A lo largo de esta mini-serie de
textos estamos intentando aproximarnos al
fenómeno de las organizaciones rosacruces;
entidades de ámbito internacional también
operativas en España desde hace décadas y de
perfil confuso, al presentarse en algunos casos
como asociaciones de carácter cristiano.
En los artículos anteriores hemos hablado de los
orígenes míticos e históricos de estas
órdenes esotéricas (número 56 de Arbil,
anotaciones de pensamiento y crítica), de
sus organizaciones internacionales actuales
(número 58) y de su presencia actual en España
(número 59-60).
En este cuarto y último texto, abordaremos su
naturaleza, propósito al que bien puede
colaborar el conocimiento de sus relaciones con
la masonería. Cerraremos el artículo -y la
serie- con una aproximación a la posición de la
Iglesia católica ante estas organizaciones.
Naturaleza de las organizaciones
rosacruces.
Según Juan Miguel Ganuza en su libro Las
sectas nos invaden, los rosacruces serían
un nuevo brote de la herejía gnóstica, a la que
caracteriza de la siguiente manera: conjunto de
doctrinas que, provistas de un ropaje científico
y de alta especulación, se atribuía la clave de
múltiples secretos humanos y divinos.
Se trataba de una "Amalgama religioso -
científica que tomó del Platonismo la
concepción de las ideas, diversos principios
ascéticos y un misticismo extraño y exagerado
de características panteístas del
neopitagorismo y neoplatonismo, las concepciones
cosmogónicas de la India y Egipto junto con un
cúmulo de ideas religiosas, y todo ello mezclado
con ideas cristianas, como la Redención".
Así, el gnóstico Carcoprates tenía algunas
teorías coincidentes, en diversos sentidos, con
las obediencias rosacruces. Carcoprates afirmaba
que Jesús era hijo de José, naciendo como un
hombre más. Por la resurrección se libera de su
existencia anterior a través de un singular
proceso de metempsicosis, triunfa de la muerte y
del mundo y recobra al Padre. Este fenómeno
puede repetirse en muchos mortales.
En el Diccionario de las Religiones,
dirigido por el Cardenal Paul Poupard (Herder,
Barcelona, 1987), se afirma que la rosacurz: "es
menos una secta religiosa que un sincretismo de
origen gnóstico y alquímico, de tipo
iniciático, que propone una síntesis del
conocimiento de la naturaleza, del secreto de las
fuerzas cósmicas, del misterio del tiempo y del
espacio, o de los poderes místicos de las
religiones o sabidurías de Egipto, Babilonia, de
Grecia y de Roma".
Según este texto, para los rosacruces, las
enseñanzas de Jesús estaban dirigidas sólo a
una minoría, lo que las Iglesias ocultaron,
siendo ese pequeño número su único
depositario.
La tierra sería una "gran escuela"
a la que el hombre retorna a través de la
reencarnación.
El saber se transmitiría de manera secreta y
privada, siguiendo la tradición de los grandes
iniciados.
La astrología, la alquimia y otras disciplinas
esotéricas serían muy importantes, formando
buena parte de las enseñanzas rosacruces.
En todas las obediencias rosacruces encontramos
-ya lo hemos visto en el primero de los
artículos dedicados a estas entidades- una serie
de elementos doctrinales y estructurales comunes:
- Un conjunto de creencias de base
gnóstica, tal como hemos mencionado en los
párrafos anteriores, y de desarrollo amplio.
- Una concepción del cristianismo entendido
como una religión exotérica destinada a las
multitudes de fácil conformar espiritual y
con una realidad oculta -esotérica- que
sería, en buena medida, común a otras
grandes religiones.
- La creencia en la reencarnación.
- La práctica de la alquimia, ya entendida
en un sentido psicológico o espiritual o en
su sentido físico tradicional.
- Un cultivo de la astrología.
- La práctica de diversas técnicas de
autoayuda.
- Una concepción panteísta.
- Negación del carácter religioso de sus
organizaciones (salvo excepciones), político
o lucrativo.
- La adquisición del conocimiento rosacruz
mediante estudios, por correspondencia, y la
participación en ceremonias iniciáticas
estructuradas en grados de superación
sucesiva y de forma casi automática.
- La existencia, en el origen de cada orden,
de un fundador carismático, privilegiado
intermediario entre una elite humana y los
planos o seres superiores de los que procede
el verdadero conocimiento.
Su relación con la masonería.
En el periplo de los rosacruces, su relación con
la masonería ocupa un espacio importante. Así,
por ejemplo, en la versión de su historia
proporcionada por la más numerosa y extendida de
sus organizaciones en la actualidad, AMORC, "la
masonería no sería sino la organización nacida
de Salomón, un rosacruz que no llegó a ser
iniciado por completo"; versión no
aceptada, evidentemente, por la masonería, y que
carece de cualquier base histórica.
Jean - Pierre Bayard en su libro La meta
secreta de los rosacruces (Robin Book,
Barcelona, 1991), asegura que "Los
Manifiestos de la Rosacruz, creados o no por
Andreae y sus amigos, han tenido una influencia
espiritual sobre muchos grupos y,
particularmente, sobre los de Inglaterra. Francis
Bacon, con la Nova Atlantis, influenció y marcó
las logias masónicas".
Afirma, por otra parte, que "Johann
Gotthier, al publicar en 1804 su libro sobre los
rosacruces, pensó que francmasones y rosacruces
no eran sino un único grupo en su origen, que se
separaron para propagar por una parte ideas
filosóficas y filantrópicas en la masonería y,
por otra parte, entre los rosacruces, para llevar
a cabo investigaciones cabalísticas y
alquímicas".
Y, más adelante, describe el ambiente
intelectual en el que todo ello pudo producirse,
pues "Igualmente hemos visto que el
Siglo de las Luces se sintió atraído por el
iluminismo y que aquellos focos permitieron la
eclosión de la francmasonería, bien
estructurada desde 1717. Esta orden no pudo sino
permanecer atenta a toda creación de sociedades
análogas y seguir la evolución de los
círculos, atribuyendo siempre a la Rosacruz de
Oro intenciones alquímicas".
Unos párrafos que consideramos, más allá de
anécdotas, como sumamente aclaratorios.
Los autores especializados en estas materias,
como el arriba citado, enumeran y relatan
numerosos círculos de inspiración rosacruz que
adoptaron, desde principios del siglo XVIII,
organización y ritos masónicos, tanto en
Alemania, Rusia, Inglaterra, etc.
Es importante observar que el grado 18 del Rito
Escocés Antiguo y Aceptado, practicado en
la mayoría de logias masónicas de todo el
mundo, se denomina Gran Príncipe Rosa Cruz. En
este grado se recogen diversos símbolos
indudablemente rosacruces: el triple beso, el
pelícano, el águila, barras de cera para
lacrar
La S.R.I.A. está compuesta exclusivamente, ya lo
veíamos en el segundo de los artículos de esta
serie, por masones, que conciben la "vía
rosacruz" como una profundización más
espiritual, incluso superior, en algunos
aspectos, a la experimentada en la propia
masonería.
En el caso concreto de la Orden Rosacruz, cuya
sede mundial está en Las Palmas de Gran Canaria,
los mandiles, de apariencia masónica a simple
vista, la denominación de sus locales,
"logias", y las referencias al Gran o
Supremo Arquitecto del Universo; nos remiten,
inevitablemente, a la masonería como inspiradora
tanto formal como materialmente o, al menos,
formando parte de un tronco común.
Manuel Guerra, en su extraordinario Diccionario
enciclopédico de las sectas (BAC, Madrid,
1999,2ª edición) asegura que "Los
grados de iniciación, el secreto, etc. del
rosacrucismo deben atribuirse probablemente a
influjo de la masonería".
Cuando algunas organizaciones rosacruces analizan
sus diferencias con otras entidades igualmente
denominadas, denuncian la mayor o menor
influencia ejercida por la masonería en ellas.
Es el caso de la Fraternidad Rosacruz de Max
Heindel que, para diferenciarse de AMORC, recurre
a la inspiración masónica de ésta última,
cuando afirma que en ella el proceso de la
iniciación reviste carácter masónico: se
realiza en una logia, asisten oficiales de
ceremonia, se sigue un ritual preciso, se emplean
palabras de pase, se utilizan signos e
instrucciones secretas
Por el contrario,
los seguidores de Max Heindel experimentarían
una iniciación personal, espiritual e íntima.
Pero donde puede encontrarse una gran fuente de
inspiración para alguna de las actuales órdenes
rosacruces, particularmente AMORC, es en la
nebulosa masonería llamada egipcia, es decir, la
seguidora de los ritos de Menfis, Misraim y
Menfis-Misraim.
Dicha masonería irregular no goza de buenas
relaciones con las masonerías mayoritarias (la
regular y la liberal), que la consideran como de
carácter periférico e incluso
"paramasónico".
Históricamente llegó a contar con un gran
desarrollo y extensión (también en España),
pero a finales del siglo XIX sufrió una grave
crisis de la que no se ha repuesto.
En la actualidad se encuentra fraccionada en
múltiples obediencias y "logias
salvajes", con muy pocos seguidores en
general, sufriendo periódicamente diversas "restauraciones"
y escisiones.
Precisamente de algunas entidades integrantes de
la masonería egipcia, Spencer Lewis, fundador de
AMORC, recibió algunas de las más importantes
dignidades esotéricas que afirma llegó a
poseer. Así, obtuvo del Gran Hierofante Teodor
Reuss, en 1921, los más altos grados en la
masonería egipcia: en el Rito Escocés Antiguo y
Primitivo (grado 33), en el Rito de Menphis
(grado 90) y en el Rito de Misraim (grado 95).
El fundador de AMORC, en su artículo titulado "Misticismo
verdadero", reproducido en la revista
internacional de dicha orden, "El
Rosacruz" de enero de 1950, asegura
que: "Los Rosacruces (AMORC), como
descendientes de los Esenios, que formaron parte
de la escuela secreta cristiana, son
probablemente los únicos que conservan e
imparten la mayoría de esos secretos cristianos,
ayudados por las actividades secretas de una o
dos organizaciones semejantes, como la de los
Caballeros del Temple en Europa y los 'Hermanos
del Traje Blanco', que pertenecen a los antiguos
Ritos de Memphis y Misraim". Un texto
de dudosa calidad literaria, impreciso en su
terminología, pero que establece unas
clarificadoras filiaciones.
AMORC, en su texto Preguntas y respuestas
rosacruces, afirma, además, que "En
el siglo XVIII, la Orden de la Rosa-Cruz y la
Francmasonería estaban muy relacionadas, lo que
explica por qué uno de los más altos grados de
la masonería lleva el nombre de 'Caballero
Rosa-Cruz´. Estas dos organizaciones son
totalmente independientes entre sí, y por tanto,
sus actividades también lo son. Ciertamente, hay
numerosas personas que son al mismo tiempo
rosacruces y masones, demostrando que no existen
incompatibilidades entre estos dos
movimientos".
Intentemos, como resumen, establecer algunas
semejanzas y diferencias entre ambas corrientes,
ya aclarado que el "humus" humano e
intelectual eran comunes.
- Semejanzas: ambas son órdenes
(organizaciones jerarquizadas y estructuradas
en grados); son entidades iniciáticas (se
pasa de un grado a otro superior mediante
ceremonias iniciáticas); son grupos
esotéricos (para una minoría, frente a las
religiones exotéricas, propias de las
mayorías); afirman remontarse a una remota
antigüedad; poseen sistemas de signos,
toques y palabras; realizan sus trabajos en
logias dirigidas por venerables maestros;
emplean mandiles; comparten numerosos
principios filosóficos.
- Diferencias: la masonería posee tres
grados fundamentales (aprendiz, compañero y
maestro), mientras que la rosacruz no los
tiene; los sistemas de enseñanza son
distintos (en la masonería es simbólica, en
la rosacruz se realiza a través de
monografías periódicas); en la rosacruz se
escucha el discurso del maestro y se retiran,
y en las tenidas masónicas, los asistentes
exponen sus opiniones; en la rosacruz el
ascenso de grado es automático, mientras que
en la masonería el aspirante debe acreditar
su preparación; el mandil rosacruz es
triangular, por el contrario, en la
masonería es cuadrangular; la masonería
está enfocada a la simbología y la
reflexión filosófica y social, y la
rosacruz se encamina al desarrollo de las
potencialidades de la persona, la alquimia y
la astrología.
Su relación con el cristianismo.
Todos los grupos rosacruces consideran a
Jesucristo, al menos, como uno de los más
grandes "iniciados" y
maestros, afirmando alguna obediencia concreta
(caso de Lectorium) que ha sido el mayor de todos
ellos. Aseguran que sería la encarnación de
seres superiores enviados a la humanidad para
rescatarla de su desvío. Sin embargo, esa
inicial visión amable de Jesucristo,
absolutamente incompatible con la fe cristiana,
conviene analizarla más de cerca.
Inmediatamente, cualquiera de estos grupos
incurre en uno de estos de dos juicios:
1) Su doctrina no fue entendida mas que
por un puñado de "iniciados",
quiénes la transmitieron de forma oculta a
través de diversas organizaciones secretas
(gnósticos, maniqueos, templarios,
rosacruces). Es el caso de la Fraternidad
Rosacruz de Max Heindel y también, con
matices, de Lectorium Rosicrucianum, que
propugnan ser el "verdadero
cristianismo".
2) Hay que rescatar al verdadero Jesucristo,
quien, a su juicio, sólo sería uno más de
los grandes iniciados de todos los tiempos,
incluso un "ser"
procedente de otra dimensión con una
compleja misión sólo transmitida a unos
pocos privilegiados; mientras que millones de
personas se han conformado con una religión
distorsionada y esclavizante. Es el caso de
AMORC y otros grupos.
Ambas posiciones reducen a Jesucristo a una
mera abstracción, a una idea preconcebida
accesible a unos pocos. Y ello, cuando no le se
reduce a la categoría de los "grandes
maestros", ignorándose su filiación
divina absolutamente original e inimaginable.
Ambas posturas no pueden compatibilizarse, de
manera alguna, con el Cristo de la Iglesia
católica, que nos asegura puede transformar a
cualquier hombre independientemente de su
condición, formación y temperamento.
Posición de la Iglesia católica ante
los grupos rosacruces.
Los rosacruces han preocupado especialmente a la
Iglesia católica hispanoamericana, en cuyo
territorio tales grupos han arraigado con
especial intensidad, siendo el libro del CELAM Las
sectas en América Latina (Editorial
Claretiana, Buenos Aires, 1986) uno de los
primeros textos católicos que le dedican un
importante espacio crítico.
Por lo que respecta a textos y documentos
oficiales de la jerarquía católica, o de otros
organismos oficiales, pocos son los que, de forma
expresa, mencionan a las órdenes rosacruces,
analizando el contenido de sus doctrinas.
Nosotros conocemos dos magníficos textos.
El primero de ellos es la Instrucción
Pastoral, de noviembre de 1991, del
Arzobispo de Miami, sobre el movimiento de la "Nueva
Era".
Veamos, brevemente, su estructura y orientación.
Después de explicar el sentido y contenidos de
este movimiento, determina la radical
incompatibilidad entre el mismo y la Iglesia,
mencionando a los rosacruces dentro de su
apéndice, donde relaciona conceptos, temas,
intereses y organizaciones integrantes de este
amplio movimiento sincrético y multiforme.
Posteriormente será el Arzobispo Primado de
Méjico, Norberto Rivera Carrera, quien elaboró
en 1996 una Instrucción
Pastoral dedicada al estudio de la misma
corriente, figurando en la misma los rosacruces
como uno de los grupos precursores.
Por ello, vamos a reproducir y resumir las
líneas maestras de este esclarecedor documento,
amplio, muy bien estructurado, escrito con
lenguaje claro, atractivo y preciso, lo que no
impide afrontar los retos planteados por la "new
age" (Nueva Era, en español), llegando
a reconocer algunos errores cometidos en el seno
de la misma Iglesia ante estas asociaciones y
corrientes.
El autor considera que nos situamos ante una "ola
cultural/filosófica/religiosa" formada
hace unos 35 años y que ha hecho sentir sus
efectos en todos los aspectos de nuestras vidas.
Se trataría, a su juicio, de un intento vano del
hombre por salvarse a sí mismo, expresión de la
nostalgia de una presunta "edad
dorada" de la humanidad acrecentada por
cierto espíritu milenarista.
Para la "new age" el universo
entero sería un todo vivo del que nosotros
formaríamos parte.
Varios factores habrían facilitado tan rápida
difusión: el proceso de globalización en los
diversos campos del actuar humano, la agresiva
comercialización de todos los aspectos de la
vida del hombre de hoy, el destierro de la fe del
horizonte del saber humano y, por último, la
insaciable sed del hombre de una trascendencia y
de la necesidad de sentido.
La "new age" no es una
organización única, sino una misma mentalidad
dotada de una enorme capacidad de comunicación
muy fluida. Sin embargo, pese a la aparente
multiformidad de las innumerables expresiones de
esta corriente, compartirían una serie de
creencias básicas:
1. El ecologismo que, en su versión
"profunda", niega la diferencia de
fondo entre la existencia humana y la no
humana.
2. El panteísmo. En parte derivado del
anterior, se crea una especie de
espiritualidad planetaria, perdiendo la
noción de un Dios personal en favor de una
fuerza divina que estaría presente en todo.
3. El gnosticismo, también presente en todas
las grandes tradiciones religiosas, sería
expresión de la tendencia a exaltar a la
razón humana, atribuyéndole poderes
extraordinarios. En el caso del cristianismo,
el gnosticismo pretendía que en la Sagrada
Escritura existiría un mensaje escondido que
sólo ciertas mentes iluminadas podrían
descifrar. Múltiples agrupaciones
encarnarían hoy día esta tendencia: la
Sociedad Teosófica de Helena Blavatsky, la
Antroposofía, la Gran Fraternidad Universal,
las órdenes rosacruces, Nueva Acrópolis,
etc. A juicio del autor, por lo tanto, las
órdenes rosacruces se situarían entre las
precursoras ideológicas de la "new
age", siendo todavía promotoras
expresas de la misma. La masonería, con sus
ritos, símbolos y ceremonias, también
estaría muy relacionada de fondo con la
gnosis. Todas estas corrientes, además,
pretenden potenciar la voluntad y la
capacidad humanas merced a supuestas fuerzas
cósmicas secretas de las que serían celosas
depositarias.
4. La pseudo-ciencia. Esta corriente se afana
por comprobar sus ideas y sus técnicas de
forma presuntamente científica. Por ejemplo,
pretenden borrar la frontera entre materia y
espíritu, entre vida biológica y
consciencia humana.
La Instrucción Pastoral continúa
afirmando la incompatibilidad de la "new
age" con el Evangelio, al ser la
característica común más preocupante de esta
corriente el relativismo religioso, espiritual y
moral. Para la "new age" el
hombre forma parte de un ser cósmico único que
está en evolución hacia la perfecta conciencia
de sí. La conciencia humana no sería sino el
penúltimo estado evolutivo de la revelación de
esa conciencia cósmica, siendo su destino el
disolverse en el anonimato del ser. En este
marco, muchos serían los "mesías"
y "maestros aparecidos".
Por lo tanto, la revelación de Dios en
Jesucristo pierde su carácter singular.
Una de las ideas básicas de la "new
age", plenamente compartida por las
diversas obediencias rosacruces, es la de la
reencarnación, creencia totalmente irreconocible
con la fe cristiana, siendo inconciliable con la
revelación cristiana: "Si ése fuera el
caso, Cristo habría tenido que morir muchas
veces desde la creación del mundo. Pero el hecho
es que ahora, en el final de los tiempos, Cristo
ha aparecido una sola vez y para siempre,
ofreciéndose a sí mismo en sacrificio para
quitar el pecado. Y así como todos han de morir
una sola vez y después vendrá el juicio,
también Cristo ha sido ofrecido en sacrificio
una sola vez para quitar los pecados de
muchos" (Heb. 9, 26-28).
El texto insiste en otros aspectos,
particularmente cuando los promotores de la "new
age" afirman la compatibilidad de su
espiritualidad con la doctrina y fe católicas.
El autor de la Instrucción hace propias
unas palabras de Juan Pablo II escritas en su
libro Cruzando el umbral de la esperanza, quien
afirma que "la "new age" no
puede llevar a una renovación de la religión,
pues sólo es un nuevo modo de practicar la
gnosis".
Vamos a reproducir literalmente, por último, los
elementos de la "new age" que,
a modo de síntesis, ofrece el autor como más
disconformes con el catolicismo y que, en mayor o
menor medida, están presentes en las doctrinas y
prácticas rosacruces:
A. Despersonaliza al Dios de la
revelación cristiana.
B. Desfigura la persona de Jesucristo,
desvirtúa su misión y ridiculiza su
sacrificio redentor.
C. Niega el evento irrepetible de su
Resurrección por la doctrina de la
reencarnación.
D. Vacía de su contenido a los conceptos
cristianos de la creación y de la
salvación.
E. Rechaza la autoridad magisterial de la
Iglesia y su forma institucional.
F. Relativiza el contenido original, único e
históricamente fundado del Evangelio.
G. Deforma el lenguaje, dando un nuevo
sentido a términos bíblicos y cristianos.
H. Se apoya falsamente en los místicos
cristianos y trastorna el sentido de sus
escritos.
I. Diluye irremediablemente la práctica de
la oración cristiana.
J. Descarta la responsabilidad moral de la
persona humana y niega la existencia del
pecado.
K. Desorienta a los niños y a los jóvenes
en su formación religiosa.
L. Divide y explota económicamente a las
familias cristianas.
Conclusiones.
Es incuestionable, por todo ello, que las
doctrinas de la "new age" y de
los rosacruces, pioneros e impulsores, junto a
otros muchos, de la misma, así como sus
prácticas, son inconciliables con una
pertenencia y una identidad netamente católicas.
Asumir unos principios excluye otros.
Y aunque no exista una condena canónica expresa,
como ocurrió en el caso de la masonería, es
indudable que, pese a que las diversas
obediencias rosacruces niegan tener un carácter
religioso, sus principios son incompatibles.
Una cosa no puede ser a la vez otra cosa
distinta.
No se puede creer que Jesucristo es Dios
encarnado entre nosotros y, simultáneamente, que
sólo sea uno más de los "grandes
maestros de la humanidad".
No se puede creer en la reencarnación, y en la
vida después de la muerte tal como nos enseña
la Iglesia católica.
El Evangelio es para todos los hombres o sólo un
código cifrado para unos pocos.
Nos encontramos, por tanto, en una circunstancia
ante la que no podemos ser indiferentes, que
exige seriedad para afrontar la verdad de la
propia vida.
Cristo es la verdad encarnada del Padre y la
Iglesia la posibilidad de encuentro y de una vida
más humana para todos los hombres, sin que su
condición o temperamento sean barrera para ello.
Y ello es verdad también para mí, o nos
entregamos a ilusorias empresas de búsqueda de
mensajes, progresivamente oscuros y restringidos,
que sólo pueden acarrear la mentira con el
rechazo de la realidad.
No pretendemos crear polémica por mero gusto,
sino aclarar conceptos y realidades,
proporcionando elementos de juicio que permitan
afrontar la confusión que presentan estas
entidades a muchas personas atraídas por esas
corrientes pseudoespirituales de moda.
Fernando José Vaquero Oroquieta
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