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| Revista Arbil nº 69 | |||
Soldados de Salamina por Jesús Romero-Samper Crítica a la exitosa novela pseudohistórica, que con un manifiesto desconocimiento o una maliciosa manipulación narra algunas aventuras vitales del gran escritor Sánchez Mazas | |||
| De compulsiva y retórica divagante diatriba podría esta obra, acaso medio histórica y decididamente novelesca, decepcionar más al lector. Mas sin embargo, al menos aporta al gran publico el paradójico devenir del protagonista, Rafael Sánchez Mazas, desconocido –casi seguro- por las ávidas catervas devoradoras de "best-sellers." Bien debiéramos preguntarnos si todo el rencor que carga estas paginas no nos hacen traslucir, entre líneas, que no es Sánchez Mazas quien se nos retrata, sino el propio Javier Cercas a través de una malograda catarsis literaria, manifestando todos sus complejos y limitaciones. Nos falla la obra en varios sentidos. Primero en lo histórico, pues es manifiesto el desconocimiento que Cercas tiene de Sánchez Mazas. A modo de ejemplo, este nunca fue el nº 4 de Falange. Y en su reiterativa descripción del político como un cobarde y mediocre, observamos nuevamente que poco, si acaso algo, conoce Cercas del personaje. Pretendiendo ser histórica, la novela se autoerige como un ensayo revanchista, cargada en sus palabras de un no disimulado odio. Es constante, además de los descalificativos hacia Sánchez Mazas, el recurso a la "orgía de sangre", a la maldad de unos y la bondad de otros (no hace falta decir quienes), en fin: a una terminología tendenciosa y cargada de rencor, propia de aquellos años de contienda y del bando que Cercas abraza incondicionalmente. Y cae en su estructura misma, pues falla por incoherente en su pretensión de crear un argumento sólido, frente a un desenlace que –no pudiendo por histórico ser de otro modo- deja la obra descabezada. Al concluir que Miralles no es "el buen ladrón", esto es, el miliciano que perdono la vida a Sánchez Mazas, solo nos queda plantearnos para que Cercas nos cuenta todo su peregrinaje investigador. Y esta sensación de quedarnos como estabamos nos lleva a concluir que como novela es mas que mediocre. Que el autor haya ido de aquí para allá persiguiendo justificar una trama que finalmente no consigue cerrar, revela: uno, que ha querido revestir –si éxito- de histórico su trabajo; y dos, que el libro se convierte, digamos, en su diario, sin gran interés para el común de los lectores. En fin, una lectura sin interés alguno. Y un autor que, con su breve periplo, se nos revela ciertamente mediocre e incapaz de ofrecer nada digno. ·- ·-· -··· ·· ·-·· | |||
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