Si naciste en España después de
1985 eres un superviviente con suerte Uno de cada tres niños concebidos es asesinado con la complicidad del Estado, de sus Gobiernos, de su Parlamento... y con tu dinero |
|
IV Centenario de Sor Maria de Jesús de Agreda (1602-1665).
La voz de la consejera del rey
"Tiene el Infierno muchas cavernas y
mansiones de penas,
y todo él es una caverna infernal".
Sor María de Jesús de Agreda.
Para sus contemporáneos, y
para las generaciones inmediatamente posteriores, Sor María de
Jesús de Agreda no era sino la escritora "a quien la misma
Virgen llevaba la mano". Su propio confesor, Fray Andrés de
Fuenmayor, escribió: "Sabe que la dicha Madre Sor María de
Jesús tuvo ciencia infusa sobrenaturalmente, en grado superior y
eminente..."
María Coronel había nacido en Agreda, provincia de Soria, el 2
de abril de 1602, de Francisco Coronel y Catalina de Arana,
hidalgos castellanos. Tan piadosos eran sus padres que decidieron
separarse para entrar en religión: el padre entró con sus hijos
en un convento de franciscanos, y la madre con sus hijas en uno
de franciscanas, fundado en la que había sido su casa. En 1627
fundó otro monasterio de la misma orden, en la misma villa de
Agreda, del cual fue varias veces priora, y en el que recibió,
en 1643, la visita de Felipe IV. En el murió el 24 de mayo de
1665.
La santidad, inteligencia y misticismo de Sor María de Jesús le
supusieron una notable notoriedad. Sus "muertes
místicas" le hacían permanecer, durante varias horas
inmóvil e insensible para seguidamente alcanzar el éxtasis que
generalmente iba acompañado de arrobamientos y levitación.
También cuenta la leyenda que tenía, la Venerable, el don de la
bilocación. Fue vista por los indios xumanas de la Baja
California. Existe una crónica narrada por un franciscano que se
encontraba allí, fray Alonso de Benavides, que cuenta, la vio
predicando a los indios, con un vestido azul, es por ello que se
la sigue llamando la Dama Azul. Ella misma cuenta que quizá Dios
puso en su lugar un ángel para hacer realidad su sueño de ser
misionera.
Estos fenómenos motivaron las sospechas del Santo Oficio que
inició un proceso de investigación para dilucidar sus
actividades. Salió absuelta y ello fomentó más su fama. Su
proceso de beatificación iniciado por el Papa Clemente X, en
1765 (fue él quién la declaró Venerable) está en suspenso.
Su "historia" además; el hallarse voluntariamente
claustrada desde los doce años, y el entregarse en el claustro a
las más duras mortificaciones, atraía la imaginación hacia el
aspecto "santo" de la Venerable. Cuando Felipe IV, al
regresar de Zaragoza, se detuvo en Agreda, visitó a Sor María
por la fama de santidad de que ésta gozaba. Su "ciencia
infusa", sus arrobos, hacían creer en la aparición de una
nueva Teresa de Jesús, y el rey no quería desaprovechar la
oportunidad de una "guía" celestial, que le
descargaría del cuidado de tener que pensar y decidir por sí en
el que consideraba harto enorme negocio del Estado. Su obra
Mística Ciudad de Dios, se vio constantemente reimpresa en
España por espacio de cerca de un siglo, publicándose además
en latín y otros idiomas. De las demás obras de Sor María, las
que mayor predicamento alcanzaron fueron las Primeras y Segundas
Leyes de la Esposa, el Testamento Espiritual y el Mapa de los
orbes celestiales y elementales, desde el cielo empíreo hasta el
centro de la Tierra, y lo principal que en ella se
contiene".
Lo que hoy constituye su gloria, es aquello que sus
contemporáneos no pudieron jamás sospechar que la
inmortalizara: la correspondencia sostenida con Felipe IV por
espacio de veintitrés años. Como mística, en nuestra
literatura, ocupa un lugar secundario; como "directora"
de Felipe IV, y hasta, más genéricamente, como inspiradora de
gobernante, su puesto, en la literatura y en la historia, no ha
sido sobrepasado.
Sor María de Jesús de Agreda no desea influir en el ánimo del
Rey para disponer, en provecho propio, de esta influencia. Ni
siquiera aspira a captar su voluntad. Lo que intentó, a lo largo
de todas sus epístolas, fue darle voluntad propia. En su
correspondencia con el Rey fue siempre una consejera de
indiscutible "equilibrio", que no expresó sino ideas
honradamente sentidas y maduradas, y cuyo defecto fue tal vez
precisamente el de una cordura de alcance excesivamente corto: el
considerar la política bajo un ángulo demasiado estrecho. Sor
María de Jesús de Agreda no pretendió nunca hablar al Rey con
voz inspirada por la Divinidad, sino según la voz popular; todos
sus consejos pueden resumirse en éste: el Rey debía gobernar
por sí mismo.
Este "gobernar por sí", sería lo que le haría decir
a Olivares, a quien sin duda el Rey lo repitiera en un momento de
enojo -o de valentía- que las monjas sólo debían rezar.
La correspondencia abarca desde 1643 hasta 1666, o sea hasta la
muerte de la Venerable. Por aquellos años en los cuales los que
aspiraban a influir en el negocio público valíanse de las más
bajas adulaciones, una pobre monja, desde su humilde convento
castellano, escribía al Monarca: "El reinar tanto tiene de
peso como de grandeza, y el trono real no es asiento de descanso
ni de retiro, sino de solicitud para el bien común de
todos.".
Francisco Arias Solis.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a
disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y
citando su origen.