Nuestra sociedad, desencantada, parece haber perdido el norte. Jóvenes y mayores no encuentran sentido a sus vidas. En los últimos años, de repente, todas las creencias religiosas o sociales, casi todas las "buenas costumbres" y principios en los que nos movíamos se han desvanecidos sin que hayan sido sustituidas por otros. Se ha perdido el respeto a las instituciones, a los profesores, a los padres, y a las autoridades de todo tipo. La juventud nada en el vacío no compensado más que con el botellón y el sexo, omnipresentes en todos los medios de comunicación. ¿ Por qué los jóvenes y los niños van a respetar a sus padres o profesores cuando ven como en la TV se burlan de todo y de todas las personas sin respetar a nadie: ni al presidente del gobierno, ni a nuestros padres, profesores, ni a los ancianos? ¿Qué es bueno y qué es malo? Hasta la mitad del siglo pasado la moral de medio mundo, la regla para saber cuando una cosa o acción era buena o mala estaba clara: Desde hace tres mil años, desde Moisés, la regla reside en los 10 mandamientos, todos los cuales dependen del primero de ellos: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Y, a veces, un poco más, hasta dar la vida por él. Para los cristianos la moral es la moral del Evangelio, sin contemplaciones ni pamplinas. Y esta moral es"eterna". No ha cambiado ni cambiará con el tiempo ni con las modas. Sin embargo, según las sociedades se enriquecen, los hombres nos vamos separando más de Dios y empezamos a considerarnos dioses. Se está perdiendo de vista a Cristo y a su Evangelio. Sus mandatos parecen difuminarse. El hombre lleno de soberbia y poder se cree el único Dios. Nada nuevo, lo mismo pretendieron Adán y Eva, lo mismo pretendieron los emperadores romanos. La Biblia y la Historia están llena de casos semejantes: Hitler, Stalin, Mao Tse Tung, Castro y muchos otros también se creyeron dioses. Resultado: muerte, esclavitud y miseria. Mal negocio es olvidar al Señor y pretender sustitirle con personas o cosas. En la actualidad, nuestra sociedad, nuestra juventud "pasa" de toda moral, del pecado, de lo bueno y de lo malo, no diferencia entre lo grosero, lo palurdo y la buena educación .¿Cómo distinguir entre lo bueno y lo malo? Pues nunca como hoy la juventud, las sociedades se han creído más libres y nunca han estado más manipuladas. Consideremos dos respuestas: una es el relativismo moral. Este sostiene que una cosa es buena o mala de acuerdo con los deseos y criterios del individuo, depende de nuestros intereses: dinero, placer, pereza,
Es la Ideología del pragmatismo con miles de años que hoy reaparece muy acentuada, y que está provocando más destrozos que las bombas atómicas o la peste. Un ejemplo nefasto lo tenemos en la enseñanza, degradada a extremos impensables, donde, entre otras cosas, los alumnos mandan más que los profesores. Otro en la conducta sexual de nuestra juventud para la que todo vale, menos sus consecuencias. Por eso, para este concepto no existe el pecado ni la maldad. Si la sociedad legaliza una acción, entonces es buena esa acción. El matrimonio entre homosexuales, el aborto, la matanza de judíos en Alemania, la guerra,
serán buenos o malos según legisle el gobierno. Se ha caído en un "relativismo moral", donde cada cual decide por sí mismo y a su conveniencia lo que está "bien" y lo que está "mal" . «Superado el enfrentamiento entre el Bien y el Mal llega la Teoría del Caos, donde, como dijo Bill Clinton, "todo es posible y nada es cierto", todo es fachada, todo es mentira, cada uno tiene su negocio y cada uno su propia verdad». Esta moral destruye cualquier base para la ley civil y para los derechos humanos. Cae en la trampa de que «el poder es el derecho.» "Únicamente la ley, y la fuerza pública, frenan las pasiones desmedidas de los individuos. Pero no existe un control interno para cada cual. Y por lo tanto, el individuo es proclive a violar la ley, o a fingir su cumplimiento. En este caso, las sociedades tienden hacia la violencia, el crimen y la corrupción". Los mismos gobernantes son víctimas del monstruo que crean. Recuérdese a los gobernantes rusos fusilados unos tras otros y por su régimen. En estas circunstancias, hoy como en los tiempos de la Biblia, el Señor se reserva un resto: Son esos cientos de miles de jóvenes que se ponen en pie en cada visita del Papa; son esos jóvenes estudiantes o no, inteligentes, creyentes, nobles y equilibrados en los que el diablo se estrella. Siempre hay motivos para la esperanza. "En una sociedad donde el relativismo moral es la norma, se tiene que vivir con la ametralladora bajo el brazo. Y con la cartera lista, para sobornar al funcionario público de turno". La otra respuesta es el llamado objetivismo moral. Declara que la moralidad reside en una ley más alta que la voluntad propia de cualquier sociedad o individuo. Admite la existencia de una norma trascendental. Por lo tanto, lo que es bueno es bueno, y lo que es malo es malo sin importar que lo aceptemos o no. Robar es malo por mucho beneficio que nos reporte. Para los católicos estas normas, repetimos, son las impuestas por Dios en la Biblia, sobre todo , en los Evangelios. Han estado vigentes durante 2000 años y se han empezado a volatilizar desde hace unos 50 años. Los efectos se han notado enseguida. Cuando se prescinde de Dios, cuando se sustituye por el hombre, por la droga, por el chalet, por el coche, por el sexo,
las personas y los pueblos empiezan a envilecerse. Echemos una ojeada a nuestro alrededor. Nunca nuestra sociedad ha llegado a más altura material, y nunca hemos vivido más agobiados ni degradados: guerras, abusos, botellones, drogas, sexo, groserías, riquezas,
han sido elevadas a la categoría de dioses. Y estos dioses nos están esclavizando. Nuestros jóvenes privados de sus raíces morales son fácil pasto de charlatanes, de sectas sin cuento, embaucadores, que con el señuelo de libertad y riquezas caen en las redes de las drogas, del sexo, de sectas infames y de una vida fácil que , poco más tarde, se torna muy dura. Son como barcas sin remo ni timón, movidos caprichosamente por toda ola, y dirigidos a cualquier parte por cualquier viento. Sin embargo, se enorgullecen de creerse ¡Libres! Libres cuando están esclavizados por sus pasiones. ¿Qué hacer? La solución es siempre la misma: Cristo y su Iglesia. Pero no una Iglesia ni una religión facilona, hecha al capricho y a conveniencia de cada cual. Con Cristo no se negocia. Se le acepta o se le rechaza íntegramente. Pero con El no se chalanea. Ni Cristo ni su Iglesia admiten componendas con su doctrina. El camino es difícil ,la puerta estrecha; pero su cumplimiento posible con la gracia del Señor. Un ejemplo lo tenemos en Leonardo Mondadori, el hombre más poderoso del mundo editorial italiano y hasta hace poco uno de los millonarios más cínicos y antirreligiosos de Europa, hizo pública su conversión al catolicismo. Pero ¿qué convenció a este hombre de que el cristianismo era la verdad? Responde: "la constatación de que el Evangelio es realmente el manual de instrucciones para el uso del hombre. Que Jesucristo es realmente la respuesta a todos nuestros interrogantes. Que sólo quien sigue a Cristo se realiza plenamente. Ésta ha sido la primera prueba, con la que me he encontrado. Además se añadió otra: la oración. He experimentado que cuando se pide algo a Dios con sinceridad y con recta intención, siempre nos escucha". Para Mondadori, "la Iglesia ha quedado como el último baluarte contra las locuras de nuestro tiempo. También aquí la vida me ha demostrado que quien sigue esa ortodoxia católica que funciona desde hace dos mil años, nunca queda defraudado". Los Evangelios no han perdido validez, su moral es eterna. ¿Qué alguno no está de acuerdo con un mandamiento? Pues hágase ateo, budista, mahometano o de cualquiera de los cientos de sextas existentes; pero, por favor, sea honesto , no diga que es católico. Cristo siempre habló claro. El dijo: "El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" Además, nos prometió su asistencia: "Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos". ·- ·-· -··· ·· ·-·· Alejo Fernández Pérez |