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Revista Arbil nº 61
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Sudáfrica en la sima
por
Ignacio San Miguel
Mandela,
con el apoyo y estimulo de la Fundación
Rockefeller, el Banco Mundial, Planned
Parenthood, y la complicidad del Arzobispo
anglicano Desmond Tutu ha impuesto en Sudáfrica
la peor ley sobre aborto en el mundo, que que
cada año asesina más bebes negros, los más
pobres, que muertos provocó el
"apartheid" calvinista en todo su
tiránico periodo.
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Human Life International,
la organización pro-vida más importante en el
mundo, nos ofrece una visión desoladora de
Sudáfrica a través de su co-director en aquél
país, Glenys Newbury. Desoladora en cuanto a la
moralidad y la santidad de la vida, que son los
temas sobre los que trabaja Human Life
International. Newbury piensa que quizás
extrañe a algunos este juicio, pues podrían
haber supuesto que, después de que el
"apartheid" fué eliminado,
Sudáfrica se habría convertido en un
maravilloso país, democrático y justo, con una
excelente carta de derechos humanos. Nada más
lejos de la realidad. La moralidad en Sudáfrica
se ha derrumbado.
Excepto la República de China, Sudáfrica tiene
la peor ley de aborto del mundo.
El aborto es la norma, después de haber sido
forzado en el Parlamento por Nelson Mandela y su
gobierno contra la abrumadora oposición del
pueblo sudafricano.
Nadie lo deseaba. Todas las encuestas que se
hicieron mostraron que estaban totalmente contra
él, pero lo impusieron y el aborto libre se
convirtió en ley en 1997.
Mandela y su partido fueron estimulados y
ayudados por todos los bien conocidos grupos
internacionales: la Fundación Rockefeller, el
Banco Mundial, Planned Parenthood y el habitual
consorcio de gente anti-vida.
Muchos no saben que el Arzobispo Desmond Tutu
jugó un importantísimo papel en llevar el
aborto a Sudáfrica. Él promueve activamente el
asesinato de niños no nacidos en Sudáfrica.
Es interesante recordar que Desmond Tutu ostenta
el premio Nobel de la Paz. Puede colocarse su
nombre junto a otros Nobel como Menahen Begin,
Yasser Arafat y Henry Kissinger, todos tan
respetuosos con la vida humana como el obispo
anglicano.
El African International Congress y sus varias
agencias y secuaces han tratado regularmehnte de
forzar más y más abortos y de incorporar esta
práctica en la cultura del país.
Muy recientemente, los pro-vida descubrieron que
estaban sosteniéndose vistas parlamentarias en
Cape Town, organizadas por el ANC Portfolio
Committee on Health y el Reproductive Rights
Alliance. Durante estas reuniones de dos días
hubo muchos oradores promoviendo el aborto en
Sudáfrica. Estaban interesados por encontrar las
formas de solventar varios "problemas",
incluyendo los causados por el personal médico y
los hospitales que son reacios a realizar
abortos.
El principal propósito de estas reuniones fué
planear el método para presionar a los médicos
a realizar abortos esquivando la cláusula de
conciencia que rige en Sudáfrica.
Mientras la noticia de estas reuniones supuso una
sorpresa para los grupos pro-vida, los grupos
anti-vida parecían haber sabido de ellas hacía
largo tiempo, a juzgar por las diapositivas y
otro material que tenían preparado para sus
charlas. Ningún testimonio pro-vida fué
admitido; sólo hubo pro-abortistas.
El control de nacimientos es otro asunto de gran
importancia en Sudáfrica. Una gran mayoría de
sudafricanos, incluyendo a católicos, utilizan
material para el control natal, suministrado
generosamente y gratuitamente por el Health
Department.
Estas drogas y adminículos son dados libremente
a menores de edad sin el consentimiento de los
padres. La descarada indiferencia para los
derechos de los padres está incorporada también
en la ley del aborto, eufemísticamente conocida
como "ley de elección de la
interrupción del embarazo", la cual
permite a las chicas menores de edad abortar sin
el conocimiento y consentimiento de los padres.
La píldora del "día después"
se puede adquirir libremente, así como la
RU-486. Poderosas inyecciones de hormonas
antifertilidad son administradas a mujeres de
todas las edades, incluyendo jóvenes madres que
acaban de dar a luz. A éstas se les dice que
estas inyecciones ayudarán a su producción de
leche.
El estado ha confiado a Planned Parenthood y sus
varias organizaciones de vanguardia como la
campaña "love.Life", la tarea de
"enseñar sexualidad" a los
sudafricanos. Ayudados por el gobierno y por las
vastas sumas de dinero de ultramar, tienen acceso
libre a la infancia de Sudáfrica.
La South African Law Commission, una agencia del
gobierno de Sudáfrica, está actualmente
tratando con tres asuntos principales: eutanasia,
parejas de hecho y la revisión del Childcare Act
de 1983.
En cuanto a la eutanasia: la más permisiva ley
del mundo ha estado pendiente varios años en
Sudáfrica. El anteproyecto titulado "Acta
de decisiones sobre el fin de la vida" fué
llevado al Parlamento en Agosto de 1999 y hasta
la fecha no ha sido discutido y votado, pero hay
rumores de que pronto será considerado. La
legislación propuesta incluye la negación de
alimentos y agua a aquellos que son incapaces de
alimentarse por sí mismos y son alimentados por
medios artificiales.
La ley de parejas de hecho (domestic
partnership) contempla tres cuestiones: la
ley debería reconocer a la gente en esta
situación; les debería conceder los mismos
derechos y obligaciones que a las personas
casadas; y debería esta ley extenderse a las
parejas de homosexuales.
Las "parejas de hecho" podrían
ser, por supuesto, gentes viviendo bajo el mismo
techo sin sostener una relación íntima: padres
instalados con sus hijos, hijos instalados con
sus padres, hermanos o amigos viviendo juntos en
una casa, estudiantes compartiendo una casa y
hasta grupos de huérfanos del sida viviendo
juntos. Así, la regulación de parejas de hecho
redefiniría el concepto de matrimonio y ha de
llevar el caos al sistema legal.
Respecto de la revisión del Childcare Act:
el capítulo cuarto trata de la infancia (desde
el nacimiento hasta los dieciocho años), pero,
por supuesto, los no nacidos son completamente
excluídos. El capítulo ocho trata la relación
hijo/padre y también redefine la propuesta de
parejas de hecho (entre menores) para permitir la
cohabitación de parejas del mismo y diferente
sexo.
También incluye el consabido lenguaje respecto
de "la protección de los derechos
sanitarios de los niños" (the
protection of health rights of children), doble
lenguaje para referirse al aborto y la
contracepción. Aunque se incluyen muchos cambios
necesarios, es obvio que los padres quedan
desposeídos de su derecho a tomar decisiones y
cuidar de sus hijos. Esta cláusula ha sido
planeada muy cuidadosamente y está destinada a
reforzar la ley del aborto. Al dar a los chicos
estos "derechos reproductivos",
esta ley bloquea eficazmente cualquier
posibilidad de recurso legal.
Asimismo, se declara que un chico de doce años,
o mayor, de "mente sana" es
considerado competente para rehusar cualquier
tratamiento médico prolongador de la vida o la
continuación de tal tratamiento en enfermedades
específicas que él o ella puedan estar
sufriendo. Así, los padres no tendrían derecho
sobre la decisión de sus hijos al respecto.
Para ofrecer un cuadro más completo de la
sentina moral que es la nueva Sudáfrica, Glenys
Newbury se siente obligada a mencionar lo
siguiente: el crimen y la violencia están fuera
de control; la homosexualidad está totalmente
incorporada en la nueva constitución; la
prostitución está normalizada y a las
prostitutas se les llama "trabajadoras
sexuales"; la pornografía es de libre
adquisición y es transmitida en los servicios de
la televisión del estado; y la lista continúa.
El Estado está ahora considerando la
legalización del consumo de hachís. Por lo
demás, el cultivo del hachís está siendo
reconocido cada vez más como una actividad
agrícola legítima que permite sostenerse a los
granjeros pobres.
Ante esta abismal degradación moral y
decadencia, la voz de la mayor parte del clero de
la Iglesia Católica en Sudáfrica, que era tan
chillón (justamente) durante la era del
"apartheid", se ha vuelto casi
completamente silencioso.
Silencioso en público y silencioso desde el
púlpito.
Nunca habla acerca de los males del aborto, de la
contracepción o de las drogas abortivas para el
control natal. A los católicos que van a la
iglesia, incluyendo a los jóvenes, no se les
enseñan los males de una sexualidad
irresponsable.
Desgraciadamente, esto refleja el estado de una
gran parte de la Iglesia.
Cuando la Iglesia está sana, la sociedad está
sana; cuando la Iglesia es débil, como ocurre
ahora, la sociedad es débil.
En Sudáfrica, la luz de la verdad ha sido
ocultada bajo el celemín.
Una parte grande de los pastores de Iglesia y la
mayoría de los católicos han sido espectadores
pasivos y ampliamente indiferentes de la moral
devastación del país.
Esto último es muy importante. Porque ha
ocurrido, y ocurre, no sólo en Sudáfrica, sino
en todos los países del mundo.
Quizás haya alguna excepción, pero no ha
llegado a mi conocimiento.
El caso de España, por ejemplo, es sintomático.
Todos los males morales consignados en Sudáfrica
están presentes en España.
Aunque es probable que sea en menor medida, esto
no es incuestionable y resulta discutible; porque
España se ha convertido en el país del disimulo
y la ocultación, del eufemismo y la hipocresía.
Sin embargo, se conoce el número de abortos que
se realizaron legalmente en el pasado año, y que
se acercan a los setenta mil.
Y también se promueve, de forma sesgada pero muy
eficaz, la promiscuidad sexual en los menores. La
pornografía también está a la orden del día,
etc.
Pero nadie quiere hablar de estas cosas.
Igual que los enfermos que no quieren hablar de
sus males, pensando que de esta forma su
desgracia se suaviza.
Y el silencio de la mayor parte de la Jerarquía
eclesiástica es muy significativo.
Aparte de una condena formularia del aborto de
hace ya bastantes años por parte de la
Conferencia Episcopal, no se conoce ninguna carta
pastoral de obispos que trate de estos asuntos.
No basta con decir que ya se conoce la doctrina
católica al respecto, pues lo mismo podría
decirse que el Evangelio es ya bien conocido y no
es necesario repetirlo de forma reiterada.
La obligación es clara, evidente, y no la están
cumpliendo.
Esto repercute en su crédito y los va
descalificando como referente moral.
Sobre todo, porque si hubiesen adoptado la
postura activa y beligerante que exigen las
circunstancias, muchísimas vidas se habrían
salvado.
Así lo creen católicos responsables de Estados
Unidos, críticos con la actitud pasiva de parte
de la jerarquía católica en aquel país, y así
nos vemos obligados a creerlo también los
naturales de otros muchos países occidentales.
En Estados Unidos se piensa que si la
institución eclesiástica se hubiese empleado a
fondo, el aborto estaría hoy en día de nuevo
ilegalizado en esa nación.
Y no se diga que "atacamos a la
Iglesia", coartada socorrida de los
clérigos aludidos, pues todos sabemos que el
concepto "Iglesia" es abarcador de más
extenso ámbito que el comprendido por dichos
clérigos, sean éstos de alta o menos alta
jerarquía.
Así, pues, Sudáfrica se agrega a otros muchos
países que han caído en la sima, de la que
sólo podrá salir si surge una poderosa
reacción social que obligue a los poderes
públicos a reconsiderar su postura.
Ignacio San Miguel . |
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