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Por la Vida, la Familia, la Educación, la dignificación del Trabajo, la Unidad histórica, territorial y social de la Nación, y por la Regeneración Moral y Material de nuestra Patria y el mundo | ||
| Revista Arbil nº 63 | |
Una minoría no escuchada por Fernando Rodríguez Doval La llamada postmodernidad ha traído consigo una gran cantidad de conceptos que comienzan a formar parte de la vida del hombre de hoy. Quizá el más celebrado de todos sea el de "tolerancia", pero no podemos soslayar la noción de "minoría" como palabra en boga que pretende definir a todos aquéllos que, por una u otra razón, se encuentran en un estado de indefensión frente a los poderosos e importantes. | |
| Función del Estado debe ser, según los juristas contemporáneos, defender los derechos de todas las minorías, entre las cuales se suele incluir a los homosexuales, indígenas (en el caso de las naciones de Hispanoamérica), inmigrantes, discapacitados y a todos esos colectivos sociales aparentemente vulnerables. Sin embargo, existe una minoría -entendida como grupo desvalido en franco estado de desamparo-- extrañamente ausente de este discurso progresista y políticamente correcto de nuestros días. Me refiero a esos seres humanos que no han salido del vientre de sus madres pero que ya fueron concebidos y que ya son diferentes a todos los demás. Seres que son los más frágiles, los que piden a gritos más protección, más atención, más campañas a su favor porque ellos todavía no son capaces de defenderse a sí mismos. Seres que, siendo inocentes de cualquier cosa, son condenados a muerte sin oportunidad de defenderse, de ser escuchados en un juicio, de pedir clemencia porque su suerte ya está decidida por los que sí nacieron. En una época en la que cada vez aterra a más personas la pena de muerte por considerarla inútil, vengativa e inhumana; en un tiempo en el que hay día con día más y más organizaciones y grupos que dicen defender los derechos humanos frente a los abusos de la autoridad; en una era en la que parece existir un consenso generalizado sobre la brutalidad de la guerra; en unos años en los que hasta la caza deportiva y la fiesta brava son impugnadas por razones humanitarias; en un mundo en el que se multiplican las asociaciones ecologistas que invierten millones de dólares para resguardar a las águilas calvas, los buitres barbados, las tortugas marinas, las ballenas grises y las mariposas monarca así como para procurar que las plantas tengan siempre acceso al riego, los no nacidos se encuentran inermes como nunca antes, con leyes que no sancionan a los ya nacidos que pretenden acabar con ellos. ¿Hemos visto, por ejemplo, cuántos defensores tienen los huevos de tortuga en el mundo? ¿Alguien se atreve a discutir, sin miedo a ser calificado de loco, que de un huevo de tortuga va a salir una tortuga? Nadie en su sano juicio argumenta que de un huevo de tortuga va a salir un rinoceronte o un alacrán. Y vemos así a diversos colectivos y hasta a empresas transnacionales en las playas cuidando que a los huevos de tortuga no les vaya a pasar nada porque sería un crimen contra la naturaleza. Y, sin embargo, ¡qué debate tan violento sobre si los "huevos" humanos van a dar hombrecitos! Una sociedad que se proclama a los cuatro vientos como democrática merma en calidad cuando deja a algún grupo vulnerable a la merced de lo que acerca de éste decidan los más fuertes. Es más, la democracia es incompleta y corre el riesgo de perderse si el derecho a la vida de cualquiera de los seres humanos que en tal sistema vive queda a juicio de los otros. ¿Cuántos holocaustos más tendrán que seguirse dando en las entrañas de las mujeres para que, por fin, nos demos cuenta de la criminalidad del aborto? ¿Cuándo serán incluidos los no nacidos en el discurso progresista de los que dicen defender a las minorías? ·- ·-· -··· ·· ·-·· Fernando Rodríguez Doval. | |
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"Con la ayuda de Nuestro Dueño
Dueño Cristo, Dueño Salvador
el cual Dueño está en la gloria
y Dueño que tiene el mando
con el Padre, con el Espiritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente hacer
tal servicio que delante de su faz
gozosos seamos. Amén "
El primer escrito en español debía pasar al devocionario de todo hispano hablante, de los cientos de millones de habitantes del mundo que hoy se expresan en la lengua que nació con palabras de servicio a Dios en la tierra y de esperanza gozosa en el Cielo.