de junio.
Esta pretensión del nacionalismo moderado es adecuada al camino
soberanista emprendido: es válida si sirve para superar las
posibles resistencias. Y, en la consecución de ese total
predominio en la vida social y cultural vasca, acallar o anular a
este novedoso y sacrificado movimiento social, es determinante.
IU/EB.
Su papel, cambiante y dubitativo no es fundamental, pese a las
ambiciones personales de su líder Madrazo. Otra cosa es
anticiparse al sentido del voto que adoptaría su electorado,
caso de una consulta por la autodeterminación, situación a la
que los órganos directivos de Izquierda Unida vasca no tienen
reparos en apoyar.
ETA.
Nada indica que puedan producirse cambios significativos, en un
futuro a corto o medio plazo, en su estrategia y tácticas. Es
más, los atentados contra una gran variedad de objetivos
(militares, ertzainas, intereses turísticos, concejales de UPN,
etc.) indican que la organización terrorista mantiene abiertos
todos los "frentes".
Esos temores fueron confirmados el pasado día 21 de julio por el
consejero de Interior del gobierno vasco, Balza, al afirmar que,
por primera vez en muchos años, ETA celebró una asamblea en la
que se acordó continuar con la "lucha armada". En la
misma habría quedado aislado Mikel Albizu, "Antza",
casi único partidario de una nueva tregua. De nuevo se
materializa una constante histórica de ETA: los radicales se
imponen desplazando a los moderados.
Batasuna.
Todo sigue igual en esta organización, pese a sus aparentes
modificaciones externas tras la finalización del proceso de
debate interno "Bategiñez". Su cambio de denominación
(Herri Batasuna se llama ahora Batasuna), como la de sus
juventudes (de Haika a Segi, tras ser ilegalizada), nada novedoso
indica. Su estrategia se resume en lo siguiente: persistencia en
la línea ya marcada, socialización del conflicto, mantenimiento
de la confrontación en todos los "frentes",
inmovilidad pese a sus adversos resultados electorales cosechados
el 13 de mayo, subordinación de la acción política a la
"lucha armada".
Aralar.
Se trata de un factor realmente novedoso en este panorama, al
suponer el indicio de una posible reordenación interna del
conjunto de las fuerzas políticas nacionalistas, tras el vuelco
electoral experimentado. En cualquier caso, este nuevo factor
fortalece el camino hacia la autodeterminación, al engrosar
Aralar el número de los actores partidarios de las
"fórmulas políticas".
Seguramente sus promotores conocían el resultado de la
mencionada asamblea de ETA, lo que les proporcionó un argumento
decisivo en su ruptura con la nueva Batasuna. Esa decisión, que
les ha generado un gran sufrimiento -no había más que observar
la expresión de los rostros de los asistentes a la rueda de
prensa en la que informaron de la ruptura- nos ha cogido de
sorpresa; no la esperábamos. Pero no debemos caer en un
espejismo. Su pretensión sigue siendo la de formar parte de la
izquierda abertzale, pues no olvidan sus objetivos últimos y su
común "cultura política". Así, por ejemplo, Aralar
valora, así lo manifestó Patxi Zabaleta en un artículo
publicado en Gara el pasado día 11 de julio, al proyecto
soberanista de Ibarretexe como poco preciso.
Afirmaba, también en ese mismo escrito, que su apuesta por la
paz no es una opción estratégica, sino táctica. Ello quiere
decir que la paz no es un valor absoluto para este grupo, sino
simplemente un medio para la consecución de sus objetivos. En
consecuencia, si un día debe optarse por otra vía táctica
(apoyar la lucha armada, por ejemplo), así se hará si ello se
impone tras el correspondiente proceso dialéctico.
Su cultura política es, en resumen, de "izquierda
abertzale".
¿Qué futuro le espera a Aralar? Intentará hacer valer, ya ante
el PNV, como ante la propia Batasuna, sus presuntos miles de
votos, que corresponderían a buena parte de los procedentes de
Herri Batasuna desembarcados en PNV/EA para evitar el acceso de
los españolistas a Vitoria y que fueron determinantes para su
victoria. No podrá arrogarse tales votos indefinidamente, pero
es su capital inicial.
Si se presentan a las próximas elecciones municipales, lo que
parece difícil dado su reducido número de miembros (un informe
interno de HB los concretaba en poco más de 40 militantes, al
día en el pago de sus cuotas), el interrogante sobre su arraigo
real obtendrá puntual y concreta respuesta. Mientras tanto, esos
votos le harán valer, tanto en el seno de la izquierda
abertzale, intentando influir en su evolución pero ya fuera de
Batasuna, como de cara a un no descartado proceso de convergencia
con el PNV, de persistir la campaña de aislamiento desarrollada
hacia ellos por sus antiguos camaradas.
La sintonía de Aralar con Batzarre (los restos de las antiguas
LCR y MCE en Navarra), con Zutik (el equivalente del anterior en
el País Vasco) y Elkarri (el "movimiento por el diálogo
social" promovido por Víctor Aierdi y Jonan Fernández,
generado inicialmente en el seno de la izquierda abertzale y en
progresiva buena sintonía táctica con el PNV), podría ser la
base de iniciativas conjuntas, orientadas hacia la configuración
de un bloque de izquierda abertzale, fuera de la disciplina de
ETA. Este parece ser el sentido del apoyo que la dirigente de
Batzarre ha realizado en varias ocasiones a Aralar en las
últimas semanas, en particular en su artículo "La
decisión de Aralar" publicado el día 6 de agosto de 2001
en "Diario de Noticias de Navarra", al señalar que
esas formaciones "deben confluir en lo social y en lo
político".
Navarra.
Todo ello tendrá serias repercusiones en Navarra. Con el
asesinato del concejal de Leiza por UPN José Javier Múgica, ETA
ha afirmado con los hechos, que persiste en su voluntad de
obtener la independencia de una Euskadi en la que participe
Navarra a cualquier precio.
Pero, en cualquier caso, si ya existen serias dudas acerca de la
legalidad y virtualidad de un referéndum por la autoderminación
en el País Vasco, está claro, y aquí no existe duda doctrinal
jurídica alguna, que Navarra, comunidad diferenciada de la
autónoma vasca y con un claro voto mayoritario volcado en los
partidos UPN y PSOE, no puede vincularse a su hipotético
resultado. Aunque el planteamiento táctico del PNV admite esta
posibilidad, no lo hace con agrado sino por puro y elemental
realismo político.
Aquí radica otra seria discrepancia con ETA: PNV/EA sí concibe
una Euskadi independiente, de configuración gradual,
comprendiendo inicialmente a la actual Comunidad Autónoma Vasca,
sin Navarra. Aralar y Batzarre hacen propio este planteamiento
táctico.
En todo caso, Navarra seguirá siendo base de operaciones
nacionalistas de todo tipo, ya con perspectivas a corto o medio
plazo: culturales, políticas, económicas, sindicales, de
control de medios de comunicación locales, etc. Y ETA, para
afirmar su voluntad y programa, tendrá que seguir matando
también en Navarra. Lo de menos será la excusa política de la
que se sirva para ello.
Conclusiones.
La entrevista celebrada entre José María Aznar e Ibarretxe,
junto a las declaraciones de sus respectivos portavoces, ha
permitido fijar los términos precisos del debate político
presente. Aznar ha dejado claro que no se apartará un ápice de
las previsiones constitucionales y estatutarias, siendo su
prioridad la derrota del terrorismo etarra. Por su parte, para el
gobierno de Ibarretxe, la solución del terrorismo debe ser
paralela a las conversaciones políticas: es decir, avanzar en el
soberanismo mediante la concreción de fórmulas precisas que
supongan, previo desarrollo estatutario pactado, el ejercicio del
derecho a la autodeterminación.
Con tales presupuestos, en estos momentos, la confluencia de
ambos proyectos no parece fácil. Ambos posicionamientos son los
que marcarán el futuro político del País Vasco. En este
contexto, la violencia de ETA intentará condicionar, desde una
perspectiva rupturista, su pacífica evolución, con la
pretensión de acelerar los hipotéticos plazos.
Estas son, en definitiva, las premisas de la dialéctica futura
que marcará, política y socialmente, al País Vasco y a toda
España.
F. Basaburua.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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