Por esta razón es preciso
formular una tesis: el carácter que tienen estos
movimientos musicales no suponen sin más el
triunfo de la moda, sino que, si nos adentramos
en un análisis profundo de sus composiciones
vamos a detectar unos fondos conceptuales comunes
a la música hispanoamericana del siglo XX que
suponen la expresión externa de un dinamismo
cultural que es patente en toda manifestación
artística del mundo hispanoamericano.
Sin embargo este éxito en brecha lo hemos
percibido en los últimos doce años de mano de
cantantes bien conocidos por nuestros jóvenes.
Sin quedar, repito en el análisis meramente
fenomenológico y superficial, voy a tratar de
adentrarme en la profundidad que dichas
manifestaciones nos ofrecen y entraremos en
comparación con otras del mismo siglo XX.
Por razones de espacio, y también técnicas me
permito analizar resumidamente la vida y obra de
tres artistas hispanoamericanos de tiempos
distintos y lugares distantes en la geografía, y
que, desarrollando tres estilos musicales tan
distintos cuales son el tango, el bolero y el pop
latino, nos mostrarán curiosas coincidencias en
ciertos lugares y tópicos que son comunes entre
ellos: Carlos Gardel -argentino-, Antonio Machín
-cubano- y Ricky Martin -puertorriqueño-.
Carlos Gardel
Nació el jueves 11 de diciembre de 1890, en el
hospital Saint Joseph de la Grave, de la ciudad
de Toulouse, con el nombre Charles Romuald
Gardés tal como lo demuestra su nacimiento.
Fue hijo natural de Marie Berthe Gardès, nacida
en la misma ciudad, el 14 de junio de 1865, y
fallecida en Buenos Aires, el 7 de julio de 1943.
A los 2 años de edad, Charles Gardès llegó a
Buenos Aires, junto a su madre, como consta en el
registro la Dirección Nacional de Migraciones,
de dicha ciudad.
El pequeño pasó su infancia y adolescencia en
el barrio del Mercado de Abasto, en la capital de
Argentina, donde le apodaron primero "El
francesito" y luego "El
Morocho del Abasto".
En 1911, con casi 21 años, conoció a José
Razzano, apodado "El Oriental",
por su condición de uruguayo, con quien formó
dúo cantando canciones criollas.
Al binomio se le conoció como "El
Morocho y el Oriental".
Por esa época, Carlos Gardès cambió su
apellido por el que lo haría famoso (y que luego
se convertiría en substantivo, para referirse a
algo o alguien sin comparación): "Gardel".
En ese mismo año filmó y estrenó su primera
película, llamada "Flor de
durazno", que curiosamente, era muda, y
mostraba a un Gardel muy obeso.
Y también en 1917 (el 9 de abril), inició su
etapa discográfica junto a José Razzano, en el
sello Disco Nacional (luego Odeón), con el tema
de Ángel Villoldo: "Cantar eterno".
En los años '20 llevó al tango por Europa,
paseándolo triunfalmente y haciéndolo conocer
en España y Francia.
En 1925 se separó amistosamente del "Oriental"
José Razzano, debido a las continuas afecciones
en la garganta que éste padecía.
En los años '30 era una figura célebre en
Argentina, Uruguay, y en varios países europeos,
motivo por el cual, la empresa cinematográfica
Paramount Pictures Corporation lo convocó para
protagonizar cuatro películas, rodadas en
Joinville, Francia.
Entre 1934 y 1935 conquistó el mercado de
Estados Unidos, donde grabó discos, cantó en
radio y filmó películas, como ya lo había
hecho en Europa.
Luego llegó la gira por Centroamérica, entre
abril y junio de 1935, que abarcó Puerto Rico,
Venezuela, Aruba, Curaçao y Colombia (donde
murió), quedando sin visitar Panamá, Cuba y
México.
En todos estos países Gardel es un ídolo, igual
que en el Río de la Plata.
En el esplendor de su fama se produjo el
accidente de aviación donde perdió la vida,
junto a varios de sus compañeros y amigos, en el
Aeropuerto Enrique Olaya Herrera, de Medellín,
Colombia, el lunes 24 de junio de 1935, a la hora
15:10 (hora local).
Pero, como el ave Fénix, resurgió de la
cenizas, para permanecer con su arte para siempre
entre nosotros.
Son interesantes las opiniones que de él nos han
dejado importantes personajes:
- "¡Este muchacho pinta el dolor
callado de la madre que sufre, con emoción tal,
que conmueve de verdad"(José Ortega y
Gasset)
-"Para gobernar la Argentina hace falta
la sonrisa de Gardel-" (General Perón)
Son asimismo significativos estas palabras
testimoniales del propio Gardel: "Me voy
de Bogotá, con la impresión de quedarme en el
corazón de ustedes.
Encontré en la mirada de las mujeres
colombianas, en la sonrisa de los niños (que me
hace acordar tanto a los niños de mi tierra), y
en el aplauso de los bogotanos, un cariñoso
afecto hacia mi persona.
Si alguna vez alguien llega a preguntarme sobre
las mejores atenciones que he recibido a lo largo
de mi carrera, les aseguro que no podré dejar de
mencionar al pueblo colombiano.
¡Gracias amigos!. ¡Muchas gracias por tanta
amabilidad!.
Yo voy a ver a mi vieja, pronto, y no sé si
volveré, porque el hombre propone y Dios
dispone.
¡Pero es tal el encanto de esta tierra que me
recibió y me despide como si fuera hijo propio,
que no puedo decirles adiós, sino hasta
siempre!.
¡Hasta siempre, mis amigos!."
(Palabras emitidas a través de la emisora La Voz
de la Víctor, de Bogotá, 23 de junio de 1935).
Antonio Lugo Machín
Nació en 1900 en Sagua La Grande, en la
provincia de Santa Clara, en la parte norte de la
isla de Cuba.
Su madre era una cubana negra y su padre era
europeo,un español de Galicia .
Los años tempranos de Machin fueron muy
difíciles y se vió forzado a trabajar a la edad
de ocho años para ayudar a pagar algunas de las
deudas numerosas de su padre.
Un día, estaba en la calle cerca de su casa,
cantando calladamente.
Un sacerdote que caminaba por allí le oyó e
inmediatamente le alentó a cantar en una fiesta.
Cantó el Ave María de
Schubert.
Desde aquel día Machín tomó la determinación
de ser cantante.
La ambición de Machín era cantar ópera, pero
ésto estaba muy difícil para un cubano pobre de
color a principios siglo XX.
Así, su enfoque fue cantar música popular.
A sus veinte años Machín se había convertido
en el ídolo de las mujeres jóvenes de su
barrio.
Machín les cantaba serenatas bajo la luz de la
luna.
Trabajó como albañil y también viajó por Cuba
como un cantante.
En 1926 se fue a vivir a La Habana, en donde un
español llamado señor José, le ayudó a
conseguir un contrato para cantar en un café
pequeño de La Habana.
Vivir en La Habana le expuso a Machín a muchos
tipos de música.
Se integró en varios cuartetos y sextetos.
Uno de los más importantes fue el Trío Luna,
que formó junto con Enrique Peláez y Manuel
Luna.
En 1926 Machín formó un dúo con el guitarrista
famoso y cantante Miguel Zaballa.
Tocaron en varias salas de fiesta y programas de
radio en directo.
Su fama era tal que en 1927 Don Azpiazu, director
de la Orquesta Habana, añadió al dúo a las
actuaciones del Casino Nacional de La Habana.
A la edad de 27 años, Machín se convirtió en
cantante del Casino Nacional de La Habana, el
primer cantante de color en conseguirlo.
El Casino que Nacional era el lugar donde se
podía encontrar a los terratenientes cubanos y
norteamericanos e la clase alta, estrellas de
cine, millonarios y diplomáticos, que bailaban y
buscaban romance.
En 1929 Machín y su amigo Daniel Sánchez
fundaron un sexteto que también incluía a
Alejandro "Mulatón"
Rodríguez.
Hicieron varias grabaciones.
Un año más tarde, Machín recorrió los Estados
Unidos con el Casino Nacional orquesta.
El 26 de abril la banda actuó en el Teatro
Palace de Nueva York.
Machín cantó El Manisero (El Vendedor
de Cacahuetes), la primera canción cubana que se
convirtió en un éxito nacional en los Estados
Unidos.
En Nueva York Machín resultó ser un artista
prolífico, llegando a grabar más de 400
canciones con el legendario Cuarteto Machín,
integrado por claves, tres, guitarra y trompeta.
Aunque los miembros de la banda cambiaron,
Machín se acompañó frecuentemente por su viejo
amigo, el guitarrista Daniel Sánchez, que
cantaba dúos con él en la mayoría de las
grabaciones.
Machín es uno de los mejores cantantes cubanos
de boleros de toda la historia.
Varias recopilaciones de su trabajo que abarcan
distintas fases de la carrera de Machín han sido
editados por diversos sellos discográficos
españoles y norteamericanos.
Enrique Martin Morales
Ricky Martin, nació el 24 de diciembre de 1971
en San Juan de Puerto Rico.
Desde pequeño ya le fascinaba el mundo del
espectáculo, y a la edad de 6 años comenzó
como modelo publicitario, madurando su arte
mediante clases de actuación y canto.
Además participaba en el grupo de teatro y coro
de su colegio.
En julio de 1984, con tan sólo 12 años, Ricky
entró a formar parte del grupo Menudo,
del que había sido un gran seguidor desde niño.
Fueron cinco años de incesante trabajo, giras,
grabaciones y ensayos con el grupo, viajando
desde México a Argentina, donde tuvieron tanto
éxito que se quedaron a vivir seis meses para
rodar la telenovela Por Siempre en 1986,
sería allí donde Ricky conocería a Marcela, su
primera novia.
Al salir de Menudo en 1989, Ricky partió rumbo
Nueva York, para estudiar y reflexionar, y
posteriormente fue a México, donde trabajó como
actor y cantante.
Para pagarse los estudios ingresó en un estudio
de modelos, siendo reconocido por grandes
diseñadores de moda.
A mediados de 1990, le llamaron para actuar en la
obra de teatro Zapatillas Rojas.
Le seguirían otros trabajos en Mi Mamá ama
el rock, con un papel como protagonista.
Y del teatro a la televisión participando en la
serie Alcanzar una Estrella, de gran
repercusión, hasta el punto de tener que rodar Alcanzar
una Estrella II, comenzando una carrera
imparable, donde le llovían muchas multitudes de
ofertas.
Su despegue profesional dentro de la música
latina llega en 1991, obteniendo con su primer
álbum en solitario Ricky Martin, ocho discos de
oro en México, Chile, Argentina, Puerto Rico y
Estados Unidos, con temas como Fuego contra
Fuego, Vuelo o Enciende tu
motor.
Considerado revelación de la música latina, en
1992 graba un disco en portugués con Daniela
Mercury, participando por primera vez en los
festivales de Viña del Mar y Acapulco.
Después de lanzar su segundo disco Me
amarás, con más de 100 presentaciones en
60 ciudades de 20 países, Ricky se muda a Los
Angeles, lugar donde se transformó en el galán
de moda por su papel de Miguel en la telenovela Hospital
General.
En abril de 1995, Ricky pasa por un momento muy
importante en su vida, no sólo por protagonizar Jesús,
pasión y muerte, sino porque surge la
reconciliación con su padre, después de que
éste abandonara la casa cuando Ricky era tan
sólo un niño.
Posteriormente apareció como Marius en la
producción de Broadway de Los Miserables,
todo un reto para él.
En octubre de 1995, lanza su tercer disco A
medio vivir, producido por Robi Rosa y KC
Porter (productor de Bon Jovi, Boyzz II Men,
Richard Marx y Patti LaBelle), vendiendo más de
seiscientas mil copias en seis meses y
consiguiendo el certificado de oro por la RIAA,
el 27 de octubre de 1997.
De un éxito arrollador en España, este álbum
contiene el tema María, que se
convierte en la canción del verano de 1996.
Su siguiente álbum Vuelve, repitió ese
éxito y la RIAA le concedió otro oro, el 7 de
julio de 1998, llevados vendidos más de seis
millones de copias en todo el mundo.
Después de tanto trabajo llegaron los Grammys,
como reconocimiento a su trayectoria profesional.
Es una persona a la que le encanta hacerse
preguntas y llegar a conocer una respuesta,
acercándose a los libros y a otras culturas,
para saciar su curiosidad.
Tres artistas diferentes pero análogos
Se trata como vemos, de tres artistas
completamente distintos, en lo que se refiere a
sus circunstancias personales, históricas e
incluso políticas.
Un Gardel, nacido en el ocaso del siglo XIX, un
Machín que nace con el alborear del siglo XX, y
un Ricky Martín, que viene al mundo en 1971; y
en realidades geográficas distantes como son
Puerto Rico, Cuba y Argentina.
Sin embargo con unas curiosas y profundas
similitudes en su cosmovisión de la realidad,
sin bien envuelta en distintos ropajes,
consecuencia lógica de la separación
espacio-temporal.
Analizando el contenido de sus canciones podemos
postular que la imaginería conceptual y
percepción de la realidad del hispanoamericano
difiere substancialmente del europeo y del
anglosajón en lo que podríamos bautizar como "real-vitalismo
mágico-simbólico", veámoslo
aterrizando a la realidad de su composición
musical.
"Realismo-simbolismo
mágico"
"Realismo mágico":
Con esta expresión se ha bautizado
cierta elaboración literaria hispanoamericana de
los sesenta que tiene como autores más
representativos a Onetti, Vargas Llosa, García
Márquez, Carpentier y otros.
Esta tesis que deseamos desarrollar se vincula
profundamente a tal fenómeno, porque es una
manifestación espiritual del carácter del
hispanoamericano, pero que, sin embargo, para
distinguirlo del mismo lo llamaremos más bien el
real-simbolismo hispanoamericano en el
campo musical.
¿Cómo podríamos definir esto? Se trata de una
convivencia armónica de lo real e irreal, no
como realidades opacas que se yuxtaponen sin
más, sino aquel momento en el tiempo en el que
se descubre en las cosas mismas, como si se
tratara de una acto de conocimiento simultáneo,
ese "tertium quid", un "quid
divinum", que hace que las cosas
propiamente dichas hablen de su propia
naturaleza, de manera que ellas mismas se
insertan en el mundo de lo humano y lo cósmico.
No es que Machín dé a su gardenia un
significado metafórico, o que sea un signo de su
amor, sino que " a tu lado vivirán y te
hablarán como cuando estás conmigo".
Nótese aquí que el término de la comparación
no son las gardenias mismas, sino la comunión de
los enamorados.
Se da una identificación plena, en el sentido de
que no es que el amor esté tras la gardenia,
sino que de la gardenia misma fluye, como si se
tratase de un conducto autónomo, hasta ser
percibido por el entendimiento del artista; de
este modo la misión del conocimiento es
descubrirlo.
Por esa razón, es realismo, porque el subjectus
se pone ante la res, y se produce una
separación entre ambos para que la res se haga
objectum, pero la cosa conocida mantiene su
autonomía propia, siendo la misión propia del
intelecto descubrir eso que hay de maravilloso en
la cosa misma, de modo que el intelecto nunca
agota por completo su contenido, sino que
después de conocer sus aspecto aprehensibles,
gusta de descubrir aquello maravilloso que se le
escapa, y entonces su actitud es de
contemplación: "La noche que me quieras
desde el azul del cielo, las estrellas celosas
nos mirarán pasar, y un rayo misterioso hará
nido en tu pelo, luciérnaga furiosa que verá
que eres mi consuelo".
En realidad, este tango de Gardel apela a esa
misma experiencia, pero ya desde una experiencia
cósmica, donde se hace más referencia al
analogado principal que al secundario: no se dice
nada apenas de la persona amada, ni de sus
circunstancias, ni siquiera se realiza una
descripción física, sino que se complace en la
contemplación de la situación in quo, de la
situación "cósmica" donde
todo tiene vida propia y autónoma, y es la
actitud contemplativa la que orienta más nuestra
mirada hacia los elementos numinosos y su
carácter maravilloso y misterioso -en el sentido
de insondable- de la realidad que se nos aparece
como fenómeno pero implicando su radical
presencia: su naturaleza metafenoménica, más
que un rayo, más que una estrella: realidad
integrada en la percepción donde el carácter
misterioso se nos escapa por completo.
El joven Ricky Martin también, quizá
inconscientemente, y bajo todo el ropaje
desenfadado que conlleva el boricua expresa esta
experiencia intuitiva: " Ella es una
mujer especial como caída de otro planeta".
Sin pretender caer en concordismos, innecesarios
por otra parte, percibimos que aquí lo que
sorprende al artista no descansa en el mero
inmanentismo, sino que, descubriendo lo
sorprendente establece en ese mismo acto de
conocimiento un correlato cósmico: la realidad
que nos sorprende nunca puede quedarse encerrada
en sí misma.
Alguien podría pensar que tal percepción se
podría encontrar fácilmente fuera del ámbito
hispanoamericano, pero una visión detallada de
las cosas nos indica que realmente no es así: la
música anglosajona, en su vertiente juvenil de
los últimos años, nos oferta un tipo de letras
que se fija más bien en el valor útil y
pragmático, en donde lo inmediato suele
constituir la mayor parte del horizonte
conceptual; aquí vemos que se rebasan tales
fronteras.
Y precisamente esa es otra de las
características que aquí apuntamos, el
simbolismo: es un simbolismo cuyo contenido y
metodología es el reseñado en las
líneasprecedentes .
No es el simbolismo un patrimonio del
hispanoamericano; sin embargo, vemos que en estas
manifestaciones artísticas constituye el modo
más eminente de expresión.
Como hemos insinuado, el mundo anglosajón tiene
preferencia por lo útil y pragmático, frente a
lo cual está el espíritu hispanoamericano que
busca principalmente la causa ejemplar y formal
en las cosas, sin ser el bien útil el principal
objetivo.
Digámoslo así, gusta de contemplar sin prisas
lo maravilloso de las cosas.
Por eso Machín nos hablará de una gardenia,
Gardel de un rayo misterioso, y Ricky Martin de
que "tienes que pelear por una
estrella" en la copa de la vida.
Y por eso, el hispanoamericano se comporta ante
el mundo como "animal sentiente"
en el más puro sentido zubiriano.
No sólo descubre las cosas y su carácter
maravilloso, sino que se vincula a ellas de una
manera casi ontológica, porque vincula lo
maravilloso, lo sorprendente, lo divino a las
cosas mismas.
De aquí que se trate de una percepción marcada
por un profundo encarnacionismo, nunca
desencarnada o angelista en el más peyorativo de
los sentidos de esta palabra.
A Gardel en el momento de decirle adios a Buenos
Aires, le hablaba más "el farolito de
la calle en que nací" bajo cuya luz
vio a su pebeta luminosa como el sol, que grandes
barrios o avenidas que sería lo propio en otras
culturas ;y a Ricky Martin el laberinto es la
manera más adecuada que tiene para expresar lo
que experimenta ante la complejidad de María.
Vitalismo
Cuando ante nosotros aparece la palabra
vitalismo, en seguida evocamos el concepto de
vida como realidad radical, esto es, que la vida
tanto en sentido biológico como biográfico
constituye la raíz de todas las restantes
manifestaciones del hombre.
Ello en el plano ontológico supone que la vida
en sentido estricto es lo más substancial de la
naturaleza humana.
Y por lo tanto el correlato gnoseológico de tal
consideración es que los primarios instrumentos
de conocimiento que el hombre tiene son la
vivencia, la intuición y la empatía, lo cual
lleva a una auténticamente especial forma de ser
ante la vida y las cosas: más allá del razonar
de las cosas, lo cual lleva convertirlas en
objetos aprehensibles, es preciso tener
experiencias vitales de ellas o con ellas (esto
útltimo es muy importante en el tema que nos
ocupa).
Por consiguiente, todo vitalismo lleva implícito
una teoría del valor: el criterio para
jerarquizar los valores que determinan lo bueno y
malo será la vida misma.
Se trata de la vida, en fin, no meramente en su
aspecto biológico, sino biográfico, sensitivo,
espiritual.
Ciertamente, todos los pueblos tienen algo de
vitalistas, y todos nosotros tenemos algo de
vitalistas, puesto que es la vida en la cual y a
través de la cual nos vamos realizando en el
devenir cotidiano; sin embargo, en nuestra
Hispanoamérica este vitalismo está
especialmente acentuado con peculiaridades bien
definidas.
El mundo hispanoamericano tiene una estrecha
relación con la vida y todas sus
manifestaciones.
Es un carácter luminoso, optimista y societario,
donde la vida y el disfrute de la misma (homo
fruens que diría Xavier Zubiri) se realiza
con el otro, pero no como mera acumulación de
entes personales, sino con la peculiaridad de la
común empatía.
Este es uno de los atractivos que tiene el mundo
cultural hispanoamericano, que el que entra en
contacto con su vida se siente arrastrado porque
capta una profunda armonía de personas de modo
que en sus manifestaciones lúdico-culturales
(baile, canción, literatura) uno se siente
arrastrado a participar, por el hecho de que
siente que se perciben sus anhelos, necesidades y
gustos.
Es por ello un vitalismo comunional, que no
quiere decir mera frivolidad superficial, o sólo
ritmos salseros o rumberos, sino la armonía
espiritual de las almas : "toda una vida
me estaría contigo, no me importa en que forma,
ni donde ni cuando, pero junto a ti"
hemos oido tantas veces cantar a Antonio Machín.
Supone elevarse de la mera mediocridad, del
egoísmo, para entrar en esa mutua autodonación,
que partiendo del yo-mismo -nunca se da
la disgregación despersonalizante- quiere entrar
en armonía con el otro, sea cual sea el precio,
aún con ciertos limites : "si no fuera
pecado, yo segaría mi vida, para estar a tu lado
muy cerquita de ti", pedía Machín a
la amada que le esperase en el cielo.
Ricky Martin asimismo, en claro paralelismo con
este bolero de Machín -a pesar de todas las
distancias que les separan- confirmando un mundo
conceptual común canta en bring a little
lovin, con un tono más juvenil y
desenfadado : " Dime que me quieres,
enciende tu motor, yo soy tu dirección",
mediante la analogía del vehículo se incide en
una comunión de cuerpo y alma, comunión plena e
integral, precioso manifiesto de intercomunión
personalista y vital.
Es el hispanoamericano el que tiene desarrollada
especialmente esa sensibilidad a la hora de
descubrir situaciones vitales, tanto de
decepción y decaimiento como de optimismo y
solaz.
Es la dimensión gnoseológica de tal vitalismo:
descubrir las situaciones en que la vida se hace
presente y se hace necesario también el
compromiso existencial : "ciudad
porteña de mi único querer, oigo la queja de un
bandoneón" percibía Gardel esa queja
profunda que exigía la justicia humana.
Y asimismo Machín ante el pintor de pincel
extranjero, que era pintor de alcoba, esto es, de
origen privilegiado y que no atiende a las
necesidades reales de aquellos para los cuales
trabaja le pedía "angelitos
negros" en las iglesias, porque "también
se van al cielo los negritos buenos".
Es una llamada a la lucha y al compromiso
existencial: "Consigue con honor la copa del
amor, para sobrevivir y luchar por ella"
como canta la composición de Ricky Martin.
Es una invitación a , desde la vida, a
comprometerse con lo más noble de la vida y
arriesgarse hasta el fin.
Y este vitalismo hispanoamericano no pondrá por
esta razón a la vida como horizonte último de
todas las cosas; la vida es raíz radical, porque
es desde la vida desde la que siente, desde la
que conoce, desde la que desarrolla su
interrelación continua con el otro y con el
mundo que le rodea, pero no es el término final
de su actividad.
La vida es el lugar desde el cual se compromete
la existencia, por la cual se existe, y la que
existe un compromiso, pero no es el fin último:
lo último será la "copa del amor"
(Ricky Martin), que se pinten "angelitos
negros" (Antonio Machín) o que se perciba
la queja del bandoneón (Gardel).
Conclusión
Sirva este pequeño esbozo como la base de un
intento de caracteriología de nuestros pueblos
hermanos hispanoamericanos a partir de sus
manifestaciones artísticas musicales.
Sin embargo queda una pregunta por responder: el
éxito cosechado por determinados artistas
hispanoamericanos bien conocidos y populares como
Ricky Martin, Luis Miguel, Chayanne, Maná,
Carlos Baute y tantos otros en los últimos años
¿ Se trata de una mera consecuencia del
marketing y la publicidad o responde a algo más?
Sería difícil responder a esto puesto que
entran en esta cuestión muchos factores de
difícil análisis y podemos caer en respuestas
simplistas o apelar simplemente a argumentos
concordistas que favorezcan nuestras tesis.
Pero hay un aspecto -es posible que haya más-
que quizá pueda abrir caminos e intentos de
respuesta de esta cuestión.
Los años 80 suponen la época post-hippie, que
tiene como característica la mediocridad
artístico-musical, la falta de ideas en la
composición, y supone la repetición más o
menos constante de los grandes éxitos de fines
de los 70 o intentos de imitación de los mismos.
Ello se debe al hastío popular ante dos grandes
corrientes: la canción protesta deja de tener
sentido, ya que la guerra fría ha terminado, el
bloque soviético cada vez está más debilitado
y las nuevas generaciones perciben cada vez más
que las estructuras no son el único vehículo de
cambio social a situaciones más justas.
Es decir, se produce un movimiento hacia lo que
es el ámbito personal en su carácter proyectivo
hacia la sociedad y el intercambio bi-personal,
comunional, más que mirar a las estructuras
socio-políticas, que cada vez interesan a menos
sectores sociales.
Y en segundo lugar, ya en una dimensión más
artística, la canción de origen anglosajón
siguió insistiendo en unos tópicos que ya no
convencían tanto a la juventud cayendo bien en
un romanticismo angelista, o bien en un excesivo
frivolismo, aderezado con el carácter
pragmático y utilitario de dicho mundo.
Y las necesidades musicales de las nuevas
generaciones pedían otra cosa: pedían el genio
hispanoamericano, que reapareció en esta nueva
hornada de cantantes jóvenes, que con ritmos
caribeños, musica pegadiza, y sobre todo ese
modo de percibir la realidad tan suyo, fue
calando en todos los mercados.
El hombre es capax Dei, abierto a la
trascendencia, al otro, al mundo, a Dios; el
hombre anhela descubrir esos vestigia trinitatis
que hay en las cosas, su componente maravilloso,
y tiene ansias de una vida nueva, distinta,
amante de su misma vida y de todo lo bueno que
tiene la creación, dada para el hombre y su
disfrute.
Todo ello reunido en una visión integral.
El genio hispano, unido al ritmo centro y
sudamericano, y todo ello con la carga que el
alma católica supone, tiene otro momento de
expansión, también en el campo musical.
Ojalá que en otros campos se vaya por idénticos
derroteros, y ¿Por qué no?
Disfrutando con la música de los ya míticos y
legendarios Gardel, Machín, Negrete y tantos
otros que esperemos estén pintando angelitos en
el cielo; y para los jóvenes estos Ricky Martin
, Chayanne (el cual es católico practicante
declarado), Baute, y un largo etcétera de
artistas hispanoamericanos que son, con toda
razón hijos de su patria, herederos del genuino
carácter hispanoamericano, heraldos de sus
culturas, unidos con los hispanos de allende los
mares; por eso todos nos podemos sentir
orgullosos de este resurgir, que es, como
escribía Pemán, por el azul del mar y el
caminar del sol.
Es un pasito palante, María
José María Ripoll Rodríguez Canisius@terra.es.
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