Arbil, apostando por los valores de la civilización cristiana

Por la Vida, la Familia, la Educación, la dignificación del Trabajo, la Unidad histórica, territorial y social de la Nación, y por la Regeneración Moral y Material de nuestra Patria y el mundo

 


Indice de contenidos

Texto completo de la revista en documento word comprimido
Población y soberanía nacional
Nacionalismo, patriotismo y subsidiariedad.
Nuevos Herodes, nuevos Pilatos y... ¡nuevos Quijotes!
Editorial. Hablemos claro: la mayor campaña anticatólica de los últimos sesenta años en España.
Sindicalismo y ultraizquierda; especial atención a la enseñanza
¿Crisis en el nacionalismo vasco?
Las dos Navidades de los cristianos
¿Alguien cree en un gobierno societario verdaderamente democrático?
La Navidad que viene...
Por una educación al servicio de la persona
En la estela de Le Pen: ¿un partido populista en España?
El primer ataque del separatismo peneuvista contra la unidad española
El Peronismo
Por una estética católica
Un catecismo de cine
Los que están detrás en la guerra contra la vida y contra Hispanoamérica
Pastorales
Avaricia, dinero, poder
Los obispos condenan el nacionalismo idolátrico y totalitario: Documento de la Conferencia Episcopal sobre el terrorismo
Desobediencia civil
Fray Bartolomé de las Casas, un agitador con hábito
La Ley frente a la legalidad
Papá Nöel
El origen de la izquierda obrera y la cuestión social en España
Tener paz
Valores que nos unen: educar para la convivencia
La "purificación de la memoria" y la devoción al Corazón Inmaculado de María para la nueva evangelización
Actividades de Arbil-Bilbao
Textos clásicos: Sentido y ubicación de Mexico


CARTAS

Revista Arbil nº 64

Fray Bartolomé de las Casas, un agitador con hábito

por José Carlos Albesa

Toda su obra ha sido la piedra angular sobre la que se ha cimentado la leyenda negra que tanto han utilizado los enemigos de España para atacarla y desprestigiarla. Sólo por esto ya se le podría aplicar a Las Casas aquella célebre sentencia evangélica que dice: "No es bueno el árbol que da malos frutos". (Lucas VI, 43)

 

"El viento de la soberbia arrastra toda virtud. La humildad es la base de las buenas obras". (S. Agustín).

Resulta lamentable que hayan surgido alguna voz desde dentro de la Iglesia que pretenda la escandalosa beatificación de Fray Bartolomé De Las Casas.

Como cuestión previa debo señalar que todos nos damos cuenta que es una magna obra la colonización de todo un continente, y, dentro de este contexto, analizar la delicada cuestión de las relaciones entre colonizadores e indígenas es una tarea compleja que no admite ningún tipo de simplificación.

Pero pese a ello, y a las incontables dificultades que representó este gran empeño español de civilizar al Nuevo Mundo, es un hecho incontestable que España, globalmente, realizó esta empresa con una gran prudencia y tacto, actuando en todo momento con mayores consideraciones que cualquier otro país colonizador del mundo y obrando siempre a la luz de sabios teólogos, insignes juristas y grandes moralistas que inspiraron las decisiones de nuestros reyes y las leyes particulares que se dictaban para el Nuevo Mundo, siempre atentas a la situación y derechos de los nativos.

La prueba irrefutable e inequívoca de todo ello nos la proporciona el hecho de la desaparición de la superficie de la tierra de todas las tribus indias que presenciaron la colonización de Manhattan, Jamestown o de Plymouth Rock, mientras que los indios que encontró Hernán Cortés en el Yucatán y en Méjico siguieron allí y hoy día sus descendientes habitan mayoritariamente esos pueblos.

El sistema español propició una igualdad humana que no creo el sistema anglosajón. No hubo ningún racismo en la colonización española; laicos y religiosos sentían que todos, indios y españoles, eran hijos de Dios, iguales en dignidad personal. Sabían que las diferencias entre unos y otros no eran congénitas, sino debidas a una serie de importantes circunstancias, que hacían grande el desnivel cultural entre ellos mismos y aquellos hombres recien encontrados.

Pero en este trascendental capítulo de la historia universal protagonizado por España, no podían faltar las malicias y las pasiones de los hombres, que con su fantasía e imaginación desbordada tantos mitos han creado.

El mayor creador de mitos y deformaciones de la realidad histórica fue Fray Bartolomé de Las Casas.

Toda su obra ha sido la piedra angular sobre la que se ha cimentado la leyenda negra que tanto han utilizado los enemigos de España para atacarla y desprestigiarla. Sólo por esto ya se le podría aplicar a Las Casas aquella célebre sentencia evangélica que dice: "No es bueno el árbol que da malos frutos". Lucas VI, 43.

Éste controvertido personaje que nació en Sevilla en 1.474, fue clérigo secular, fraile dominico y obispo de Chiapas. Se hizo famoso por sus campañas a favor de los indios utilizando siempre expresiones hirientes y de una gran violencia verbal en todos sus escritos, y, resulta paradógico que por ese supuesto amor a los indios, llegara al odio para los conquistadores españoles.

Bartolomé De las Casas llegó a defender los sacrificios humanos, argumentando que eran un notable mérito de los indios. Decía que :"Si un pagano considera a su dios como verdadero, es natural que le ofrezca lo que más tiene de valor, es decir, la vida de los hombres". Y seguía "El legislador puede y debe obligar a algunos del pueblo a que sean inmolados para ser ofrecidos en sacrificio, los cuales al sufrir tal inmolación se supone que la quieren y desean con acto lícito".( "Fray Bartolomé de las Casas, a la luz de la moderna crítica histórica", 1.970. Losada, Angel").

Otra nota de la personalidad de éste extraño fraile es la puerilidad con que se vanagloriaba en sus escritos. Como ejemplo, transcribo un fragmento de una de sus famosas Cartas al Consejo fechada el 15-10-1.535. "Y me puedo jactar delante de Dios que hasta que yo fuí a esa real corte, aún en tiempos en que vivía el Católico Rey D. Fernando, no se sabía que cosa eran las Indias ni su grandeza, opulencia y prosperidad". En todos sus escritos usaba frecuentemente la expresión "yo"; quizá para respaldar sus opiniones que de otra manera nadie creería.

Como réplica y sin más comentarios, ahí queda la siguiente cita de Sto. Tomás: "La vanagloria es el mayor de los pecados capitales".

Otro dato interesante que sirve para retratar todavía más si cabe a este fraile dominico es su condición de heredero de sangre y apellido francés (Casaus), que quizá le hizo conservar cierto resentimiento hacia lo Hispano. Así, mientras Fray Bartolomé De Las Casas se vanaglorió de tener el apellido Casaus, de rancia nobleza, utilizándolo con una absoluta falta de humildad y exigiendo para siempre que le llamaran Casas o Casaus; Fray Toribio de Benavente, coetáneo suyo, quiso llamarse y que le llamaran para siempre "Motolinía" (que significa "pobre" entre los indios), dando así muestras de una auténtica humildad y espíritu de pobreza evangélica.

Para acabar de perfilar su retrato psicológico, hemos de señalar que el rey le concedió cuatro esclavos negros para su servicio, que aceptó y usó, que jamás sufrió ninguna persecución, y que murió de noventa y dos años cobrando una pensión, a cargo de la Corona española, de 350.000 maravedíes como recompensa a su amor por los indios. En compensación, el fraile bienhechor se dedicó toda su vida, cayendo ya en lo rutinario, a distorsionar las supuestas correrías, robos, asesinatos y torturas de los españoles.

El célebre tratado que escribió De las Casas, "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", está poblado de errores, mentiras, falsos testimonios e imprecisiones. Para desarrollar cualquier acusación sobre acontecimientos históricos deben cumplirse unos requisitos indispensables, como son los de indicar la fecha, el lugar, los protagonistas y la descripción de los hechos. En la obra anteriormente aludida tan sólo aparece una vez el responsable de los acontecimientos cruelísimos que relata, es el caso de Juan García en los relatos del reino de Yucatán. En los demás casos, los tiranos, genocidas y destructores aparecen envueltos en la penumbra y en el anonimato, lo que hace imposible la identificación de los autores de esos supuestos atropellos.

Otro rasgo muy significativo es la inclinación irresistible que sentía hacia la exageración. Si sumamos la cifra de indios supuestamente asesinados por los españoles se elevarían los mismos, según el cálculo realizado por de Las Casas, a unos 30 millones, cuando según estudios actuales, se cifra el total de la población en 12 millones. Con lo cual, los españoles, según Las Casas, habrían asesinado a más del doble de la población real.

Al margen de todo lo expuesto anteriormente, hemos de reconocer que en toda obra humana la crítica se hace necesaria. Pero esta crítica debe servir para corregir y para educar, no para golpear con el látigo y deformar la realidad de lo que fue la gesta más gloriosa de nuestra Patria. Porque, cuando los españoles llegaron a América, los indios estaban desnutridos y se morían, literalmente, de hambre. Los españoles dieron valor vivo a aquel inmenso continente. Se llevó lo más grande que hay en este mundo, La Única y Verdadera Religión, se les ofreció el lenguaje que permitió la comunicación entre ellos, se les enseñó a cultivar la tierra, se introdujeron nuevos hábitos de relación sin sacrificios humanos ni antropofagia. Sólo España, llevó Universidades a sus territorios. En América había ya tres (Sto. Domingo, Méjico y Lima) en la primera mitad del siglo XVI, superando a muchas naciones europeas de la época.

Esta fue la obra de la Hispanidad, una promesa de hermandad humana y de elevación espiritual para todos los hombres, que unía a mayas, araucanos, aztecas y españoles en un ideal civilizador sublime y prodigioso. Los españoles, que siempre han sido invadidos, se desparramaron ansiosamente por todo el Nuevo Mundo en una de las más increíbles y brillantes hazañas que supuso el mayor derroche de energías y de vidas que quepa imaginar.

De España partía el conquistador y el misionero con una euforia increíble, en un anhelo común de cristianizar las nuevas tierras, lo que revela psicológicamente que la nuestra fué la civilización más humana, profunda y moral que se haya conocido nunca.

Todo, absolutamente todo, lo sacrificó España al catolicismo, recibiendo en compensación esa inmensa e incontable legión de teólogos, misioneros y místicos que tanto esplendor han dado a La Iglesia.

La gobernación española en América duró tres siglos y fue uno de los periodos de paz más extenso y más largo de cualquier otro tiempo y lugar. Allí sembró España el cristianismo, su sangre y lo que hoy se conoce como civilización occidental. Su labor social y cultural fue admirable y sus leyes muy superiores a las de su época en cualquier otro país del mundo.

Una gesta así vivirá de forma perdurable para toda la eternidad, y ni Fray Bartolomé ni nadie jamás, podrá borrar la gloria del pueblo más valiente de cuantos han existido.

Gracias por todo ¡España!. Un pueblo tan grande no puede morir jamás. Estoy convencido de que la Providencia hará algún día resurgir todos los viejos valores espirituales de la raza hispánica, raza cósmica que denominara el mexicano Vasconcelos, y, la fe de nuestro pueblo, algún día, volverá a brillar en el mundo.

·- ·-· -··· ·· ·-··
José Carlos Albesa
 


Revista Arbil nº 64

La página arbil.tk quiere ser un instrumento para el servicio de la dignidad del hombre fruto de su transcendencia y filiación divina

"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del públicosiempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen.

Foro Arbil
Inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones. N.I.F. G-47042924
Apdo.de Correos 990
50080 Zaragoza (España)


.

Aldea de San Francisco

Un proyecto de los franciscanos (de la Custodia) para construir 70 viviendas para familias cristianas en Tierra Santa (zona de Betfagé)

Un remedio para evitar el éxodo de los cristianos de los Santos Lugares