Los "prudentes"
por
B.P.L.
Los
"prudentes", ya sean tibios, inmaduros
o miedosos, suelen ser las primeras víctimas de
su iniquidad, y, en cualquier caso, las víctimas
sin honor, de una causa neutra y esteril. La
historia, maestra de la vida está plagada de
ejemplos.
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Confieso que me conturba leer o
escuchar a quienes podrían autocalificarse como "prudentes".
Los "prudentes" son un grupo
escogido de cidudadanos que perciben y están
dispuestos a obedecer una sugerencia casi
instintiva: la de no definirse, la de alejarse de
esto y de aquello, la de lavarse las manos y
apartarse del conflicto, sin ignorarlo ni
desconocerlo; la de observar a quienes libran el
combate con una mirada de desprecio cariñoso, la
de repretir entre dientes o en voz alta, según
los momentos: "¡Qué locos!"
"¡Este es un país de locos!"
Los "prudentes" han sustituido
en su papel de magisterio a los que en una
distribución clásica se conocían como los
sabios.
Estos no entraban en el fragor de la contienda,
pero militaban en la misma.
Los sabios, por la ancianidad, que era un
ingrediente de la sabiduría, no bajaban al campo
de la lucha, pero desempeñaban un papel por su
aportación ideológica y su presencia sin
deserciones, en la totalidad del conflicto.
Pero los "prudentes" no.
Los "prudentes" se cargan de
paciencia, y ante el binomio juez-criminal no
están ni con uno ni con otro, y ante el que
rasga la bandera y aquel que la repone en el
mastil procuran guardar silencia significativo, y
ante el que niega la transubstanciación
eucarística y el que la confiesa hablan de puras
controversias doctrinales, sin aludir al dogma,
etc
Yo no sé si tales "prudentes"
acampan en el terreno de los miedosos, de los
inmaduros o de los tíbios.
Es muy posible que de todo haya en la viña del
Señor, porque son muy distintos los
temperamentos de los hombres.
En cualquier caso, y del mismo modo que se busca
justificación "a posteriori" al hecho
inmoral realizado, también se pretende, con
anticipación, presentarse al público con
argumentos que ante los mayores desastres
permitan hablar con optimismo.
Hay un método que utilizan con frecuencia los "prudentes"
y que consiste en salir por peteneras, en
encauzar la conversación hacia un tema distinto,
o desplazar, si es posible, las preocupaciones
del auditorio o del espectador hacia cuestiones
de indudable importancia, pero inferiores al
planteado y, sobre todo, ajeno a la competencia
más inmediata y urgente del que pontifica.
Así se proyectan planes de reforma de alcance
sustantivo, para un futuro tan largo como
incierto, cuando la tierra está temblando a
nuestro pies; o se hacen incursiones sobre lo
temporal, el desarrollo o la técnica, cuando las
almas sienten el escalorfrío de la duda allí
mismo donde ardía muy poco antes una llama
encendida de la fe.
Pero el método de la distracción evasiva no es
el único que emplean los "prudentes".
El más ordinario, el que mueve a mayores
simpatías, el que despierta más admiraciones de
una parte y la máxima desilusión en otras, es
el que condena las posiciones adoptadas por los
demás y aspira a centrar y asumir lo que puede
haber "de noble y de puro en cada una de
ellas".
Es algo así como un "ecumenismo" en
pequeño, como una tercera posición más
elevada, como un producto de laboratorio o de
alquimia, que aspira a concentrar las emanaciones
laudables de quienes se situan en los polos
opuestos.
Decia que los "prudentes"
acampaban en terrernos distintos.
Unos, los miedosos, no quieren embanderarse con
ninguno, pero tampoco quedar mal con nadie, por
lo que pueda sucedesr.
Si escarbamos en sus ideas, las encontraresmo
capaces de servir a todos.
Podríamos espigar en su cosecha y ofrecerlas en
haces como sentencias de autoridad para que ambos
ejércitos las utilicen como armas.
Son como los proveedores de material de guerra
para los dos frentes.
Los estados mayores y los soldados de filas
acuden al provverdor, pero, conociendo su
habilidad, aunque le utilizan, le desprecian.
Los "prudentes" inmaduros son,
para mi, los más honestos, porque su falta de
decisión, sus titubeos y declaraciones anfibias,
aunque siembran la confusión y la incertidumbre
y a la confusión del mismo que las formula.
Su fallo está no tanto en su
"prudencia" como en su audacia, o en su
temeridad, para expresarse sin tener juicio
formado, dejándose arrastrar por la novelería o
por el viento de las palabras de cuño reciente
que la moda ha puesto en uso y que ya, por
archisabidas, carecen de impacto, como ahora se
dice.
Los que más me preocupan del campo de los "prudentes"
son los tíbios, los desapasionados, los
incapaces para la lágrima y la cólera por las
causas que merecen llorar y reñir, los frios y
los asépticos, los que levantan el picaporte con
el codo por no mancharse las manos, los que
abandonan al herido en la carretera para no
ensuciar la tapicería reluciente de su
vehículo, los que desconocen la infamia o se
ausencian para no verse envueltos en la
formalidades y molestias del proceso
Esta tibieza de los "prudentes"
nos acongoja y nos acecha, y pretende tentarnos
cuando la fatiga del esfuerzo nos agota.
Al oido acostumbra a susurrarnos: "¡De
qué te sirve todo esto!" "Mientras tú
peleas, ellos se solapan en los puesto clave y se
ríen de tu forcejeo inútil" "Parece
mentira que seas inteligente y aún no te hayas
dado cuenta de que el éxito se consigue
medrando, pero nunca con la voz clara y a pecho
descubierto"
Pero a los tibios los vomita Dios, y me
permitiría añadir que los vomita el pueblos, si
es verdad aquello que tanto se repite de "¡vox
populi, vox Dei!".
Los "prudentes", ya sean
tibios, inmaduros o miedosos, suelen ser las
primeras víctimas de su iniquidad, y, en
cualquier caso, las víctimas sin honor, de una
causa neutra y esteril.
La historia, maestra de la vida está plagada de
ejemplos.
La frase evangélica es tan clara como
aleccionadora: "El que no está Conmigo
está contra Mí".
Hay casos en los que no est posible la
componenda, la actitud centrista o mediadora, al
corte por la mitad como en el juicio de Salomón,
en lo que, en suma, hay que definirse.
Pero el vómito de los tibios no impurificará ni
aplastará la vida mientras haya en el mundo
hombres y mujeres que hayan hecho suyo el lema
subyugante: "Hemos amado la justicia y
hemos odiado la iniquidad"
B.P.L.. |