|
Los cristianos, pilar de la cultura musulmana.
Si se observa los países donde ha habido "cultura musulmana", se observa que con anterioridad a su invasión habían florecido culturas anteriores: los sirios, los egipcios, los persas, los romanos, los griegos, los bizantinos, los visigodos, los indios, etc...
Efectivamente, y por muy paradójico que
nos pueda parecer, podemos afirmar que el tan cacareado esplendor
cultural musulmán no hubiera sido tal, sin las aportaciones
hechas por los sabios y eruditos cristianos: la Medicina, la
Astronomía, las Matemáticas, la Filosofía y aún la propia
lengua y literatura árabes, entre otras materias, fueron
admirablemente trabajadas, desarrolladas y difundidas por
cristianos de todas las razas y pueblos, por todo el orbe
musulmán.
De entrada, no podemos ignorar la enorme influencia que tuvo el
cristianismo en la configuración de la doctrina mahometana, un
cristianismo que había alcanzado los diversos rincones del golfo
Pérsico y la península arábiga, incluyendo las desarrolladas
civilizaciones del Sur de ésta, como por ejemplo el casi mítico
reino de Saba, en el actual Yemen. No en vano, la lengua y
literatura árabes experimentarán un sustancial empuje, que
contribuirá a fijar sus formas clásicas, es decir, la que de
alguna manera será después la lengua árabe culta, gracias a la
actividad de poetas cristianos pre-islámicos como An Nabigha,
Abi Ibn Zaid o Imru ul-Qays.
No obstante, esta incipiente cultura arábigo-cristiana estaba
tocada de muerte por un naciente y vigoroso islamismo que no
contemplaba la posibilidad de permitir el desarrollo de otra cosa
que no fuera el Islam: la aniquilación y exterminio de tribus de
religión judía y del Cristianismo árabe constatan que estas
intenciones eran algo más que simplemente eso; después, y como
botón de muestra, veremos al califa Omar I, sucesor de Mahoma, a
quemar la grandiosa Biblioteca de Alejandría tras la conquista
de Egipto (642), por uno de sus generales, Amr ibn al-As.
Antes de que Egipto cayera bajo poder musulmán, lo hizo Siria,
tras la batalla de Yarmuk (636), la gran desconocida del Oriente
Próximo; de los sirios, en concreto del reino de Osroene, se
puede afirmar que conformaron la primera Iglesia nacional
cristiana de la Historia, allá por los albores del S. III, mucho
antes de que el Imperio romano hiciera del Cristianismo religión
oficial y antes también de que naciera la Iglesia nacional
armenia, precisamente deudora de la siria, y de la que se afirma,
es la primera nación convertida al cristianismo.
En cuanto a la cultura[1] y la ciencia se refiere, serían los
traductores sirios los que harían posible la difusión por todo
el orbe musulmán, de numerosos textos greco-latinos que
desarrollaban temas científicos, filosóficos o literarios;
fueron ellos quienes facilitaron dichos textos a los cristianos
nestorianos de la escuela de Yundi-Chapur, en Babilonia, desde la
que se desplegaría una poderosa actividad intelectual y
científica, especialmente en cuanto a la Medicina se refiere, no
en vano, Yundi-Chapur era también una afamada escuela de
Medicina, lo cual puede explicar por qué llegó a convertirse en
algo tradicional el que el puesto de médico de palacio, recayera
en cristianos, lo que nos indica así mismo, el grado de
confianza que los dirigentes musulmanes tenían en estos; -
tampoco era raro que sirios, griegos o persas ocuparan puestos de
alta responsabilidad en la administración musulmana: de hecho,
sus sistemas administrativos y sus respectivas lenguas fueron
asumidas por los invasores para su propia administración -. En
dicha escuela, además, es donde los filósofos árabes de la
escuela de Basora entran en contacto con la filosofía griega, en
especial Aristóteles. Uno de los genios más sobreasalientes en
éste ámbito geográfico, sometido también a la influencia
persa e india, fue Yahyah-ben-Masanaih, cristiano nestoriano,
médico de palacio y director de la llamada Casa de la Sabiduría
de Bagdad, importante escuela politécnica y observatorio
astronómico, donde no sólo se estimuló la traducción al
árabe de obras que se difundirían por todo el mundo islámico,
sino que también propició la creación científica; así, el
desarrollo de temas matemáticos, filosóficos y especialmente
médicos, destaca en este sentido la Introducción a Galeno de
Hunain-ben-Ishak, discípulo del anterior , son una prueba de la
erudición e inquietud intelectual de los cristianos.
La influencia bizantina, por su parte, fue enorme, algo que se
descubre especialmente en la Península Ibérica: los bizantinos,
amenazados por los abbasidas y conociendo la inquina que hacia
los mismo sentían los, por ellos, derrocados omeyas, decidieron
entrar en tratos amistosos con estos últimos, que se habían
establecido en Al-Andalus, a fin de ganar un aliado con el que
conjurar dicha amenaza; así, Constantino VII, para congraciarse
con el califato ibérico, envía una embajada a Córdoba que
llevará al califa Al-Hakam II un ejemplar de Materia Médica de
Dioscórides como presente, junto con un monje, Nicolás, el cual
ayudaría a traducir dicha obra, si bien otras fuentes indican
que dicha traducción fue realizada por un tal Ibn Shaprut;
además de ésta es posible que se enviara otra, una obra del
Pseudo-Apolonio de Tiana, lo que nos lleva a plantearnos la
posibilidad de que fueran enviadas más obras... Poco después,
sin embargo, Almanzor llegará a quemar unos 400.000 volúmenes
de la biblioteca de Al-Hakam II, espoleado por el fascinante
pueblo andalusí.
También durante el califato de Al-Hakam los bizantinos ayudaron
a construir los mosaicos que adornaban la gran mezquita de
Córdoba y algunas de las peculiaridades de esta mezquita, como
la cúpula polilobulada ante el mihrab, cuentan con precedentes
en iglesias bizantinas (Hosios Lucas). Asimismo se conoce la
influencia que tuvo el Libro de las Ceremonias bizantino sobre el
ceremonial cordobés del siglo X.
Y ya que estamos en España, detengámonos un momento en otro de
los capítulos más interesantes y grandiosos de su Historia, y
precisamente por ello, ignorado por la historiografía
políticamente correcta: los mozárabes... Grande debió ser la
influencia de aquella raza (la mozárabe) en la cultura
muslímica, que era en el siglo VIII inferior a la nuestra, y
brilló después con tan inusitados esplendores, llega a afirmar
Menéndez Pelayo en su Historia de los heterodoxos españoles, -
citado por la insuperable Historia de los Mozárabes de F.J.
Simonet -.
Orlandís, en su Vida en España en tiempo de los godos, nos
habla del ardiente deseo de libros de los monasterios
hispano-godos y de la profunda erudición de algunos de sus más
célebres eclesiásticos, como Eugenio I varón docto con
conocimientos poco comunes en el campo de la Astronomía y la
Matemática, - y que llegaría a ser Papa -, y por supuesto, San
Isidoro de Sevilla, autor de las soberbias Etimologías u
Orígenes que tanto influirían después en los intelectuales del
orbe cristiano.
Pues bien, con este precedente cultural, no es raro encontrar en
la Córdoba ya musulmana, sobre cuya catedral, por cierto,
erigieron los invasores su mezquita, a eruditos preclaros en el
campo de la Filología, tanto en lo que se refiere a la lengua
latina y griega como a la hebrea y árabe, o la Medicina, la
Poesía, compuesta en árabe o latín, o la Filosofía. Aquí en
Córdoba, como en Bagdad, encontramos a un cristiano, Yahya ben
Isaac, como médico personal de Abderrahman III; Juan, el hijo de
Isaac, que así se llamaba dicho médico en castellano moderno,
fue además autor de Las pleuresías, obra de Medicina de la que
los musulmanes ibéricos tomarían buena nota, como sus propios
testimonios indican.
San Eulogio, conocido por ser el máximo representante del
movimiento de los mártires voluntarios, destacó por su celo en
salvaguardar la lengua y la métrica latina y aún en la cárcel
se dedicó a elaborar un Tratado sobre métrica con el fin de
facilitar y estimular la composición en dicha lengua. Podríamos
también citar al obispo Recemundo, cuyos conocimientos en
Astronomía y Filosofía, continúan la tradición del ya
mencionado obispo Eugenio I.
Por otro lado, y coherentes con ese antiguo deseo ardiente de
libros, los cristianos mozárabes se preocuparon de traer del
Norte de España, de Navarra al parecer, diversas obras entre las
que destacan La Ciudad de Dios de San Agustín, la Eneida de
Virgilio, las Sátiras de Juvenal y Horacio, los Tratados de
Porfirio, las Fábulas de Avieno y otras muchas obras de
Filosofía, Teología, etc. En cuanto a la Arquitectura se
refiere, no podemos olvidar la influencia visigoda de algunos
elementos como el arco de herradura y diversas técnicas de
construcción
En definitiva, las aportaciones de los cristianos, son tantas y
tan fundamentales, además de tan tempranas, que bien podemos
afirmar que, efectivamente, estas constituyen uno de los pilares
fundamentales del posterior esplendor cultural musulmán.
Por supuesto, no podemos obviar las importantísimas aportaciones
que hicieron persas e indios, principalmente: por ello, nos
atrevemos a afirmar que el esplendor de la cultura y
civilización islámica se explica más por la privilegiada
posición que ocupó su imperio, en contacto con o sobre culturas
muy desarrolladas, que por el bagage cultural que los invasores
árabigo-islámicos poseían.
Por último, como nota curiosa, quisiera recordar el artículo de
José Basaburua sobre el nacimiento del nacionalismo árabe
moderno, publicado en el Nº 31 de la revista digital Arbil, en
el que se afirma que dicho nacimiento se debió a la labor
intelectual de Michel Aflaq, cristiano sirio.
J.M. Quintana
Notas
[1] Reproduzco algunos poemas
de autores cristianos sirios por su belleza y como tributo a esa
porción de Cristiandad tan admirable:
«Edessa envió a Cristo una carta pidiéndole viniese y la
iluminara. En provecho de todos los pueblos intercedió ante Él
para que dejase Sión, que Le odiaba, y viniese a los pueblos que
Le amaban»
«Shamuna, nuestra riqueza, más rico eres tú que los ricos.
Pues ¡mira! Los ricos están a tu puerta y tú puedes
aliviarlos. Pequeña es tu villa, pobre tu comarca. Quién te
concedió Que señores de villas y ciudades cortejasen tus
favores. ¡Mira! Jueces revestidos de trajes y ornamentos cogen
polvo de tu umbral, cual si fuese elixir de inmortalidad. La cruz
es rica y colma de riqueza a sus adoradores; Y su pobreza
menosprecia a todos los ricos del mundo. Shamuna y Guria, hijos
de pobres, ¡mirad! A vuestras puertas, Se curvan los ricos que
esperan de ti satisfagas sus necesidades. El Hijo de Dios en
pobreza y necesidad demuestra al mundo que todas sus riquezas
nada valen».
Jaime de Sarug, S. III
«Oh, si mi madre no hubiese alumbrado ningún hijo, ni mi
nombre hubiese encontrado sitio en la historia. Cómo añoro la
tierra de mis padres de antaño, Damasco, la patria de mi raza».
Jabala, jefe cristiano gasaní y poeta, tras la batalla de
yarmuk, (año 636)
****
Bibliografía
Dawson, Christopher Los orígenes de Europa Ed. Rialp
Signes Codoñer, Juan Andalusíes y bizantinos Estudios
bizantinos del CSIC (en Internet)
Simonet, F.J. Historia de los mozárabes Ed. Turner
Vidal, César El legado del cristianismo en la cultura occidental
Ed. Espasa
Nicolle, David Yarmuk 636, Osprey – Ediciones del Prado
Orlandís, José La vida en España en tiempos de los godos Ed.
Rialp
García de Cortazar, Fernando y González Vesga, Jose Manuel
Breve Historia de España Ed. Altaya.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a
disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y
citando su origen.