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Declaración de San José y su porqué.
Excluir a los niños del derecho al voto beneficia a los poderes establecidos y a los intereses ahora representados en las urnas. En concreto beneficia la capacidad de decisión de quien no tiene hijos sobre la del que sí los tiene, a la hora de primar las consecuencias a corto plazo sobre las a largo plazo en las decisiones políticas de efecto diferido. El que crea futuro tiene que poder participar en su preparación
La Fundación Interamericana Ciencia y
Vida y su Comité Científico, al término de la cuarta edición
de la Universidad Internacional de Verano Ciencia y Vida (San
José de Costa Rica 25-28 de Julio de 2001), proclama, suscribe e
invita adhesiones a la
Declaración de San José
1.- El reto cultural más importante que tiene planteado el Siglo
XXI es la superación del individualismo. El individualismo
aísla de los demás y pone barreras a la comprensión de las
realidades sociales más básicas. Entre ella, la familia es la
más perjudicada.
La familia es el entrono propio de lo humano. Somos humanos
porque somos familiares y en la medida en que seamos más
familiares, más humanos seremos. Por ello, el mejoramiento de la
situación y condiciones de vida de las familias debe ser
objetivo prioritario de toda acción de gobierno.
2.- La mejor familia es aquella en la que mejor pueden criarse
los hijos y es ésta la que debe ser salvaguardada y legitimada
por los poderes públicos. Se trata de aquella en la que los
padres, varón y mujer, forman un matrimonio en unión permanente
de vida y amor al servicio de la prole y de toda la sociedad.
3.- El reconocimiento de la familia como ámbito de bienestar, de
equidad, de justicia y de realización implica la confianza. Los
gobiernos deben confiar en las familias: garantizar su libertad y
asegurar también su capacidad decisoria. Para ello, esta
declaración asume como meta alcanzar en los próximos años en
todo el mundo el derecho al voto de los niños representados por
sus padres.
Uno de los logros del siglo XX fue la extensión del sufragio
universal a la mujer, aun y cuando este derecho no esté
plenamente reconocido en algunos países. En el siglo XXI la
inclusión de los niños en el sufragio hará definitivamente
universal el derecho al voto, que es una exigencia irrenunciable
de la persona en una sociedad democrática. Toda vida humana, no
importa su tamaño, debe ser reconocida por la sociedad como
miembro actual y no solo potencial.
4.- La participación activa de la familia en las elecciones
implica otorgarle el voto a todo el núcleo familiar en
proporción a su tamaño. Consiste en la equiparación de la
ciudadanía a la nacionalidad: la extensión de los derechos
propios de la ciudadanía a todos los nacionales, incluyendo los
menores de edad.
El voto de los niños representados por sus padres es una
manifestación de que la familia es sujeto social de derechos.
Toda persona desde el inicio de su vida debe de tener el derecho
a su inclusión en el censo. El voto de cada menor de edad será
emitido por sus padres de acuerdo con el sistema que cada país
vea más conveniente y justo a sus circunstancias.
5.- El derecho al voto de los niños es también una necesidad
educativa. La sociedad necesita padres responsables que sepan
transmitir valores y actitudes saludables de generación en
generación conformando culturas de servicio en la que los niños
sean protagonistas. Los poderes públicos deben facilitar esta
tarea enseñando a enseñar en y desde las familias.
Una cultura y una sociedad saludables suponen el protagonismo de
los niños, para los que trabajamos y preparamos un mundo mejor y
plenamente incluyente. Vivir para los niños y apostar por la
familia es hacer futuro y es también una manera eficaz de
vacunarse contra el individualismo.
En San José de Costa Rica a 28 de Julio de 2001.
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Ahora le toca a los niños
La Fundación Interamericana
Ciencia y Vida ha conseguido poner de acuerdo a cientos de
profesores universitarios en torno a un tema: el derecho al voto
de los niños. La Declaración de San José del 28 de Julio
pasado, acordada al final del congreso que la Fundación organiza
anualmente, propone como meta democrática del Siglo XXI
garantizar el derecho al voto de los niños completando con esto
el ciclo para conseguir un efectivo sufragio universal en todos
los países. La propuesta supone un reto social y político de
largo alcance. Es, sin duda y por otra parte, un atractivo punto
de reflexión ideológica. Desde nuestra adhesión de principio a
que se garantice el sufragio a todos los seres humanos sin
importar su tamaño, veamos diez razones por las que conseguir
esta meta implica un salto de calidad democrática al que no
podemos renunciar.
1.- Los niños actúan en el mercado comprando (sus padres lo
hacen por ellos) potitos, silletas, pañales y juegos. De hecho,
los niños y jóvenes son los mayores consumidores en todas las
economías de servicios, derecho de compra y consumo que nadie
les niega aún y cuando sea representado. Pasar de la ciudadanía
mercantil a la política a través del voto parece ser una
reclamación básica de salud democrática.
2.- La democracia no es un estado sino un proceso. Es un sistema
que se encarga de distribuir poder de modo que éste no se
concentre en la cúspide y sea disfrutado por todos. Ampliar el
sufragio a todo el universo democrático supone garantizar la
justicia del ejercicio político aumentando la responsabilidad y
la población ante quien se rinde cuentas.
3.- Excluir a los niños del derecho al voto beneficia a los
poderes establecidos y a los intereses ahora representados en las
urnas. En concreto beneficia la capacidad de decisión de quien
no tiene hijos sobre la del que sí los tiene, a la hora de
primar las consecuencias a corto plazo sobre las a largo plazo en
las decisiones políticas de efecto diferido.
4.- Los niños son un universo genéricamente equitativo y su
inclusión en el censo haría más equilibrada y justa la
relación entre varones y mujeres.
5.- La apuesta de futuro que representan los niños con su
inclusión en el sufragio tendría un efecto beneficioso para la
salud, preservación y mejoramiento del medio ambiente.
6.- La inclusión de una nueva generación en la toma de
decisiones colectivas aumenta la solidaridad intergeneracional y
el compromiso de equidad y justicia que debe de presidir las
garantías sociales entre las capas activas y pasivas de la
sociedad.
7.- Gestar y criar niños en un hecho social. El protagonismo de
los niños a través del sufragio supondría la mejor campaña de
educación de adultos al hacer ver a éstos la responsabilidad
que adquieren ante toda la sociedad asumiendo la crianza de la
prole.
8.- Los niños generan alegría. Darles un nuevo tipo de
protagonismo social impregnaría nuestra cultura con nuevas
razones de contento y de amabilidad.
9.- Revertir el paso de una sociedad del ahorro a una sociedad
del crédito, donde se consume de manera efectiva es tiempo que
todavía no ha pasado, solo puede hacerse con ideas y propuestas
que cambien el punto de enfoque de la instantaneidad al futuro.
La inclusión de los niños en el sufragio implica necesariamente
ese cambio. Un cambio que, por otra parte, garantiza las
pensiones garantizando el ahorro.
10.- La solución de incluir a los niños en el sufragio es menos
mala que su contraria en todos los supuestos. La inclusión es
siempre socialmente mejor que la exclusión.
El derecho al voto de los niños será reconocido en un futuro
próximo. Tenemos aquí un debate para las agendas políticas de
los años venideros, aunque al final vamos a ir todos a la
carrera. En cuanto un país reconozca este derecho, el debate va
a estar en las formas y no en el fondo. La Declaración de San
José ha puesto sobre la mesa un debate de enjundia.
José Pérez Adán.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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citando su origen.