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La política es cosa de los pintores.
El Congreso del PP afirma un marco preciso: patriotismo constitucional contra nacionalismo excluyente y sociedad estable y competitiva. Pero... ¿y los contenidos culturales, educativos y sociales?
La única cuestión que podía calentar
el XIV Congreso Nacional del Partido Popular quedó resuelta a
las pocas horas de que Arenas lo inaugurara con tono festivo. No
hubo que esperar mucho para que Álvarez Cascos se mostrara
dispuesto a negociar las enmiendas que propugnaban la reducción
de mandatos a través de los Estatutos. El que durante años
fuera casi todo en el PP, pareció conformarse con haber salido
del triste olvido del Ministerio de Fomento. Después de haber
montado un buen revuelo en los días precedentes, Cascos entró
en el recinto del Palacio de Congresos del madrileño Campo de la
Naciones rendido. Quién sabe si su objetivo era sacar de nuevo
la cabeza o si sus enmiendas -también esto- formaban parte de la
perfecta organización del Congreso.
El caso es que con Cascos vuelto al redil y aplaudidos en la
inauguración los tres vicesecretarios generales -Rajoy, Rato y
Oreja- casi por igual, el melón de la sucesión quedó sin
abrir. Si acaso resaltó que todo el mundo hablara de la
necesidad de formar un equipo compacto para cuando Aznar lo deje.
Disciplina y orden en un partido en el que hasta no hace muchos
años demasiadas cosas acaban como el Rosario de la Aurora.
Más relevantes que los cambios en el organigrama -excepción
hecha de algún interesante ascenso como el de Eugenio Nasarre-
son las ponencias. Los cuatro textos que han servido de
referencia a este decimocuarto Congreso constituyen una
fotografía precisa del espíritu que anima al Partido Popular.
En especial las dedicadas al patriotismo constitucional y a la
sociedad del pleno empleo. Las ideas del patriotismo
constitucional provienen de filósofo socialdemocráta alemán
Habermas y han sido masticadas por algunos líderes del PP de
claro origen liberal. El primero en utilizar esta expresión fue
Zapatero en alguno de los discursos en los que se estrenó como
secretario general del PSOE. Pero no hay quedarse en el nombre.
La lectura sosegada de la ponencia revela que esta expresión la
utiliza el PP para dar forma a la batalla que desde el final de
la última legislatura es la que define su identidad: la batalla
contra el nacionalismo excluyente. Desde hace ya muchos
congresos, el popular es un partido pragmático, quizás sería
mejor decir "coyunturalista". Es un partido que ha
renunciado a adoptar fórmulas ideológicas precisas. Inventa
expresiones, como la del centro reformista, pero no dedica
grandes esfuerzos a dotarlas de contenido. Sus señas de
identidad provienen más de cuestiones concretas y coyunturales:
la denuncia de la corrupción para derrocar a González, la buena
marcha de la economía, el peso internacional de España, etc. De
todos los problemas a los que tiene que hacer frente, como
partido en el Gobierno, uno para definir su perfil político: la
lucha contra el nacionalismo excluyente. El objetivo de la
ponencia estrella del Congreso ha sido la de rebatir una
nacionalismo de carácter etnicista, acrítico y desleal con el
pacto de la transición. Y a la ponencia no le falta interés
cuando denuncia los límites de muchas pertenencias nacionalistas
o cuando defiende la necesidad de una identidad no étnica sino
de carácter civil y político. También es destacable que se
afirme que "España, la pluralidad de sus pueblos, es
una realidad objetiva suficientemente fuerte y homogénea para
que todos la asumamos con comodidad, abiertamente, sin
complejos".
Pero al definir la personalidad del propio partido por pura
reacción a problemas concretos, en este caso el del nacionalismo
excluyente, su identidad es vaga, circunstancial. Al nacionalismo
excluyente se le opone como alternativa la España del gran pacto
de la transición, el país que supo superar siglos de
enfrentamientos fratricidas, que zanjó el problema religioso y
la cuestión social. Esta terminología suena muy vieja porque
España se ha dejado de concebir a sí misma en los términos
problemáticos de la generación del 98 desde hace mucho tiempo.
Pero es que, además, la gran conquista del pacto constitucional
debe ser un punto de partida, una herramienta que necesita
hipótesis que ensayar en cada momento y no un término de
llegada. Da la sensación de que el PP quisiera identificarse
como partido con ese gran marco que es la Constitución. De hecho
se dice en la ponencia: "entendemos el patriotismo
constitucional como un concepto marco. No exige que todas las
sensibilidades políticas tengan la misma y coincidente idea de
España. Lo importante es respetar los núcleos de convivencia:
pluralidad, tolerancia, libertad; autonomía y unidad. El
patriotismo constitucional es un concepto abierto".
¿El PP es entonces un simple partido-marco, un partido sin
hipótesis propias? La respuesta precisa se encuentra en la
segunda ponencia. En este gran marco lo que se construye es la
sociedad de las oportunidades que tiene a "la persona
como centro de la atención política, en contraste con actitudes
paternalistas y dirigistas". La sociedad de las
oportunidades es una sociedad con más libertad y más
competencia. Se recoge así lo más sano de la tradición
liberal. Y no es casualidad que la ponencia tenga un fuerte
contenido económico. Más oportunidades significa mayor
equilibrio presupuestario, mayor competencia, mayor libertad de
mercado, mayor dotación de capital humano y mayor calidad de la
formación. Tenemos al Partido Popular radiografiado: estabilidad
institucional y sociedad económicamente abierta. No hay
hipótesis para la cultura, no hay hipótesis para los servicios
sociales... no hay hipótesis políticas para muchas cosas. La
sociedad se identifica con el mercado, debidamente corregido con
el estado del bienestar, y la hipótesis de política educativa
es sólo una calidad que se refiere a los contenidos de un modo
genérico. La sociedad española, como todas, no es un terreno de
juego neutral.
Si el PP se dedica sólo a liberar obstáculos para hacer
posibles mayores oportunidades, hay otros poderes que sí tienen
hipótesis culturales, educativas y sociales y que son las que
les acaban haciendo la política en estos terrenos. A los
populares no les importa lo más mínimo. Ellos no ganan las
elecciones para ocuparse de esas cosas. Las ganan para
convertirse en el marco, el lienzo es de los pintores.
Fernando Rioja.
Este artículo ha sido publicado en el número 53 de
"Páginas" (febrero, 2002), revista de la Asociación
Cultural Charles Péguy de Madrid, (www.paginasparaelmes.com).
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