Ahora que desde algunas instituciones creadas por el sistema se pone en cuestión la unidad, incluso la existencia de España, conviene recordar algunos elementos de una realidad bimilenaria, que no solo es política sino moral. España fué continuadora de Roma y algo muy diferente de los demás pueblos bárbaros como demostraban su "Lex romana wisigothorum" ahora convertida en Codex de Recesvinto, sus Concilios, su alta cultura transmitida por medio de bibliotecas, y su propio nombre. Los nuevos reyes no habían impuesto un nombre germano, como en Francia, Inglaterra o Deutschland. Lo que significaba, también, que la romanidad había sido capaz de absorber y transformar el germanismo. El comienzo de la conciencia nacional hispana se sitúa así con San Isidoro de Sevilla y se consolida con el III Concilio de Toledo y con la conversión de Recaredo (589). Todo se perdió el 711 a causa de la invasión musulmana. Pero la cultura isidoriana se salvó en los pequeños reductos al principio pequeños y después crecientes de la Reconquista, ejerciendo su influencia positiva en la naciente Europa cristiana a través de los Pirineos. Los primeros reinos cristianos surgidos en España en el avance de la Reconquista asumieron plenamente el Derecho natural en sus leyes, en su organización municipal, hasta alcanzar una forma política ejemplar en su tiempo y primera en Europa: las Cortes de León. Cuando el conde de Leicester, antiguo peregrino a Santiago, se detuvo en León para estudiar el sistema de representación de los ciudadanos a través de las Cortes llevó la idea a Inglaterra, donde siglo y medio después de existencia que contaban nuestras Cortes, se reunieron por primera vez los Comunes en el Parlamento inglés. Una característica ejemplar de la Historia de España, es la de haber elaborado las más sabias y luminosas leyes que se han conocido en el mundo. España fué realmente la depositaria de la gloria jurídica de Roma, superada por su propio genio, con un sentido cristiano en su legislación política, social y económica. Las leyes de Indias, en expresión del Cardenal Antoniutti, son un monumento a la sabiduría y a la generosidad universal. El P. Vitoria y la Escuela de Salamanca alumbraron el Derecho de gentes, básico para las relaciones y la convivencia pacífica entre las personas y naciones. Nebrija explicaba en 1492 a la reina Isabel de qué modo esta conciencia tenía que ser servida por una "lengua de imperio", pues ese había sido el secreto de la penetración de Roma. En aquel momento entregaba a sus soberanos el primer ejemplar de la Gramática: el más rico, bello y completo compendio lingüístico que se conoce en el mundo, capaz de expresar con precisión los más profundos y sutiles pensamientos y afectos. Una lengua que Carlos V declararía apta para hablar con Dios. Con este bagaje se lanzaría España a la gran aventura de América: su conciencia histórica, su fe, su Derecho y su lengua, dejaron de pertenecerle porque pasaron a ser patrimonio de una comunidad mucho más grande. Al arraigar en espacios nuevos y dilatados, España se desvivió para poder contribuir a la existencia de un mundo nuevo. Durante su estancia en Santo Domingo, en 1984, Juan Pablo II dedicó a esta empresa ecuménica española uno de sus cordiales alientos con ese: Gracias España, porque la parcela más numerosa de la Iglesia de hoy cuando se dirige a Dios lo hace en español. Sánchez Albornoz en su libro "Mi Testamento Político" reflexiona: "Fuimos a un tiempo rodela y maestra de Occidente. Evitemos hoy el bache depresivo: ese mirar fuera de España como si hubiésemos sido una comunidad histórica sólo capaz del heroico manejo de la espada. Sin esas batallas, porque fueron muchas, el Occidente no sería como es. Otros pueblos hubieran debido librarlas o Europa hubiera sido piltrafa del Islam y no existiría esta nueva maravilla que es América. Pero hemos hecho mucho más que mantener a raya el islamismo en el solar hispano primero y contra los turcos despúes. Hemos hecho mucho más que descubrir, evangelizar y civilizar América. Hicimos la gran cultura española y universal de la Modernidad. No reneguemos de nuestro ayer. Hemos hecho maravillas por obra de nuestro genio bimilenario
". Muchos hombres marginan la Verdad o la rechazan de manera rabiosamente polémica. ¿Y por qué la Historia de España resulta para muchos tremendamente polémica? No hay nación alguna en el mundo cuya Historia suscite semejante apasionamiento, desde el principio hasta hoy. La única explicación posible de ello es que España se ha distinguido, como ninguna otra nación en la Historia, por su heroico y fecundo servicio a la Verdad. Por eso resulta España tan polémica como la Verdad misma. Esta es su incomparable grandeza. Y a la evidencia de esta explicación, que se conoce por el estudio riguroso de la Historia, se añade la de ser la explicación única. Por eso sólo España tiene "leyenda negra" que mucho la honra, a la vez que envilece a sus autores de los dos últimos siglos.. ·- ·-· -··· ·· ·-·· |