Muerto en el 755, el inglés
Winfrido -por sobrenombre Bonifacio- es al mismo
tiempo, patrón de Inglaterra, su país natal, y
el primer evangelizador de Alemania, su patria de
adopción. Siete siglos después de este pionero,
el holandés Pedro Kanijs (apellido latinizado
como Canisius) se va a convertir en el
segundo evangelizador de Alemania y en el
valeroso apóstol de Suiza, sus dos patrias de
adopción.
Conocido por el sobrenombre de "martillo
de los herejes", Pedro el jesuita
defiende las posiciones romanas ortodoxas. Sin
este centinela, tan enérgico como conciliador,
la expansión luterana se habría convertido en
una catástrofe para la Iglesia. Oponiéndose a
las posiciones del reformador de Eisleben, el "gentleman
de la Compañía" suscita y lleva
adelante una reforma católica en profundidad,
por medio de una densa actividad: enseñanza,
controversia, predicación, catequesis. Veámoslo
a través de los diversos frentes en los que
trabaja.
Años de juventud
A ejemplo de San Agustín -en el año 397-, Pedro
escribe -en 1570- sus memorias. Siguiendo este
texto latino revisado y anotado por el P.
Braunsberger, presentaremos algunos detalles. El
8 de Mayo de 1521, nace en Nimega (provincia de
Güeldres, en los Países Bajos) el hijo de
maestre Jacobo, alcalde de esta opulenta ciudad
bañada por el Rin y el Waal. Desde que tenía
diez años, el niño, rodeado por sus amigos
atentos y en actitud de recogimiento,
"juega a decir misa". Poco
después, meditando en la iglesia de San Esteban,
ora con esta súplica : "¡Señor Dios:
instruidme, guiadme¡". En esta misma
época, agitado por los escándalos que le
rodean, Pedro Kanijis lleva un cilicio (faja de
cuerdas ceñidas al cuerpo) para preservarse del
mal mediante una activa penitencia.
En 1539, a la edad de dieciocho años, estudia
derecho canónico en la universidad de Lovaina,
capital de Brabante ¿Qué orientación va a
seguir este joven de veinte años y de voluntad
firme, que ha quedado tan asqueado de los
borrachos de carnaval que ha decidido abstenerse
de probar el vino?
En 1540, su excelente compañero de promoción,
Lorenzo Sirio, se hace cartujo. ¿Le va a seguir
Pedro? No, pues su padre empieza a mover sus
influencias con intención de poder ofrecerle a
su heredero una canonjía en Colonia. ¿Va a
aprovechar estas circunstancias para construirse
una existencia tranquila y confortable? Nada de
eso; las cosas no serán así.
En 1543, con veintidós años, Pedro oye hablar
con elogios de Pierre Fávre, miembro de un
grupúsculo que comienza a abrirse camino: los "
compañeros de la amistad de Cristo".
Estos se confiesan y proclaman "caballeros
del Papa". ¿Por qué no integrarse en
esta joven sociedad de "sacerdotes
reformados"? Canisio consulta a Favre.
Escuchemos al neófito jesuita confesar su
entusiasmo:
"Bajo la dirección de Pierre Favre,
acabo de hacer los "ejercicios" (retiro
espiritual prolongado según el método de
Ignacio de Loyola). Estos han cambiado mi
espíritu y mis sentimientos, han iluminado mi
alma con nuevos rayos de la gracia celeste, han
conferido a mi voluntad un nuevo vigor. La
abundancia de los dones divinos repercute incluso
en mi cuerpo: me siento fortalecido y como
transformado. Mi deseo es trabajar con Jesucristo
en el servicio de las almas".
El 8 de Mayo de 1543, día de su cumpleaños, el
novicio jesuita se compromete por medio de la
profesión : "Yo, Pedro Canisio de
Nimega, hago hoy a Dios, a la Virgen María, ante
San Miguel Arcángel y todos los Santos, voto de
ponerme bajo la obediencia (obediencia sumisa) de
la Compañía llamada de Jesucristo".
Apóstol de Alemania durante treinta
años
Diácono en 1544, ordenado sacerdote en 1546,
este joven maestro es ya conocido por dos
publicaciones que revelan la posesión de un
sólido conocimiento en los terrenos de la
mística y la escritura; una de ellas acerca de
los Sermones de Juan Tauler, primera obra impresa
de la Compañía de Jesús; la otra, una edición
crítica de las obras de San Cirilo de
Alejandría y de San León Magno. Después de
haber asistido al concilio de Trento como
teólogo consultor del cardenal de Augsburgo,
Otto van Trusches, residirá un tiempo en Roma y
luego en Mesina. A finales de 1549 lo encontramos
ya en su puesto, dispuesto para trabajar, en la
universidad bávara de Ingoldstat. Es el comienzo
de un largo apostolado al servicio de Alemania.
A su llegada a las orillas del hermoso Danubio,
el maestro Canisio escucha el balance de la
situación que le presentan dos de sus hermanos
de religión que se encuentran ya allí: Le Jay y
Salmerón. La situación resumida en una
estadística reveladora, parece catastrófica: "Nueve
de cada diez alemanes han sido ganados para la
reforma luterana o están en vías de serlo".
Por tanto la reacción es urgente: hay que hacer
algo; si, ¿pero qué y cómo?.
El trío de jesuitas pasa revista a las fuerzas
en conflicto mediante el siguiente examen: Del
lado protestante la confusión es extrema. Desde
la muerte de Lucero (1546), no ha surgido ningún
sucesor que se ponga a la cabeza del movimiento.
Melanchton aparecía a los ojos de muchos de sus
correligionarios como un vacilante, un
criptocatólico. Flavio Ilírico es un
revolucionario declarado. Entre muchos pastores
protestantes hay que lamentar desenfrenos,
saqueos, y crímenes de todo tipo. En el sector
católico igualmente se combinan muchos males:
ignorancia de la gente y del clero, relajamiento
monástico generalizado, iglesias devastradas,
fieles vacilantes, tibios o amedrentados.
Primera reacción jesuítica: enseñanza y
predicación. El 26 de noviembre de 1549, Canisio
imparte su primer curso universitario sobre los
sacramentos. Los sermones al pueblo se
multiplican con éxito. El año siguiente se
inaugura el colegio de Viena. El infatigable
Canisio predica a las gentes del campo. Su
reputación es tal que se libra por poco de ser
promovido como arzobispo de la capital
austríaca. ¿Desempeñó las funciones de
administrador diocesano? Es muy probable. Pero de
modo inmediato será otro el trabajo que va a
acaparar todas sus energías:
Los catecismos de Canisio
La idea priviene de una simple constatación: la
urgente necesidad de una catequesis (instrucción
religiosa) estructurada. Recuerdese el De
catequizandis rudibus de San Agustín,
redactado en el año 400. En 1555 aparece un
librito con un título interminable: Suma de
la doctrina cristiana presentada en forma de
preguntas y respuestas y publicada por primera
vez, para uso de la infancia cristiana, por orden
y autoridad de su Majestad el rey de los Rumanos,
de Hungría y de Bohemia, archiduque de Austria.
Primitivamente redactado en latín y traducido en
seguida al alemán, el manual original alcanza
rápidamente un gran éxito y se multiplica en
libritos especializados, según la siguiente
distribución:
-1555: Suma de la doctrina cristiana
(222 preguntas), para los colegiales mayores y
los estudiantes.
-1556: Catecismo menor (59 preguntas), a
menudo junto a la cartilla, para uso de los
principiantes.
-1557: Catecismo mediano (122
preguntas), el de mayor difusión entre la gente.
Naturalmente, los protestantes reaccionaron en
seguida y con gran energía. Eñ tímido
Melanchton califica al autor de "cínico"
(perro). El luterano Wigand se hace eco de este
insulto y ataca al adversario : "Canisio
es un perro que desgarra a dentelladas las
sagradas escrituras y las coge por los pelos. Su
catecismo es un sable que atraviesa las almas,
las mata y se las presenta al diablo".
Diecisiete años después de la muerte de su
autor, el jesuita Mateo Arder pone las cosas en
su sitio: "El bien realizado por el
catecismo de Canisio, es inmenso. Se les explica
a los jóvenes, se comenta en las iglesias, en
las escuelas, en los colegios, en las
universidades. Su autor sigue hoy hablando en
múltiples lenguas: alemán, eslavo, italiano,
francés, español, polaco, griego, húngaro,
danés, inglés, escocés, e incluso en hindú y
japonés. Su redactor ya puede ser llamado con
toda justicia Doctor de las Naciones".
De hecho, las estadísticas hablan por sí solas
al mostrar el récord de reediciones de que hay
constancia: doscientas en vida del autor, más de
cuatrocientas cincuenta en total.
Detengámonos ahora en una de las más conocidas
dietas en las que Canisio participará, la dieta
de Worms de 1557. Los diálogos se inauguran el
11 de septiembre de 1557. Melanchton (60 años),
jefe de filas protestante, se muestra ofensivo
hasta el insulto: "Nosotros rechazamos
todas las herejías y principalmente las
decisiones impías del pretendido concilio de
Trento".
Líder católico, Canisio subraya las divisiones
luteranas y hace una pregunta con trampa que va a
sembrar el desconcierto en el campo protestante: "¿Condenáis
los errores de Calvino, Zwinglio, Ilírico?".
En vista de las respuestas evasivas de sus
correligionarios, Melanchton monta en cólera, y
finalmente provoca la disolución de la asamblea.
En estas circunstancias, Canisio no tiene
dificultades para establecer el siguiente
balance: " 1) Ante sus interlocutores
desunidos, los católicos aparecen unidos; 2)
Debido a sus variaciones, las diversas iglesias
protestantes caen en el descrédito; 3) Los
católicos recuperan y consolidan sus posiciones
en toda Alemania."
Liberador de Alemania y de Suiza.
Nombrado provincial de la Alta-Germania
(Alemania, Austria y Bohemia) en 1556, el
responsable multiplica sus predicaciones que
conocen un éxito esplendoroso. Un sermón de
1559 expresa sin ambages la lúcida visión del
predicador acerca de la decadencia alemana. Los
fieles de la diócesis de Augsburgo tienen que
escuchar esas duras verdades. Ante este
apostolado resplandeciente, se intensifican los
ataques luteranos. Entre sus oleadas tumultuosas,
destacamos el panfleto publicado en 1562 por el
predicador Jerónimo Rauscher. El título mismo
del folleto nos habla del tono que presenta: "Cien
mentiras papistas groseras,desvergonzadas,
sebosas, cebonas y pestilentes, por medio de las
cuales, los llamados papistas defienden los
artículos principales de su doctrina".
Con calma y con mesura, Canisio responde por
medio de preguntas vivas, acuciantes, actuales.
El maestro interpela con educación al
adversario, sin descender nunca al nivel de los
insultos recibidos de éste.
En 1565, Francisco de Borja, tercer general de
los jesuitas, nombra a su compañero Pedro "visitador
general de la Alta y Baja Alemania y de las
Provincias renanas". Cada vez más, el
titular de dicho cargo se va convirtiendo en el
alma de la Acción católica del centro de
Europa.
En 1581, a la edad de sesenta años, Canisio
recibe felicitaciones, pero también el traslado
a un nuevo destino. De modo lacónico, la "obediencia"
(orden de misión) que recibe, le asigna esta
nueva tarea: "viajar a Friburgo para
fundar allí el colegio de Saint-Michel".
Sin rechiastar lo más mínimo, con una
obediencia perfecta, parte hacia esta capital del
cantón helvético, situada a mitad de camino
entre Lausana y Berna (que distan cien
kilómetros entre sí). Allí se va a integrar
hasta el punto de convertirse, durante los
dieciséis años que le restan por vivir, en el
más célebre ciudadano de honor.
Desde su residencia en Friburgo, el anciano
jesuita escribe a muchos de sus amigos: Claudio
Aquaviva, general de los jesuitas; Francisco
Bonomio, nuncio apostólico; Carlos Borromeo,
nombrado visitador en Suiza; Francisco de Sales,
misionero en Chablais. Tras cuatro meses de cruel
enfermedad -hidropesía complicada con un fuerte
catarro-, el santo religioso muere el 21 de
Diciembre de 1597. A propósito de este enfermo
modelo, su enfermero anota en el cuaderno
médico: "Nunca pide un alivio,
abandonándose totalmente a sus superiores".
Alemania y Suiza se muestran sumamente
agradecidos a su intrépido evangelizador que
supo evitarles el caer totalmente en el
luteranismo. Todavía hoy, el estudio teológico
de Innsbruck, capital del tirol austríaco, lleva
el nombre de "Canisium". La
sociedad de ayuda al clero funciona bajo la
protección de este segundo apóstol de Alemania.
Friburgo no le va a la zaga en esta gratitud
activa. Visitadores y peregrinos pueden acceder
al colegio Saint-Michel,que domina toda la
ciudad, por las "escaleras de Pedro
Canisio".
¿Con qué quedarnos de esta maravillosa
herencia, casi cuatro siglos después de la
muerte del apóstol? Sin dudarlo un instante,
propongo esta oración:
"Señor, tú sabes en qué medida y
cuántas veces me has confiado Alemania, de la
que sigo preocupándome y por la que deseo morir.
Tú eres quien -al igual que en Suiza- me ordena
beber en la fuente de tu corazón abierto. ¡Oh
Salvador mío¡"
José María Ripoll Rodríguez canisius@terra.es.
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