Como continuación del cuestionario, a propósito de la utilización de células madre para la investigación clínica, que la Dra. Mónica López Barahona tuvo la gentileza de completar en el nº 75 de Arbil, un equipo de colaboradores de la revista quiso invitarla a una cena coloquio. Se celebró el pasado 3 de diciembre con dos objetivos: en primer lugar homenajear a la doctora y agradecer su deferencia hacia Arbil; segundo, plantear un debate amplio y abierto a las inquietudes de todos los asistentes. En un ambiente distendido y a la par académico, la Dra. López Barahona tuvo la ocasión de desarrollar con mayor profusión los puntos desarrollados en el cuestionario, publicado apenas dos días antes, así como otras varias cuestiones. Más que un turno de preguntas, se desarrollo un fluido debate en el que una idea iba engarzando con otra, pasando de aspectos más técnicos a otros éticos. Así, partiendo de la diferencia entre las células madre embrionarias y las adultas, a las intervenciones de los comensales fue la doctora desgranando con detalle las ventajas del recurso a las segundas. Quedo claro, por ejemplo, que el empleo de las células madre embrionarias es problemático al menos en dos puntos básicos: en primer lugar a nivel ético; segundo por las perniciosas consecuencias (versus teratomas) derivadas de su utilización para crear tejidos. Referente al espinoso asunto de los embriones congelados (de los que se extraen las citadas células madre embrionarias), la Dra. López Barahona nos explicó los varios puntos que le llevaron a plantear su voto particular frente a la decisión del Comité Asesor de Ética. Resumidamente podríamos decir que, en primer término, es inaceptable crioconservar un individuo humano y disponer de su destino a nuestro antojo. Seguidamente, no es tolerable implantar una media de tres embriones en el útero de una mujer, a sabiendas de que generalmente- sólo uno se desarrollará con éxito. Tercero, que el recurso a estos embriones trae problemas en la propia implantación uterina, en la posterior embriogénesis de fetos con mayor índice de malformaciones y bajo índice de peso. No faltó una brevísima exposición sobre la violación de las leyes de geometría y polaridad que se produce con la fecundación in vitro, en contra del proceso natural, y de sus posibles consecuencias aún no estudiadas. En fin, un repaso a la Embriología que mantuvo la atención de todos los presentes, fuera cual fuera su formación. Porque a veces, como con la magistral y sencilla intervención de la Dra. López Barahona, hasta las materias más científicas se tornan fácilmente comprensibles. Reseñaría un crucial y brillante momento de aquella cena coloquio. Reconociendo, desde una irrefutable base genética, que un embrión desde el comienzo es por su dotación cromosómica completa (idéntica a la de un adulto) un individuo de la especie humana, se planteó una interesante cuestión filosófica: ¿Qué diferencia a un individuo humano de un ser humano? Planteada la citada premisa por la que todos aceptamos que el embrión es un individuo de nuestra especie, se desarrolló un interesantísimo intercambio de ideas en los que tuvo un papel principal, además de la doctora invitada, el Dr. Aquilino López Polaino. Filosóficamente un ser humano es tal en cuanto es capaz de relacionarse con su entorno: ambiente (sensu lato), otros individuos de su especie (sensu stricto). Y esta relación existe de hecho desde los primeros momentos. Como nos recordó la Dra. López Barahona, a los 5-7 días de la fecundación el embrión comienza el proceso de implantación en el útero materno, y esto conlleva un mutuo reconocimiento molecular que es, de por si, una primerísima y necesaria relación. Podríamos incluso- retrotraernos a una relación anterior: el reconocimiento entre ambos gametos en la fecundación. En fin una deliciosa velada en la que la Dra. Mónica López Barahona nos deleitó con un verbo fácil sobre cuestiones que, a veces por una fe ciega, compartimos sin conocerlas. Creo que la curiosidad general de todos los presentes quedo suficientemente satisfecha. Varios de los asistentes han formulado a posteriori inquietudes de más calado técnico, que sin duda abordaremos en próximas aproximaciones. Y en este sentido, es de agradecer a la doctora López Barahona el haber despertado este interés en un reducido grupo de amigos que, no dudamos, crecerá con el esfuerzo divulgativo de todos nosotros. Particularmente afrontamos el reto de abordar con mayor hincapié la definición de ser humano como ser capaz de relacionarse, confrontando la ciencia y la filosofía, inmunoglobulinas e ideas, en orden a dejar un mundo mejor a nuestros hijos y nietos.. ·- ·-· -··· ·· ·-·· Jesús Romero-Samper |