En Galicia el fenómeno nacionalista esta cobrando fuerza por el mimetismo del vasco y el catalán copiando sus formulaciones políticas, como fue un primer experimento Coalición Galega, como contrapartida de la CiU catalana. Además, en el ámbito de la izquierda nacionalista surgía el Bloque Nacionalista Galego. Quién en un inicio quiso ser el equivalente a Herri Batasuna. El BNG nació en 1982 como coalición formada por el PSG y el BN-PG, que un año antes había obtenido tres escaños en las primeras elecciones gallegas. En él coincidían la Unión del Pueblo Gallego_de tendencia marxista-leninista, nacionalistas del Partido Galleguista y disidentes del Partido Socialista Gallego. No obstante, el BNG sufrió las consecuencias de apoyar la "lucha armada" del EGPGC (Exercito Gerrilleiro do Pobo Galego Ceibe), sufriendo un fuerte retroceso electoral en 1985. El BNG concibió nuevas bases ideológicas en la asamblea de Carballiño (febrero de 1987) y lanzó el proyecto común. La nueva deriva nacionalista se hizo más moderada y aunque le costó la salida del PCLN, que formará el Frente Popular Galego y apoyará a Herri Batasuna, a partir de ahora. El BNG se alejará de su imagen de izquierda revolucionaria. Xosé Manuel Beiras, su líder carismático, será determinante en la moderación del BNG. En 1989, los diputados se convierten en cinco y en 1993 en trece. Tras estos comicios, se convierten en la única fuerza nacionalista con representación, tras el fracaso de la Unidade Galega de Camilo Nogueira. Que formaliza su integración en el BNG en 1993. En su estructura interna, la acción más destacada dentro de la coalición fue la creación, en 1994 de Esquerda Nacionalista. Este partido fue formado por miembros del BNG sin adscripción a ninguna otra formación y en el militará Beiras. En 1996 consiguen un representante en el parlamento español y al año siguiente se trasforman en la segunda fuerza gallega al conseguir 18 escaños y desbancar al PSOE. Su fuerza les hace enlazar con el resto de los nacionalismos periféricos, como el PNV y CiU con los cuales firmará la Declaración de Barcelona, cuyos efectos estamos sufriendo ahora. En 1999 su representación en Madrid pasará a dos diputados y obtendrán un fuerte ascenso municipal obteniendo las alcaldías de Santiago, Ferrol y Vigo, con el apoyo de los socialistas. En el parlamento europeo están unidos a otros partidos de signo nacionalista, donde se encuentra ERC y el PNV-EA. No obstante, el nacionalismo gallego tiene más de idealista que de histórico, el pretendido celtismo es un discurso surgido en semejanza al resurgimiento de los nacionalismos de la gaita, Irlanda, Escocia y Bretaña. Considerar que la región gallega mantiene una personalidad celta pura después de los pueblos que la han poblado, como romanos, suevos, godos y hasta los bereberes por un corto período, es negar la historia de Galicia. Sin embargo, el nacionalismo tiene como principal herramienta diferenciadora el idioma gallego. Esta lengua romance surgida del latín fue en el siglo XIII la hablada por la élite castellana, pero no pudo mantener su posición frente a la fuerza del español, más que castellano, porque se hablaba en el resto de los reinos peninsulares. Pero en la época actual la diferencia con el caso catalán es sintomático, mientras en Cataluña la Renaixensa hizo que la burguesía adoptase el idioma regional como lengua culta de la alta sociedad, en Galicia quedó en manos del pueblo rural utilizándose el castellano como la lengua cultural y de ascensión social (1). La actual promoción del gallego desde las instituciones autonómicas dominadas por el Partido Popular de Manuel Fraga pretenden evitar que el surgimiento de un nacionalismo moderado que ocupe una posición de preeminencia como CiU o PNV, pero su labor de educación galleguista ha producido la aparición de un nacionalismo más radical en la izquierda del abanico social. De todas formas, su papel en Europa se reduce a lo que se consiga por mimetismo de las acciones de los nacionalistas catalanes y vascos. En las elecciones europeas, el nacionalismo vasco necesitado de votos para conseguir un diputado, recurre a la presentación de cargos de las casas regionales gallegas de la emigración. La única novedad en sus reivindicaciones europeístas esta en la potenciación del eje atlántico como línea de desarrollo, asunto que conviene a la administración autonómica vasca. No obstante, esta es una línea marginal ante las propuestas de inversión europea en el Este y en el Mediterráneo, regiones con mayores problemas de desestabilización política. A pesar de todo, no hay que perder de vista al BNG. En su última asamblea nacional, Anxo Quintana, senador en Madrid, se convertía en el flamante nuevo portavoz de la coalición nacionalista. El carismático Xosé Manuel Beiras pasa a un segundo plano, aunque se explote su imagen a nivel de contactos. Pero el BNG ha cumplido una etapa y la moderación le ha reportado el voto joven de las clases medias y media baja de Galicia. Su voto es el voto de los jóvenes gallegos desilusionados con un sistema que no los integra, ni social, ni laboralmente. Las universidades se han convertido en baluartes de un galleguismo celtista. Mientras el Partido Popular en el poder se mantiene, porque la figura de Manuel Fraga consigue aunar todavía a los diferentes barones con fuerte incidencia social en un mundo gallego de fuerte clientelismo. La recuperación en Cataluña de una ERC, de izquierda nacionalista, vinculada a las clases medias, y que ha crecido a costa de un voto socialista descentrado, puede servir de ejemplo en Galicia. Un BNG, con un nuevo liderazgo, puede ser determinante en el intento de capturar más votos socialistas y asentarse como alternativa a un PP, que un día tendrá que navegar sin su carismático patrón. El problema nacionalista en Galicia sólo acaba de empezar y actua de manera coordinada desde 1998 con el catalán y el vasco. El liderazgo fuerte de un Francisco Vázquez, por encima de las siglas políticas es la única excepción ante un entreguismo a un nacionalismo cada vez más agresivo y que se siente dispuesto para realizar su última etapa hacia el poder. ·- ·-· -··· ·· ·-·· José Luis Orella Notas 1) José Forné, Las dos caras del nacionalismo. Aramburu. San Sebastián. pág. 70 |