A).- En el ámbito jurídico institucional las primeras medidas para el desmantelamiento legal de la familia fueron tomadas por Adolfo Suárez y los sectores de la U.C.D. que le secundaron. En 1.978 se despenalizó el adulterio. También se despenalizaron ese mismo año el comercio y la propaganda de los anticonceptivos. En 1.981 se produjo la equiparación jurídica de la esposa y la concubina, al mismo tiempo que se introdujo el divorcio en España, facilitando sin excepción, la disolución del matrimonio cualquiera que hubiere sido su forma de celebración. Este minucioso programa de demolición familiar se consumó el 6 de Octubre de 1.983 cuando el Congreso de los Diputados aprobó la ley del aborto, cuya legalidad dentro de la Constitución confirmó posteriormente y de forma reiterada en diferentes sentencias el TC. Posteriormente se equiparó el matrimonio con todo tipo de uniones ilegítimas, algunas de ellas aberrantes, ya no solo moralmente sino biológica y anatómicamente. Aquí me quiero detener, analizando algunos aspectos de la legislación sobre parejas de hecho. Desde un punto de vista jurídico, esta legislación se podría considerar inconstitucional en base a los siguientes motivos: 1) Diversas CCAA han legislado sobre este tema: Valencia, Aragón, Cataluña, Navarra, Baleares y Madrid. Esta capacidad legislativa pugna a nuestro entender con el contenido del art. 149.1.8ª de la C.E, que considera como competencia exclusiva del Estado, el regular las relaciones jurídico-civiles relativas a las formas de matrimonio. En la aludida normativa subyace claramente la intención evidente de asegurar un status jurídico común e igual para todos los ciudadanos de España. Así pues, las leyes autonómicas están regulando con las parejas de hecho una materia que resulta de competencia estatal. 2) Se intenta equiparar en los derechos, que no en las obligaciones, al matrimonio con la unión libre, utilizando el argumento de que hay que hacer legal lo que en la calle es considerado normal. Esto es igualmente inconstitucional pues el art. 32.1 de la C.E. señala que "El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica". Al utilizar la expresión "El hombre y la mujer" frente a "todos, los españoles o la persona" que son expresiones que emplea la C.E. en el resto de arts. relativos a los derechos fundamentales, se está recalcando a nuestro juicio la heterosexualidad intrínseca del matrimonio. El art. 39.1 de la C.E. señala que "Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia". Este art. no es respetado por la normativa sobre parejas de hecho, pues la forma de proteger a la institución familiar consiste en el respeto a la misma por la vía de no equipararla jurídicamente con realidades convivenciales que son sustancialmente distintas. 3).- El fundamento de estas uniones libres es la "relación de afectividad análoga a la conyugal". Este es el argumento central de la equiparación. Ahora bien , el fundamento del matrimonio no es la afectividad, sino el consentimiento. El matrimonio es nulo si falta el consentimiento, sin embargo no sucede lo mismo en caso de no existir la afectio maritalis. Esto es así porque al Derecho le competen las acciones humanas , no los sentimientos. Construir las instituciones jurídicas sobre la base de los sentimientos (mudables y cambiantes) conllevaría la más absoluta inseguridad jurídica. Desde un punto de vista político, la función legislativa se desnaturaliza. Pues se está elevando a la categoría de derecho una simple pretensión subjetiva, por el mero hecho de que haya alguien con suficiente poder como para presionar al poder político para que se legisle en este sentido. B y C).- En el plano educativo y en el de las costumbres se implantó una llamada "educación sexual" a todos los niveles de enseñanza, transformando algunas escuelas en verdaderos centros de corrupción moral y se introdujeron programas de planificación de la natalidad. En el ámbito canónico también se produjo una reforma importante al invertirse el orden de los dos fines del matrimonio. El Código de derecho canónico de 1.917, en el canón 1.013 establece:"La procreación y la educación de la prole es el fin primario del matrimonio, la ayuda mutua y el remedio de la concupiscencia es su fin secundario". El nuevo Código de derecho Canónico de 1.983, en el canon 1.055 señala: "la alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Nuestro Señor a la dignidad de Sacramento entre bautizados". Como consecuencia lógica de todas estas reformas, que aunque tienen diferente grado de importancia, han producido en la sociedad familiar unos cambios notorios, que enumeramos a continuación: 1).- Matrimonios basados en la primacía de la pareja sobre la familia. 2).- Voluntad de las parejas de vivir algunos años sin hijos, fruto de un egoísmo que ofende el fin primario del matrimonio. 3).- Generalización de la costumbre de no casarse, sino de vivir juntos para experimentar, sin compromisos definidos. 4).- Con el divorcio se inocula un virus contagioso que causa infinidad de rupturas matrimoniales. Supone una puerta abierta a la permisividad, que rompe la unidad familiar al hacerla fracasar. 5).- Al subvertir la propia finalidad del matrimonio se produce un endiosamiento del placer. 6).- Generalización de las relaciones sexuales prematrimoniales. 7).- Aceptación social de las uniones homosexuales. 8).- Con la introducción del aborto, que es el crimen legal del sistema democrático, se está cometiendo el mayor genocidio de toda la historia de la humanidad. Dicho esto, yo me pregunto: Cómo es posible que una nación como España, donde todavía sociológicamente la Iglesia tiene influencia sobre la sociedad, haya incorporado a su ordenamiento jurídico unas leyes que, dejando de ser juicios de razón para convertirse en meros actos caprichosos de la voluntad humana, se oponen frontalmente a la doctrina católica y han provocado la demolición moral e institucional de la familia, sin encontrar apenas resistencias. Para dar respuesta a esta cuestión hemos de señalar que un pensamiento filosófico recto, debe intentar llegar al fondo de las cuestiones, sin quedarse en la superficie, e intentar llegar a los orígenes de las causas. Por ello hemos de manifestar que la crisis de la institución familiar esta en una relación directa causa-efecto con la terrible crisis que sufre actualmente el elemento humano de la Iglesia. Nos escandalizan esas voces que desde dentro de la misma Iglesia pretenden que la misma se haga aceptable al mundo moderno, tal como éste es, con sus falsas filosofías y sus falsos principios políticos y sociales. El liberalismo católico, a modo de caballo de Troya, hizo penetrar esos falsos principios en el seno del interior mismo de la Iglesia. Incluso algunos miembros eminentes de la jerarquía de La Iglesia en algún momento fueron en mayor o menor grado contaminados, atraídos y seducidos por estas ideas opuestas a la fe católica. En esencia, la filosofía subjetiva que deja la verdad y la norma moral a la libre creatividad e iniciativa personal de cada individuo suplantó a la filosofía del ser, a la filosofía escolástica que obliga a la inteligencia a someterse a una realidad exterior, a Dios, a unas leyes divinas y a unas verdades reveladas. Pero frente a esta labor destructora, nosotros hemos de hacer algo constructivo y positivo. La Iglesia debe luchar por recuperar los bastiones del catolicismo y entre esos bastiones, ocupa un lugar primordial la familia cristiana. Hemos de tener esperanza de futuro porque vemos con alegría, que a pesar de todo lo anterior, todavía quedan muchísimas familias modélicas que sirven de ayuda para que la gente descubra ese maravilloso ideal que es la familia cristiana con muchos hijos. La familia cristiana no sólo es posible, ¡es necesaria!. Sabemos que las familias son un colchón de seguridad en tiempos de crisis. La sociedad en que es más fuerte la institución familiar es menor la tasa de suicidios y hay menos violencia, además de que los individuos son moralmente más sanos. La verdadera familia es algo difícil, duro y exigente que requiere ideales. Necesita LUZ para conocer la verdad acerca del matrimonio y la familia, requiere FUERZA, esa fortaleza cristiana, ese carácter cristiano que da valor para vencer todas las dificultades, y, necesita sobre todo FUEGO, ese fuego sagrado que hace posible esa entrega generosa, esa dedicación, ese celo y esa caridad que une y unifica a todos los miembros de la familia. Yo sólo digo una cosa, sin familias cristianas el mundo se hundirá, pero con familias cristianas, este mundo nuestro, esta civilización cristiana y occidental en la que estamos, se podrá salvar. ·- ·-· -··· ·· ·-·· José Carlos Albesa. |