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Otras posibilidades dinásticas si se cambian las convenciones tradicionales
Lo que más me gusta de la situación suscitada por el noviazgo del Príncipe de Asturias es que queda despejada definitivamente la cuestión sobre el origen de nuestra monarquía: si es la tradicional, regulada por sus leyes propias, entre ellas la Pragmática de Carlos III, que vedaba la herencia a quienes contrajeran matrimonio morganático, o si es la instaurada por voluntad del Generalísimo Franco.
Queda ahora clarísimo que -con el tácito reconocimiento de que las normas de la monarquía tradicional no vinculan a ésta- no goza la institución de más legitimidad que la que trae causa de las Leyes Fundamentales del Régimen del 18 de Julio.
Pues qué bien. Qué bonito regalo al añorado General, prematuramente fallecido, en los días del aniversario de su óbito.
La cosa alienta a la reflexión sobre otras cuestiones sugestivas: si se considera derogada la interdicción del matrimonio con quien no tenga sangre azul, esa derogación, en Justicia, debería tener efectos no sólo sobre Don Felipe de Borbón, sino también sobre todas aquellas personas vivas que se vieron privadas de expectativas en la herencia de la Corona por la vigencia de la tan traída Pragmática. Y, en consecuencia, cabe pensar que quien debiera heredar el trono sería el heredero del Infante Don Jaime, que perdió sus derechos a la Corona por renuncia forzada por su real padre -decisión que, por impuesta y obligada, es de discutible validez- y por su posterior matrimonio con plebeya. Así pues, tendría mejor derecho Don Alfonso de Borbón que Don Felipe de lo mismo.
Sin embargo, parece que Don Alfonso se ha colocado en la lista de candidatos al trono de Francia, lo que mengua seriamente sus expectativas en el derecho a la Corona de España.
Pero, albricias, si -como se postula- se deroga también la preferencia en heredar del varón sobre la hembra, se nos abren otros escenarios estupendos.
Uno es que la hipotética hija que el Príncipe hubiera podido tener con alguna de sus anteriores parejas de hecho, al llegar su mayoría de edad, reclamara la paternidad -lo que nuestro Derecho permite- y se convirtiera así en heredera preferente frente al derecho que ostenten los hijos que pueda tener Doña Letizia. Nuestras leyes, felizmente, no hacen distinción entre hijos matrimoniales y no matrimoniales, en cuanto al derecho a heredar. Y sería una alternativa muy innovadora.
Otro es el mejor derecho que puedan tener los herederos de la Infanta Beatriz, de mayor edad que su hermano Don Juan, que se vio privada de la Corona por la preferencia varonil y por su matrimonio morganático, con lo que quien tendría prioridad en heredar sería su sucesor, Don Alessandro-Vittorio-Eugenio-Enrico Lequio di Assaba, el Conde Lecquio, muy popular y de acreditada capacidad genésica: solución que, bien mirada, parece mucho más moderna y vanguardista que la de Doña Letizia, con la ventaja de que aportaría dos reinas madres sucesivas, Doña Antonia dell´Atte y Doña Ana Obregón: ventaja que puede ser de mucha utilidad porque, en caso de accidente o atentado, una cualquiera de ambas -la que sobreviviera- sería llamada a ejercer la Regencia.
Claro que si consideramos que la filiación extramatrimonial no merma el derecho a la herencia, hay todavía un par de posibilidades que aumentan la expectación, el morbo y el reconcomio en la actual y democrática situación coronaria. Una son los derechos que ostente Don Leandro de Borbón Ruiz, segundo hijo adulterino de Don Alfonso XIII y de la actriz Doña Carmen Ruiz Moragas, nacido en 1929 (su hermana María-Teresa, de igual filiación, había nacido en 1925, pero falleció prematuramente). Y otra, los derechos de que sea titular Doña Juana-Alfonsa Milán y Quiñones de León, hija adulterina que había tenido el rey destronado con la srta. Beatrice Noon, la institutriz irlandesa de sus hijos, en el temprano año de 1916 (Don Alfonso era, en esto, marxista, que Carlos Marx también dejó preñada a su criadita). Ignotos la edad, estado y paradero de los cuatro hijos que se sabe tuvo ésta, es palmario que también tienen algo que decir en el asunto.
Qué bonito es todo esto. No comprendo cómo pueden quedar, a estas alturas, partidarios de la III República...
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