Los católicos de edad joven y media no podemos ufanarmos de haber vivido demasiadas victorias contemporáneas. Desde aproximadamente los años que tiene quién esto firma, la Iglesia Católica ha asistido, y, a veces, protagonizado, un retroceso general de lo religioso, la secularización, en todos los órdenes sociales, políticos, familiares etc. Esta cierta decadencia, algo objetivo si se juzga desde fuera, en lo cuantitativo y simbólico, y que sería un juicio a considerar subjetivo si nos centramos en lo cualitativo y teológico sobre las consecuencias de una dinámica iniciada en el último concilio, ha conocido un repunte a finales del s. XX. Este relanzamiento de presencia que se ha sobrepuesto a algunos complejos puede ser personificado en un nombre, un Papa providencialmente no italiano, "venido del frío". Cuando es elegido Juan Pablo II, el último hombre del primer plano mundial que todavía ha sufrido la IIGM, la Europa que existe es la misma que acabó el gran conflicto, y que hizo Churchill definiese "un Telón de Acero ha caído, desde Stetin a Trieste". El cardenal de Cracovia venía del otro lado del Muro por excelencia. No podemos extendernos, en nuestras limitadas pretensiones, en la dinámica que se inició casualmente en la sufrida Polonia; Walesa y "Solidaridad", Reagan y la "Guerrra de las Galaxias", Bresniev y Gorbachov. El asunto es que por primera vez, entre la represión y el consentimiento, la URSS escogió lo segundo, y , con ello, murió, junto con el orden continental del 45. Pasó a ser Rusia, aunque no fuese del total gusto de Ntra. Sra.de Fátima, el Muro fue derribado con el mayor entusiasmo, las dos alemanias se unieron, y los países de la Europa Oriental se emanciparon de su hermano mayor, no se pude decir que fueron "libres", por que ninguno lo somos respecto al la única superpotencia superviviente. Más o menos al tiempo, la CEE, de tan feo nombre, pasa a ser una unión, un poco más que un mercado, y del carbón y del acero, por el que en el pasado se hacían las guerras desde el Rhin, se pasó a una matrícula de coche, una moneda y al embrión de un ejército común. Y, recuérdese, que un César es, en esencia, una moneda y un ejército. Se escogió Roma para un Tratado y Atenas para la última ampliación, por razones simbológicas. Esta Europa política va creciendo; 9-12-15...desde este mes, 25 ya. Se planteó la Bandera de Europa. El uso podía ser una estrella para cada uno, el concurso se propuso, a la vez que el Consejo de Europa, en mayo de 1949, pero la adopción solemne fue en 1995, precisamente el 8 de diciembre. Si mayo es el mes de María, esa fecha es su fiesta de la Inmaculada. Entre 101 de proyectos, el pintor Arsène Heintz, tenía la costumbre de rezar el Rosario, a más de dirigir la mirada a la Medalla de la Milagrosa, que portaba. Se fijó en una bella vidriera de la Catedral de Estrasburgo (Se puede ver apretando aquí). El color azul es particular de esta devoción, y es privilegio litúrgico hispano, y hay muy pocos, vestirlo los sacerdotes el día de su fiesta. Heintz se inspiraba en el Apocalipsis 12,1: (1) Apareció una gran señal en el cielo; una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, coronada de doce estrellas. (2) Estaba en cinta y las angustias del parto le arrancaban gemidos de dolor. (3) Entonces apareció en el cielo otra señal; un enorme dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos y una diadema en cada cabeza, (4) con su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra..." El Apocalipsis sigue contando como el dragón, la serpiente, acecha a la Mujer, para devorar la criatura que va a parir, ésta huye al desierto durante 1260 días, mientras S. Miguel y sus ángeles derrotan a Satanás y los suyos...recomiendo la lectura directa del texto, breve por otra parte. Ya se había superado el número de la docena de socios continentales, así que había que elegir entre un creciente número, al modo de los EEUU, o uno fijado. Un comisario de turno, M. G. Levy, tan judío como su apellido, arguyó que el 12 es el número de la plenitud, por eso las tribus eran 12. También la Última Cena, la Tabla Redonda, los Pares de Francia, simbolizan esta totalidad simbólica. Es por eso que los meses y el zodiaco suman 12, con arbitraria regularidad, aunque las lunas son 13. El color azul era el más "atlantista", en el sentido en que la OTAN se oponía al color rojo. El boceto fue elegido, siendo prácticamente el legado de la única victoria en el plano simbólico, tan considerado y cuidado por la masonería, del ala católica, fundada por Schuman, De Gaspeiri y Adenauer, sobre aquella, por lo común dominante en el europeismo giscardiano. "¡Europa Sé tu misma!", gritó un día el Papa. Ahora que se especula con una Constitución de Europa, en la que se puede omitir toda referencia a lo sagrado y a los cristiano, aquella marca oriental que iba del Báltico al Adriático se incorpora al incierto proyecto. Las primaveras del Praga y Budapest al alcanzado su verano. Es muy poco para lo que falta y para lo que amenaza. Un imperio mundialista al oeste, gigantes dormidos al este, una media luna creciente, precisamente a sus píes. Pero todo ello, no es peor que el viejo orden del Telón de Acero. Que se lo pregunten al seminarista polaco que salvó su vida porque daba clase de griego a un oficial ruso. Su jefe, Stalin, preguntaba con sorna; "¿cuántas divisiones blindadas tiene el papa?". Una bandera es muy poco, cierto, pero puede servir de vela para una singladura de esperanza. ·- ·-· -··· ·· ·-· Francisco Javier D. de Otazu |