Si naciste en España después de
1985 eres un superviviente con suerte Uno de cada tres niños concebidos es asesinado con la complicidad del Estado, de sus Gobiernos, de su Parlamento... y con tu dinero |
|
Zuera y el modelo penitenciario español .
La macrocárcel de Zuera se inauguró, finalmente, este pasado verano, si bien se habían concluido sus obras 5 años atrás. Pero lo relevante del caso no es tanto ese dato tan chocante, como la cotidiana realidad a la que deben enfrentarse los muchos cientos de personas implicadas en esa "sociedad cerrada"
Una prisión en funcionamiento a
los 5 años de terminadas las obras.
La definitiva apertura de la macrocárcel de Zuera, situada entre
Zaragoza y Huesca, tuvo lugar en pleno verano de 2001, poniendo
fin a una larga incertidumbre cuya consecuencia más llamativa
fue que durante cinco años permaneció cerrada, pese a haberse
terminado las obras de edificación y su equipamiento. Esa demora
fue efecto de una decisión del anterior presidente del Gobierno
de Aragón, el "popular" Santiago Lanzuela, quien
asumió como compromiso personal que, ante las presiones de los
habitantes de la zona y otros colectivos, mientras él ocupara
ese puesto, Zuera no se abriría. Con un importante debate social
y unos intereses partidistas que jugaron a fondo múltiples
bazas, se estudiaron posibles usos alternativos: centro de
formación profesional, residencia de la tercera edad, centro
social multifuncional, etc. Tales intentos no pasaron de tímidos
amagos, sin llegar a plantear una propuesta consistente.
La apertura de una macrocárcel no es una novedad: muchas han
sido las puestas en funcionamiento en los últimos años,
siguiendo un modelo standard, de similares características
arquitectónicas, en las que predomina el factor seguridad,
siendo común circunstancia su lejanía de las ciudades (¿acaso
contaminan?). Esto último responde a un criterio
extrapenitenciario. Si cerramos dos viejas prisiones,
generalmente bien situadas -urbanísticamente hablando- en otras
tantas capitales de provincia, se venden los solares y con las
ganancias obtenidas se construye una nueva prisión de grandes
dimensiones a caballo entre ambas ciudades. Es el caso de Zuera:
a 44 kilómetros de Zaragoza y a otros tantos, casi, de Huesca.
Inicialmente se ocuparon 5 módulos de hombres y 1 de mujeres con
los contingentes de internos procedentes de Torrero y Huesca. El
nuevo centro penitenciario aragonés acogió, por otra parte, a
internos procedentes de prisiones levantinas, mientras que muchos
aragoneses encarcelados en la de Daroca también han solicitado
su traslado a Zuera. Aunque con una capacidad inicial de 1.008
internos, no cubierta de momento, su número podría duplicarse
en el supuesto de ocupar todas las literas instaladas; aunque, en
palabras del Director General, no está contemplado que albergue
a más de 1.500. En cualquier caso, ya sea 1.008 o 1.500, se
trata de un número que excede en mucho el de los aragoneses
encarcelados; por lo que todo indica que Zuera será el destino
de numerosos internos magrebíes desarraigados o el de presos y
penados conflictivos procedentes de las saturadas prisiones
andaluzas y levantinas. Los servicios necesarios han sido
cubiertos con los funcionarios que trabajaban en ambos centros,
estando previsto que, dentro de unos pocos meses, se incorporen
unas decenas más, como consecuencia del concurso de traslados
del año 2001 convocado por la Dirección General de
Instituciones Penitenciarias.
Las antiguas prisiones de Torrero y Huesca permanecen,
provisionalmente, como Centros de Inserción Social (C.I.S., en
lo sucesivo) que atienden a los internos que disfrutan del
régimen del tercer grado o de la libertad condicional, en tanto
se habiliten los C.I.S. definitivos.
El criterio determinante del alejamiento de las macroprisiones
españolas de las ciudades es puramente especulativo, ya lo hemos
afirmado. Ciertamente, el sistema tiene algunas ventajas: la
seguridad particularmente, así como tratarse de un modelo muy
estudiado y aplicado en múltiples casos, lo que permite una
rápida implantación y una mejora técnica constante. Por ello
se ha pretendido exportar este modelo a otras latitudes,
especialmente América Latina, por lo que toda visita de
directivos penitenciarios españoles a otros países tiene ese
objetivo concreto: "vender" el centro - tipo y exportar
tecnología y organización penitenciarias.
La apertura ha encontrado las dificultades previstas: traslado
masivo de los internos en un par de días, algunas deficiencias
técnicas en los sistemas electrónicos, cierta división inicial
entre las plantillas procedentes de los centros de Zaragoza y
Huesca, primeras movilizaciones de asociaciones críticas con el
actual sistema penal - penitenciario
Antonio Asunción y
los centros tipo.
Antonio Asunción, a quien se echa de menos en prisiones no tanto
por sus malas maneras, como por su gran capacidad de trabajo, fue
el artífice de ese complejo programa que ha dado lugar a la
actual realidad material de la mayoría de las prisiones
españolas. Con el apoyo del gobierno socialista, lo llevó
adelante en contra de todos los colectivos implicados (sindicatos
de funcionarios, colegios profesionales, etc.), con los que no
contó en ningún momento.
En la valoración general del "estilo" y
"ambiente" de los nuevos centros, se produce una
curiosa coincidencia entre los veteranos, ya sean internos o
funcionarios: las antiguas "provinciales" eran más
humanas, sufriendo, todos ellos, una cierta despersonalización
en el desarrollo de las relaciones humanas y profesionales, una
vez ubicados en las "macros".
Con la red de nuevos centros se despeja, por muchos años, el
problema de la endémica falta de plazas penitenciarias. No en
vano, por mucho que aumente la población interna (y así está
sucediendo), estos centros tienen la capacidad de absorberla, con
el simple método de ocupar la litera con que cada celda, pensada
en principio para una persona, suele estar amueblada.
Con una inversión de 9.000 millones de pesetas, Zuera reúne las
mismas condiciones físicas y arquitectónicas que el resto de
los centros tipo: capacidad para 1.008 internos, muro de 6 metros
de altura, cinturón de seguridad de 20 metros, complejos
sistemas electrónicos de vigilancia y control centralizados
desde una llamativa super torre, 14 módulos de 72 celdas cada
uno, un módulo con 36 celdas de aislamiento, una enfermería con
64 camas, zonas infantiles en el módulo de mujeres para niños
menores de 3 años, talles formativos y ocupacionales, zonas
deportivas comunes (gimnasio, pabellón deportivo, dos pistas de
squash, campo de fútbol al aire libre, ocho pistas de
minifrontón y una piscina), nueve aulas de enseñanza, aula de
música, otra de fotografía, una de medios audiovisuales,
biblioteca, etc.
El Partido Popular
y la política penitenciaria.
Desarrollar este plan fue una decisión personal avalada por el
gobierno socialista de turno. Decisión que encontró aplicados
seguidores entre los miembros del actual equipo gestor de la
Dirección General, encabezado por Angel Yuste, nombrados por un
Partido Popular que en este asunto, como en tantos otros, no ha
sido capaz de desarrollar una política propia: total
continuidad. Otra clave parece explicar la acción penitenciaria
"popular": lo importante es no salir en "las
noticias"
No importa que sean miles de kilómetros los que tengan que
recorrer los funcionarios cada año, lo que les ha llevado a
concentrar las jornadas laborales en turnos complejos y de dudosa
legalidad (¿no tienen algo que decir los responsables de salud
laboral?), al objeto de suprimir trayectos. Ello lleva a
"atracones" laborales y las posteriores
"desconexiones" de los trabajadores con la realidad
cotidiana del centro, lo que dudosamente incide en una mejor
calidad del servicio.
Otro de los colectivos afectados directamente es el de los
abogados, que encuentran una mayor dificultad física en la
comunicación con sus defendidos. Antes les bastaba con recurrir
a un autobús urbano, cuando no se trasladaban a pie. Ahora, caso
de Zuera, los letrados deben realizar 88 kilómetros (ida y
vuelta desde Zaragoza), y de trasladarse desde Calatayud o Borja,
por poner otros ejemplos, ya son 300. Pero quiénes más sufren,
con esta problemática, son los familiares que quieren mantener
las comunicaciones orales de fin de semana y las especiales
(conocidas como vis - vis) con sus seres queridos encarcelados.
Los riesgos de la carretera, la despersonalización propia de las
grandes estructuras; nada de ello importó al Sr. Asunción ni a
los gestores posteriores. No se consultó a ningún colectivo, no
se estudió una programación alternativa. "Ordeno y
mando". Y punto. Ya se sabe: "estamos en una
democracia, pero no en una democracia asamblearia"
Las líneas maestras de la política penal y penitenciaria del
futuro ya están determinadas por la actual realidad física de
estos centros. Son muchos años, los que esperan a los
funcionarios, cargados de kilómetros y padecimientos. Hasta
poder optar a la llamada "segunda actividad" (que
permite a algunos colectivos del sector trabajar en áreas de
oficinas fuera del contacto con los internos y sin los
concentrados horarios actuales), o prestar servicio en organismos
no pertenecientes a la propia Dirección General (la famosa
cláusula "X 11" ha impedido, hasta la actualidad, que
los penitenciarios pudieran trabajar fuera de la misma), pocas
expectativas profesionales esperan al grueso de los funcionarios
de prisiones españoles.
Ya lo hemos señalado en algún otro artículo. Cuando un joven
funcionario penitenciario inicia con ilusión, y previa
formación orientada idílicamente al tratamiento, su profesión,
le esperan muchos años de vigilancia, viajes, horarios
atípicos, falta de contacto con sus directivos, mínima
promoción, ninguna consideración social. Ante ello, esas
pequeñas puertas, que antes mencionábamos, deben abrirse, para
que algunas expectativas reales de cambio y mejora se alojen en
la esperanza de miles de funcionarios desmotivados.
La esperanza de los
Centros de Inserción Social.
El sistema ya está casi cerrado, podemos concluir, lo que es
determinante, en primer lugar, en el presente y futuro de los
internos. No es previsible, en varias décadas, un cambio en la
tendencia general del mismo. La única posibilidad de innovación
en el sistema penitenciario español radica en potenciar con
contenidos diferenciadores netos la clasificación interior con
vistas al acceso (trabajo real, apoyo efectivo, programas
individuales) a un régimen de tercer grado con garantías. Para
ello, la actual red de C.I.S., radicada en su mayor parte en
viejas prisiones destinadas a su desaparición, deberá
extenderse y dotarse. Sin embargo, parece que son pocas las
previsiones presupuestarias y programáticas que, al parecer
existen, sin olvidar naturalmente alguna llamativa novedad, que
se empieza a implantar, como es el caso de las
"pulseras" para control a distancia de algunos
colectivos de internos en tercer grado. Esta es una asignatura
pendiente que, además, podría abrir expectativas profesionales
a los funcionarios interesados en un estilo distinto de trabajo,
más centrado en el tratamiento, en un medio ciudadano
relativamente normalizado y con ausencia de controles rígidos.
Se trata de uno de los pocos campos, el del desarrollo definitivo
de los C.I.S., en el que el Partido Popular podría marcar una
línea propia que le diera una autonomía respecto a la política
socialista; una política que se ha verificado como un sólido
conjunto de directrices maestras que han predeterminado el
presente y futuro sistema penitenciario y del que los
"populares" no han logrado despegarse.
José Basaburúa.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a
disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y
citando su origen.