Durante la pasada cumbre en Bruselas, burócratas de la U.E. presentaron el "Libro Verde sobre el espíritu empresarial en Europa". Dejando aparte la desazón que me produce no saber por qué de un tiempo a esta parte se le ponen colores a los libros, en este sesudo informe he encontrado interesantes comparaciones, como no podría ser de otra manera, con los EEUU, y de ellos, los que más me llamaron la atención fueron los siguientes: - El 47% de los europeos prefieren trabajar por su cuenta, frente al 67% en los EEUU.
- El 4,5% de los europeos está dando pasos para crear una empresa, el 13% en los EEUU.
- Un 46% de los ciudadanos de la Unión consideran que no se debe poner en marcha una empresa ¡si existe riesgo de fracaso!, frente al 25% de los estadounidenses.
El primer dato simplemente recoge una opinión de los encuestados en ese momento, pero el segundo es la traducción a hechos de esa opinión manifestada. Claramente los estadounidenses son más emprendedores, pero explicar por qué es una cuestión compleja en la que no me atrevo a entrar; se han dado diversas explicaciones, la más conocida tal vez es la que pretende establecer una relación entre capitalismo y protestantismo, pero esta es más que dudosa si revisamos la Historia de forma imparcial. El último dato de los reseñados nos ofrece una pista: la aversión al riesgo en Europa, que distorsiona la percepción que se tiene sobre el funcionamiento de una empresa y de los negocios en general (¿o es al revés?). Si ese 46% de europeos acudiese al diccionario encontraría que la primera definición de empresa es "acción ardua y dificultosa que valerosamente se comienza", ¡qué hermosa definición!, para trasladarla al terreno económico solo falta decir que el motor de esa acción valerosa es el ánimo de lucro. ¿Y qué opina un emprendedor del riesgo empresarial?, es decir, de que la acción "ardua y dificultosa no se lleve a término, ¿son acaso seres masoquistas y/o desvergonzados?. No. Un emprendedor tiene como cualidad principal el estar razonablemente seguro de que sabrá resolver las dificultades que se le presenten, porque confía en dos cosas: la bondad de su proyecto y su habilidad para ejecutarlo. Por tanto, en Europa o nos faltan proyectos (esto es, ideas para poner en práctica) o nos faltan habilidades. Haciendo una encuesta informal en mi entorno, donde hay desde empresarios (pequeños, eso sí, pero empresarios) hasta estudiantes, he "descubierto" que el concepto más popular de negocio es el del "pelotazo" inmobiliario: rápido y de pingües beneficios. Pocos me han hablado de la empresa que sueñan con iniciar el día que tengan dinero y arrestos para ello. La conclusión que saco de mi particular encuesta es doble: la empresa como institución no tiene "buena prensa" (ya se saben los problemas que dan los empleados, los gravosos impuestos, etc.) y se desconoce (o se ignora deliberadamente) que para crear una es imprescindible la perseverancia y la perspectiva de largo plazo. Invito al lector a repetir este experimento en su propio entorno para que pueda comparar sus conclusiones con las mías. Para el caso español sí que se me ocurren algunas pistas que pueden ayudar a explicar este fenómeno. En este país muchos miramos con envidia malsana cómo Angel Corcóstegui, exconsejero delegado y exvicepresidente del SCH, se embolsa 108 millones de euros para su desahogada jubilación, o a Emilio Ybarra y Pedro Uriarte, altos cargos del BBVA, que siendo más modestos se embolsan 55,8 millones. Podríamos hablar de otras maniobras impunes como la imponderable del señor Villalonga en Telefónica, pero la lista es extensa y de sobras conocida. Así que no es de extrañar que desde pequeñitos todos queremos ser millonarios a costa del dinero de otros; lógico, si ellos pueden ¿por qué yo no?, ¡para eso hay democracia!. Por otra parte, con el encarcelamiento de los "Albertos" se cierra (espero) la saga de los librepensadores del "pelotazo", de todos aquellos que en los ochenta se les bautizó como la "beautiful people". En su mayoría todos han tenido problemas con la justicia, de lo cual me alegro, por la efectividad de la justicia, que no por la desgracia ajena, ya que tenía la incómoda sensación de que si robas mil euros "se te cae el pelo" pero si son diez millones...¡ah! entonces negocias. Estas actuaciones judiciales me demuestran que estaba equivocado,... ¿o no?. Así que con este panorama no puedo menos que saludar a los empresarios de Inditex, Infinity System (Airis), Foticos, Panishop, Corte Inglés, (¡incluso a Ruiz Mateos!, a quien todavía le concedo el beneficio de la duda) y un largo etcétera de emprendedores de mayor o menor éxito que han tenido la paciencia y han sabido poner una empresa en funcionamiento aún a riesgo de equivocarse. En un entorno como el nuestro creo que no se les hace justicia ni en los medios ni, me atrevería a decir, en las instituciones. Hablando de instituciones, hay un fenómeno que me llama la atención relacionado con la falta de habilidades a la que antes me he referido: la proliferación de escuelas de negocios que ofrecen MBAs y similares. Las hay de todos los precios y para todos los gustos y se han convertido, a los ojos de la mayoría de los estudiantes, en un paso necesario entre el término de la carrera y el paro... ¡ups! quería decir el primer empleo. La idea original por la que surgieron estas instituciones, al menos en mi opinión, era la de responder a la necesidad de las sociedades occidentales de formar dirigentes, ya sea para empresas en marcha o para que ellos mismos se convirtiesen en emprendedores. Estas escuelas deben tener otros objetivos a la vista de los resultados de las encuestas, (salvo honrosas excepciones como por ejemplo las de la Asociación Española de Escuelas de Dirección de Empresas (AEEDE), que al menos tratan de autoexigirse unos mínimos de calidad). Además, un alto porcentaje de los alumnos de un MBA es titulado en Empresariales o Económicas sin ninguna o casi ninguna experiencia laboral. Todo ello me lleva a preguntarme qué es lo que se está enseñando en la Universidad y qué papel le hemos asignado actualmente a esta Institución. A la luz de los hechos, no soy el único en pensar que no se está en el camino correcto. ¿La culpa de todo esto es del Gobierno?. No en este caso. Para crear una empresa hace falta una idea innovadora, que va desde montar una churrería donde no la había antes hasta diseñar un ordenador de bajo costo que se pueda ensamblar en nuestro país. Para animar la "chispa" innovadora a nivel macroeconómico, además del apoyo del Estado, es necesario que haya personas pensando sobre cómo crear una empresa partiendo de sus conocimientos y habilidades. Cuanta más gente haya en esta labor mejor, ya que unos fracasarán (muchos, es cierto) pero otros no y estos últimos crearán riqueza y empleo y aumentarán nuestro bienestar con sus productos o servicios y el de ellos con su justa retribución. Para que aumente el número de personas buscando ideas empresariales y materializándolas, lo primero que hay que hacer es desterrar de una vez por todas los conceptos de político de izquierdas de mediados del siglo pasado, del empresario como opresor desalmado y del trabajador como factor de producción beligerante, obsesionado en minimizar su esfuerzo y maximizar su coste. Aburre y es perjudicial para nuestra sociedad. Todos debemos cambiar nuestra visión de la economía y actuar en consecuencia. La empresa es una institución al servicio de la comunidad, y ésta debe ser la base para una nueva ética y concepción empresarial; en este contexto futuro el Estado debe velar primeramente por la justicia de las relaciones entre las partes.. ·- ·-· -··· ·· ·-·· - Bienvenido Subero |