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Indice de contenidos

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G.K Chesterton y la Europa de su tiempo
Vintila Horia (I). Testigo de la verdad en el tiempo de las mentiras
Editorial
Entre lo pequeño, lo grande
El sueño del general Yagüe
Revolución y 'Cultura de la Muerte'
De la polis griega a la civitas christiana (III). Los albores de la cristiandad
Naturaleza de las organizaciones rosacruces
La contabilidad creativa y las pérdidas contables
Actualidad de la droga
Los nuevos rostros de la "cultura" de la muerte
Católico: ¿Qué quiere decir?
"ETA pro nobis": ¿el pecado original de Iñaki Ezkerra?
San Pedro Canisio, o la ciencia de la caridad
Los Tercios de Infantería Española
Sudáfrica en la sima
¿Puede ser católico el capitalismo liberal?
El planeta amenazado
Reflexión acerca del problema electoral de los católicos
Saliendo del armario
De Gardel a Ricky Martin: un pasito palante María
Los "prudentes"
Democracia, derechos humanos y legitimidad
El totalitarismo Feminista controla la Onu. Quieren obligar a Argentina a legalizar aborto bajo presión económica
Educar con el ejemplo: entrevista al doctor David Isaacs
El cine de Woody Allen
El conflicto en Tierra Santa (I)
Reality Shows: Invasión a la intimidad personal
Sueños de libertad
Una breve historia de la arquitectura y el urbanismo de la España contemporánea
Actividades de Arbil en Chile
El movimiento personalista en España
El personalismo de E. Mounier
Anotaciones críticas sobre el personalismo
Primacía de la incomunicación de la persona
Polo político y polo profético
El gran engaño: derechos del hombre, Iglesia católica y Revolución Francesa
Ocaso y aurora. Perspectiva personalista y Ontología de la existencia


CARTAS

Revista Arbil nº 61

De Gardel a Ricky Martin: un pasito palante María

por José María Ripoll Rodríguez

A pesar de lo llamativo del título de este artículo, se trata de formular una tesis basada en un dato positivo, en la doble acepción a que nos remite este término, positivo como lo dado, lo puesto, quod positum est, y esa otra acepción de carácter moral que nos habla de superación y logro. En efecto, en los últimos doce años hemos visto cómo, diversos artistas de origen hispanoamericano del mundo de la canción han cosechado no pocos éxitos y han logrado incluso invadir los mercados de habla anglosajona

 

 

Por esta razón es preciso formular una tesis: el carácter que tienen estos movimientos musicales no suponen sin más el triunfo de la moda, sino que, si nos adentramos en un análisis profundo de sus composiciones vamos a detectar unos fondos conceptuales comunes a la música hispanoamericana del siglo XX que suponen la expresión externa de un dinamismo cultural que es patente en toda manifestación artística del mundo hispanoamericano.

Sin embargo este éxito en brecha lo hemos percibido en los últimos doce años de mano de cantantes bien conocidos por nuestros jóvenes.

Sin quedar, repito en el análisis meramente fenomenológico y superficial, voy a tratar de adentrarme en la profundidad que dichas manifestaciones nos ofrecen y entraremos en comparación con otras del mismo siglo XX.

Por razones de espacio, y también técnicas me permito analizar resumidamente la vida y obra de tres artistas hispanoamericanos de tiempos distintos y lugares distantes en la geografía, y que, desarrollando tres estilos musicales tan distintos cuales son el tango, el bolero y el pop latino, nos mostrarán curiosas coincidencias en ciertos lugares y tópicos que son comunes entre ellos: Carlos Gardel -argentino-, Antonio Machín -cubano- y Ricky Martin -puertorriqueño-.

Carlos Gardel

Nació el jueves 11 de diciembre de 1890, en el hospital Saint Joseph de la Grave, de la ciudad de Toulouse, con el nombre Charles Romuald Gardés tal como lo demuestra su nacimiento.

Fue hijo natural de Marie Berthe Gardès, nacida en la misma ciudad, el 14 de junio de 1865, y fallecida en Buenos Aires, el 7 de julio de 1943.

A los 2 años de edad, Charles Gardès llegó a Buenos Aires, junto a su madre, como consta en el registro la Dirección Nacional de Migraciones, de dicha ciudad.

El pequeño pasó su infancia y adolescencia en el barrio del Mercado de Abasto, en la capital de Argentina, donde le apodaron primero "El francesito" y luego "El Morocho del Abasto".

En 1911, con casi 21 años, conoció a José Razzano, apodado "El Oriental", por su condición de uruguayo, con quien formó dúo cantando canciones criollas.

Al binomio se le conoció como "El Morocho y el Oriental".

Por esa época, Carlos Gardès cambió su apellido por el que lo haría famoso (y que luego se convertiría en substantivo, para referirse a algo o alguien sin comparación): "Gardel".

En ese mismo año filmó y estrenó su primera película, llamada "Flor de durazno", que curiosamente, era muda, y mostraba a un Gardel muy obeso.

Y también en 1917 (el 9 de abril), inició su etapa discográfica junto a José Razzano, en el sello Disco Nacional (luego Odeón), con el tema de Ángel Villoldo: "Cantar eterno".

En los años '20 llevó al tango por Europa, paseándolo triunfalmente y haciéndolo conocer en España y Francia.

En 1925 se separó amistosamente del "Oriental" José Razzano, debido a las continuas afecciones en la garganta que éste padecía.

En los años '30 era una figura célebre en Argentina, Uruguay, y en varios países europeos, motivo por el cual, la empresa cinematográfica Paramount Pictures Corporation lo convocó para protagonizar cuatro películas, rodadas en Joinville, Francia.

Entre 1934 y 1935 conquistó el mercado de Estados Unidos, donde grabó discos, cantó en radio y filmó películas, como ya lo había hecho en Europa.

Luego llegó la gira por Centroamérica, entre abril y junio de 1935, que abarcó Puerto Rico, Venezuela, Aruba, Curaçao y Colombia (donde murió), quedando sin visitar Panamá, Cuba y México.

En todos estos países Gardel es un ídolo, igual que en el Río de la Plata.

En el esplendor de su fama se produjo el accidente de aviación donde perdió la vida, junto a varios de sus compañeros y amigos, en el Aeropuerto Enrique Olaya Herrera, de Medellín, Colombia, el lunes 24 de junio de 1935, a la hora 15:10 (hora local).

Pero, como el ave Fénix, resurgió de la cenizas, para permanecer con su arte para siempre entre nosotros.

Son interesantes las opiniones que de él nos han dejado importantes personajes:

- "¡Este muchacho pinta el dolor callado de la madre que sufre, con emoción tal, que conmueve de verdad"(José Ortega y Gasset)

-"Para gobernar la Argentina hace falta la sonrisa de Gardel-" (General Perón)

Son asimismo significativos estas palabras testimoniales del propio Gardel: "Me voy de Bogotá, con la impresión de quedarme en el corazón de ustedes.

Encontré en la mirada de las mujeres colombianas, en la sonrisa de los niños (que me hace acordar tanto a los niños de mi tierra), y en el aplauso de los bogotanos, un cariñoso afecto hacia mi persona.

Si alguna vez alguien llega a preguntarme sobre las mejores atenciones que he recibido a lo largo de mi carrera, les aseguro que no podré dejar de mencionar al pueblo colombiano.

¡Gracias amigos!. ¡Muchas gracias por tanta amabilidad!.

Yo voy a ver a mi vieja, pronto, y no sé si volveré, porque el hombre propone y Dios dispone.

¡Pero es tal el encanto de esta tierra que me recibió y me despide como si fuera hijo propio, que no puedo decirles adiós, sino hasta siempre!.

¡Hasta siempre, mis amigos!."
(Palabras emitidas a través de la emisora La Voz de la Víctor, de Bogotá, 23 de junio de 1935).

Antonio Lugo Machín

Nació en 1900 en Sagua La Grande, en la provincia de Santa Clara, en la parte norte de la isla de Cuba.

Su madre era una cubana negra y su padre era europeo,un español de Galicia .

Los años tempranos de Machin fueron muy difíciles y se vió forzado a trabajar a la edad de ocho años para ayudar a pagar algunas de las deudas numerosas de su padre.

Un día, estaba en la calle cerca de su casa, cantando calladamente.

Un sacerdote que caminaba por allí le oyó e inmediatamente le alentó a cantar en una fiesta.

Cantó el Ave María de Schubert.

Desde aquel día Machín tomó la determinación de ser cantante.

La ambición de Machín era cantar ópera, pero ésto estaba muy difícil para un cubano pobre de color a principios siglo XX.

Así, su enfoque fue cantar música popular.

A sus veinte años Machín se había convertido en el ídolo de las mujeres jóvenes de su barrio.

Machín les cantaba serenatas bajo la luz de la luna.

Trabajó como albañil y también viajó por Cuba como un cantante.

En 1926 se fue a vivir a La Habana, en donde un español llamado señor José, le ayudó a conseguir un contrato para cantar en un café pequeño de La Habana.

Vivir en La Habana le expuso a Machín a muchos tipos de música.

Se integró en varios cuartetos y sextetos.

Uno de los más importantes fue el Trío Luna, que formó junto con Enrique Peláez y Manuel Luna.

En 1926 Machín formó un dúo con el guitarrista famoso y cantante Miguel Zaballa.

Tocaron en varias salas de fiesta y programas de radio en directo.

Su fama era tal que en 1927 Don Azpiazu, director de la Orquesta Habana, añadió al dúo a las actuaciones del Casino Nacional de La Habana.

A la edad de 27 años, Machín se convirtió en cantante del Casino Nacional de La Habana, el primer cantante de color en conseguirlo.

El Casino que Nacional era el lugar donde se podía encontrar a los terratenientes cubanos y norteamericanos e la clase alta, estrellas de cine, millonarios y diplomáticos, que bailaban y buscaban romance.

En 1929 Machín y su amigo Daniel Sánchez fundaron un sexteto que también incluía a Alejandro "Mulatón" Rodríguez.

Hicieron varias grabaciones.

Un año más tarde, Machín recorrió los Estados Unidos con el Casino Nacional orquesta.

El 26 de abril la banda actuó en el Teatro Palace de Nueva York.

Machín cantó El Manisero (El Vendedor de Cacahuetes), la primera canción cubana que se convirtió en un éxito nacional en los Estados Unidos.

En Nueva York Machín resultó ser un artista prolífico, llegando a grabar más de 400 canciones con el legendario Cuarteto Machín, integrado por claves, tres, guitarra y trompeta.

Aunque los miembros de la banda cambiaron, Machín se acompañó frecuentemente por su viejo amigo, el guitarrista Daniel Sánchez, que cantaba dúos con él en la mayoría de las grabaciones.

Machín es uno de los mejores cantantes cubanos de boleros de toda la historia.

Varias recopilaciones de su trabajo que abarcan distintas fases de la carrera de Machín han sido editados por diversos sellos discográficos españoles y norteamericanos.

Enrique Martin Morales

Ricky Martin, nació el 24 de diciembre de 1971 en San Juan de Puerto Rico.

Desde pequeño ya le fascinaba el mundo del espectáculo, y a la edad de 6 años comenzó como modelo publicitario, madurando su arte mediante clases de actuación y canto.

Además participaba en el grupo de teatro y coro de su colegio.

En julio de 1984, con tan sólo 12 años, Ricky entró a formar parte del grupo Menudo, del que había sido un gran seguidor desde niño.

Fueron cinco años de incesante trabajo, giras, grabaciones y ensayos con el grupo, viajando desde México a Argentina, donde tuvieron tanto éxito que se quedaron a vivir seis meses para rodar la telenovela Por Siempre en 1986, sería allí donde Ricky conocería a Marcela, su primera novia.

Al salir de Menudo en 1989, Ricky partió rumbo Nueva York, para estudiar y reflexionar, y posteriormente fue a México, donde trabajó como actor y cantante.

Para pagarse los estudios ingresó en un estudio de modelos, siendo reconocido por grandes diseñadores de moda.

A mediados de 1990, le llamaron para actuar en la obra de teatro Zapatillas Rojas.

Le seguirían otros trabajos en Mi Mamá ama el rock, con un papel como protagonista.

Y del teatro a la televisión participando en la serie Alcanzar una Estrella, de gran repercusión, hasta el punto de tener que rodar Alcanzar una Estrella II, comenzando una carrera imparable, donde le llovían muchas multitudes de ofertas.

Su despegue profesional dentro de la música latina llega en 1991, obteniendo con su primer álbum en solitario Ricky Martin, ocho discos de oro en México, Chile, Argentina, Puerto Rico y Estados Unidos, con temas como Fuego contra Fuego, Vuelo o Enciende tu motor.

Considerado revelación de la música latina, en 1992 graba un disco en portugués con Daniela Mercury, participando por primera vez en los festivales de Viña del Mar y Acapulco.

Después de lanzar su segundo disco Me amarás, con más de 100 presentaciones en 60 ciudades de 20 países, Ricky se muda a Los Angeles, lugar donde se transformó en el galán de moda por su papel de Miguel en la telenovela Hospital General.

En abril de 1995, Ricky pasa por un momento muy importante en su vida, no sólo por protagonizar Jesús, pasión y muerte, sino porque surge la reconciliación con su padre, después de que éste abandonara la casa cuando Ricky era tan sólo un niño.

Posteriormente apareció como Marius en la producción de Broadway de Los Miserables, todo un reto para él.

En octubre de 1995, lanza su tercer disco A medio vivir, producido por Robi Rosa y KC Porter (productor de Bon Jovi, Boyzz II Men, Richard Marx y Patti LaBelle), vendiendo más de seiscientas mil copias en seis meses y consiguiendo el certificado de oro por la RIAA, el 27 de octubre de 1997.

De un éxito arrollador en España, este álbum contiene el tema María, que se convierte en la canción del verano de 1996.

Su siguiente álbum Vuelve, repitió ese éxito y la RIAA le concedió otro oro, el 7 de julio de 1998, llevados vendidos más de seis millones de copias en todo el mundo.

Después de tanto trabajo llegaron los Grammys, como reconocimiento a su trayectoria profesional.

Es una persona a la que le encanta hacerse preguntas y llegar a conocer una respuesta, acercándose a los libros y a otras culturas, para saciar su curiosidad.

Tres artistas diferentes pero análogos

Se trata como vemos, de tres artistas completamente distintos, en lo que se refiere a sus circunstancias personales, históricas e incluso políticas.

Un Gardel, nacido en el ocaso del siglo XIX, un Machín que nace con el alborear del siglo XX, y un Ricky Martín, que viene al mundo en 1971; y en realidades geográficas distantes como son Puerto Rico, Cuba y Argentina.

Sin embargo con unas curiosas y profundas similitudes en su cosmovisión de la realidad, sin bien envuelta en distintos ropajes, consecuencia lógica de la separación espacio-temporal.

Analizando el contenido de sus canciones podemos postular que la imaginería conceptual y percepción de la realidad del hispanoamericano difiere substancialmente del europeo y del anglosajón en lo que podríamos bautizar como "real-vitalismo mágico-simbólico", veámoslo aterrizando a la realidad de su composición musical.

"Realismo-simbolismo mágico"

"Realismo mágico": Con esta expresión se ha bautizado cierta elaboración literaria hispanoamericana de los sesenta que tiene como autores más representativos a Onetti, Vargas Llosa, García Márquez, Carpentier y otros.

Esta tesis que deseamos desarrollar se vincula profundamente a tal fenómeno, porque es una manifestación espiritual del carácter del hispanoamericano, pero que, sin embargo, para distinguirlo del mismo lo llamaremos más bien el real-simbolismo hispanoamericano en el campo musical.

¿Cómo podríamos definir esto? Se trata de una convivencia armónica de lo real e irreal, no como realidades opacas que se yuxtaponen sin más, sino aquel momento en el tiempo en el que se descubre en las cosas mismas, como si se tratara de una acto de conocimiento simultáneo, ese "tertium quid", un "quid divinum", que hace que las cosas propiamente dichas hablen de su propia naturaleza, de manera que ellas mismas se insertan en el mundo de lo humano y lo cósmico.

No es que Machín dé a su gardenia un significado metafórico, o que sea un signo de su amor, sino que " a tu lado vivirán y te hablarán como cuando estás conmigo".

Nótese aquí que el término de la comparación no son las gardenias mismas, sino la comunión de los enamorados.

Se da una identificación plena, en el sentido de que no es que el amor esté tras la gardenia, sino que de la gardenia misma fluye, como si se tratase de un conducto autónomo, hasta ser percibido por el entendimiento del artista; de este modo la misión del conocimiento es descubrirlo.

Por esa razón, es realismo, porque el subjectus se pone ante la res, y se produce una separación entre ambos para que la res se haga objectum, pero la cosa conocida mantiene su autonomía propia, siendo la misión propia del intelecto descubrir eso que hay de maravilloso en la cosa misma, de modo que el intelecto nunca agota por completo su contenido, sino que después de conocer sus aspecto aprehensibles, gusta de descubrir aquello maravilloso que se le escapa, y entonces su actitud es de contemplación: "La noche que me quieras desde el azul del cielo, las estrellas celosas nos mirarán pasar, y un rayo misterioso hará nido en tu pelo, luciérnaga furiosa que verá que eres mi consuelo".

En realidad, este tango de Gardel apela a esa misma experiencia, pero ya desde una experiencia cósmica, donde se hace más referencia al analogado principal que al secundario: no se dice nada apenas de la persona amada, ni de sus circunstancias, ni siquiera se realiza una descripción física, sino que se complace en la contemplación de la situación in quo, de la situación "cósmica" donde todo tiene vida propia y autónoma, y es la actitud contemplativa la que orienta más nuestra mirada hacia los elementos numinosos y su carácter maravilloso y misterioso -en el sentido de insondable- de la realidad que se nos aparece como fenómeno pero implicando su radical presencia: su naturaleza metafenoménica, más que un rayo, más que una estrella: realidad integrada en la percepción donde el carácter misterioso se nos escapa por completo.

El joven Ricky Martin también, quizá inconscientemente, y bajo todo el ropaje desenfadado que conlleva el boricua expresa esta experiencia intuitiva: " Ella es una mujer especial como caída de otro planeta".

Sin pretender caer en concordismos, innecesarios por otra parte, percibimos que aquí lo que sorprende al artista no descansa en el mero inmanentismo, sino que, descubriendo lo sorprendente establece en ese mismo acto de conocimiento un correlato cósmico: la realidad que nos sorprende nunca puede quedarse encerrada en sí misma.

Alguien podría pensar que tal percepción se podría encontrar fácilmente fuera del ámbito hispanoamericano, pero una visión detallada de las cosas nos indica que realmente no es así: la música anglosajona, en su vertiente juvenil de los últimos años, nos oferta un tipo de letras que se fija más bien en el valor útil y pragmático, en donde lo inmediato suele constituir la mayor parte del horizonte conceptual; aquí vemos que se rebasan tales fronteras.

Y precisamente esa es otra de las características que aquí apuntamos, el simbolismo: es un simbolismo cuyo contenido y metodología es el reseñado en las líneasprecedentes .

No es el simbolismo un patrimonio del hispanoamericano; sin embargo, vemos que en estas manifestaciones artísticas constituye el modo más eminente de expresión.

Como hemos insinuado, el mundo anglosajón tiene preferencia por lo útil y pragmático, frente a lo cual está el espíritu hispanoamericano que busca principalmente la causa ejemplar y formal en las cosas, sin ser el bien útil el principal objetivo.

Digámoslo así, gusta de contemplar sin prisas lo maravilloso de las cosas.

Por eso Machín nos hablará de una gardenia, Gardel de un rayo misterioso, y Ricky Martin de que "tienes que pelear por una estrella" en la copa de la vida.

Y por eso, el hispanoamericano se comporta ante el mundo como "animal sentiente" en el más puro sentido zubiriano.

No sólo descubre las cosas y su carácter maravilloso, sino que se vincula a ellas de una manera casi ontológica, porque vincula lo maravilloso, lo sorprendente, lo divino a las cosas mismas.

De aquí que se trate de una percepción marcada por un profundo encarnacionismo, nunca desencarnada o angelista en el más peyorativo de los sentidos de esta palabra.

A Gardel en el momento de decirle adios a Buenos Aires, le hablaba más "el farolito de la calle en que nací" bajo cuya luz vio a su pebeta luminosa como el sol, que grandes barrios o avenidas que sería lo propio en otras culturas ;y a Ricky Martin el laberinto es la manera más adecuada que tiene para expresar lo que experimenta ante la complejidad de María.

Vitalismo

Cuando ante nosotros aparece la palabra vitalismo, en seguida evocamos el concepto de vida como realidad radical, esto es, que la vida tanto en sentido biológico como biográfico constituye la raíz de todas las restantes manifestaciones del hombre.

Ello en el plano ontológico supone que la vida en sentido estricto es lo más substancial de la naturaleza humana.

Y por lo tanto el correlato gnoseológico de tal consideración es que los primarios instrumentos de conocimiento que el hombre tiene son la vivencia, la intuición y la empatía, lo cual lleva a una auténticamente especial forma de ser ante la vida y las cosas: más allá del razonar de las cosas, lo cual lleva convertirlas en objetos aprehensibles, es preciso tener experiencias vitales de ellas o con ellas (esto útltimo es muy importante en el tema que nos ocupa).

Por consiguiente, todo vitalismo lleva implícito una teoría del valor: el criterio para jerarquizar los valores que determinan lo bueno y malo será la vida misma.

Se trata de la vida, en fin, no meramente en su aspecto biológico, sino biográfico, sensitivo, espiritual.

Ciertamente, todos los pueblos tienen algo de vitalistas, y todos nosotros tenemos algo de vitalistas, puesto que es la vida en la cual y a través de la cual nos vamos realizando en el devenir cotidiano; sin embargo, en nuestra Hispanoamérica este vitalismo está especialmente acentuado con peculiaridades bien definidas.

El mundo hispanoamericano tiene una estrecha relación con la vida y todas sus manifestaciones.

Es un carácter luminoso, optimista y societario, donde la vida y el disfrute de la misma (homo fruens que diría Xavier Zubiri) se realiza con el otro, pero no como mera acumulación de entes personales, sino con la peculiaridad de la común empatía.

Este es uno de los atractivos que tiene el mundo cultural hispanoamericano, que el que entra en contacto con su vida se siente arrastrado porque capta una profunda armonía de personas de modo que en sus manifestaciones lúdico-culturales (baile, canción, literatura) uno se siente arrastrado a participar, por el hecho de que siente que se perciben sus anhelos, necesidades y gustos.

Es por ello un vitalismo comunional, que no quiere decir mera frivolidad superficial, o sólo ritmos salseros o rumberos, sino la armonía espiritual de las almas : "toda una vida me estaría contigo, no me importa en que forma, ni donde ni cuando, pero junto a ti" hemos oido tantas veces cantar a Antonio Machín.

Supone elevarse de la mera mediocridad, del egoísmo, para entrar en esa mutua autodonación, que partiendo del yo-mismo -nunca se da la disgregación despersonalizante- quiere entrar en armonía con el otro, sea cual sea el precio, aún con ciertos limites : "si no fuera pecado, yo segaría mi vida, para estar a tu lado muy cerquita de ti", pedía Machín a la amada que le esperase en el cielo.

Ricky Martin asimismo, en claro paralelismo con este bolero de Machín -a pesar de todas las distancias que les separan- confirmando un mundo conceptual común canta en bring a little lovin, con un tono más juvenil y desenfadado : " Dime que me quieres, enciende tu motor, yo soy tu dirección", mediante la analogía del vehículo se incide en una comunión de cuerpo y alma, comunión plena e integral, precioso manifiesto de intercomunión personalista y vital.

Es el hispanoamericano el que tiene desarrollada especialmente esa sensibilidad a la hora de descubrir situaciones vitales, tanto de decepción y decaimiento como de optimismo y solaz.

Es la dimensión gnoseológica de tal vitalismo: descubrir las situaciones en que la vida se hace presente y se hace necesario también el compromiso existencial : "ciudad porteña de mi único querer, oigo la queja de un bandoneón" percibía Gardel esa queja profunda que exigía la justicia humana.

Y asimismo Machín ante el pintor de pincel extranjero, que era pintor de alcoba, esto es, de origen privilegiado y que no atiende a las necesidades reales de aquellos para los cuales trabaja le pedía "angelitos negros" en las iglesias, porque "también se van al cielo los negritos buenos".

Es una llamada a la lucha y al compromiso existencial: "Consigue con honor la copa del amor, para sobrevivir y luchar por ella" como canta la composición de Ricky Martin.

Es una invitación a , desde la vida, a comprometerse con lo más noble de la vida y arriesgarse hasta el fin.

Y este vitalismo hispanoamericano no pondrá por esta razón a la vida como horizonte último de todas las cosas; la vida es raíz radical, porque es desde la vida desde la que siente, desde la que conoce, desde la que desarrolla su interrelación continua con el otro y con el mundo que le rodea, pero no es el término final de su actividad.

La vida es el lugar desde el cual se compromete la existencia, por la cual se existe, y la que existe un compromiso, pero no es el fin último: lo último será la "copa del amor" (Ricky Martin), que se pinten "angelitos negros" (Antonio Machín) o que se perciba la queja del bandoneón (Gardel).

Conclusión

Sirva este pequeño esbozo como la base de un intento de caracteriología de nuestros pueblos hermanos hispanoamericanos a partir de sus manifestaciones artísticas musicales.

Sin embargo queda una pregunta por responder: el éxito cosechado por determinados artistas hispanoamericanos bien conocidos y populares como Ricky Martin, Luis Miguel, Chayanne, Maná, Carlos Baute y tantos otros en los últimos años ¿ Se trata de una mera consecuencia del marketing y la publicidad o responde a algo más?

Sería difícil responder a esto puesto que entran en esta cuestión muchos factores de difícil análisis y podemos caer en respuestas simplistas o apelar simplemente a argumentos concordistas que favorezcan nuestras tesis.

Pero hay un aspecto -es posible que haya más- que quizá pueda abrir caminos e intentos de respuesta de esta cuestión.

Los años 80 suponen la época post-hippie, que tiene como característica la mediocridad artístico-musical, la falta de ideas en la composición, y supone la repetición más o menos constante de los grandes éxitos de fines de los 70 o intentos de imitación de los mismos.

Ello se debe al hastío popular ante dos grandes corrientes: la canción protesta deja de tener sentido, ya que la guerra fría ha terminado, el bloque soviético cada vez está más debilitado y las nuevas generaciones perciben cada vez más que las estructuras no son el único vehículo de cambio social a situaciones más justas.

Es decir, se produce un movimiento hacia lo que es el ámbito personal en su carácter proyectivo hacia la sociedad y el intercambio bi-personal, comunional, más que mirar a las estructuras socio-políticas, que cada vez interesan a menos sectores sociales.

Y en segundo lugar, ya en una dimensión más artística, la canción de origen anglosajón siguió insistiendo en unos tópicos que ya no convencían tanto a la juventud cayendo bien en un romanticismo angelista, o bien en un excesivo frivolismo, aderezado con el carácter pragmático y utilitario de dicho mundo.

Y las necesidades musicales de las nuevas generaciones pedían otra cosa: pedían el genio hispanoamericano, que reapareció en esta nueva hornada de cantantes jóvenes, que con ritmos caribeños, musica pegadiza, y sobre todo ese modo de percibir la realidad tan suyo, fue calando en todos los mercados.

El hombre es capax Dei, abierto a la trascendencia, al otro, al mundo, a Dios; el hombre anhela descubrir esos vestigia trinitatis que hay en las cosas, su componente maravilloso, y tiene ansias de una vida nueva, distinta, amante de su misma vida y de todo lo bueno que tiene la creación, dada para el hombre y su disfrute.

Todo ello reunido en una visión integral.

El genio hispano, unido al ritmo centro y sudamericano, y todo ello con la carga que el alma católica supone, tiene otro momento de expansión, también en el campo musical.

Ojalá que en otros campos se vaya por idénticos derroteros, y ¿Por qué no?

Disfrutando con la música de los ya míticos y legendarios Gardel, Machín, Negrete y tantos otros que esperemos estén pintando angelitos en el cielo; y para los jóvenes estos Ricky Martin , Chayanne (el cual es católico practicante declarado), Baute, y un largo etcétera de artistas hispanoamericanos que son, con toda razón hijos de su patria, herederos del genuino carácter hispanoamericano, heraldos de sus culturas, unidos con los hispanos de allende los mares; por eso todos nos podemos sentir orgullosos de este resurgir, que es, como escribía Pemán, por el azul del mar y el caminar del sol.

Es un pasito palante, María

José María Ripoll Rodríguez Canisius@terra.es.
 


Revista Arbil nº 61

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