Es necesario profundizar en
nuestro conocimiento sobre el avance que ha
tenido la "cultura" de la muerte
durante los últimos meses. Se precisa una
reflexión que ahonde en las estrategias y
engaños presentes en los nuevos ataques de esta
falsa "cultura". Este
texto tiene ese propósito. Se trata de
desenmascarar los nuevos "rostros"
de la "cultura" de la muerte.
La necesidad de esa reflexión es apremiante,
pues mientras más silencioso es el enemigo, más
difícil es de combatir. Existe el peligro de que
la conciencia, aún la de los buenos, se
adormezca ante el sigilo de estas formas de
atacar la vida humana, con el consecuente
debilitamiento de la acción en defensa de la
vida. Ello hay que impedirlo a toda costa.
¿Qué es la "cultura" de la
muerte?
El término "cultura" de la muerte se
refiere a una mentalidad, a una manera de ver al
ser humano y al mundo, que fomenta la
destrucción de la vida humana más débil e
inocente por parte de los más fuertes y
poderosos, de los que tienen voz y voto. El
término "cultura" de la muerte fue
acuñado por el Papa Juan Pablo II en su
Encíclica El Evangelio de la Vida,
publicada el 25 de marzo de 1995.
Aunque en realidad la "cultura" de la
muerte comenzó cuando, en el umbral mismo de la
historia, satanás engañó al hombre y éste,
por su propia voluntad, cayó en el pecado, y
aunque la "cultura" de la muerte se ha
extendido por toda la historia de la humanidad,
ha sido en los últimos siglos que esta
"cultura" de la muerte ha asumido unas
características sin precedentes. "...[E]stamos
frente a una realidad más amplia, que se puede
considerar como una verdadera y auténtica
estructura de pecado, caracterizada por la
difusión de una cultura contraria a la
solidaridad, que en muchos casos se configura
como verdadera 'cultura de muerte'" (El
Evangelio de la Vida, núm. 12.).
¿Y qué es lo nuevo de esta "cultura"
de la muerte? El Papa responde diciendo: "Con
las nuevas perspectivas abiertas por el progreso
científico y tecnológico surgen nuevas formas
de agresión contra la dignidad del ser humano, a
la vez que se va delineando y consolidando una
nueva situación cultural, que confiere a los
atentados contra la vida un aspecto inédito y
--podría decirse-- aún más inicuo ocasionando
ulteriores y graves preocupaciones: amplios
sectores de la opinión pública justifican
algunos atentados contra la vida en nombre de los
derechos de la libertad individual, y sobre este
presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino
incluso la autorización por parte del Estado,
con el fin de practicarlos con absoluta libertad
y además con la intervención gratuita de las
estructuras sanitarias" (El Evangelio
de la Vida, núm. 4).
El Papa aquí nos dice que la nueva forma que ha
asumido la "cultura" de la muerte es
inédita (es decir, nueva, no tiene precedentes
en la historia) y aún más inicua (es decir,
peor que antes). Ello se debe, explica el Santo
Padre, a que el progreso científico y
tecnológico de los últimos tiempos, que por una
parte es una bendición de Dios por todo el bien
que hace, por otra, sin embargo, en manos de
gente mala, ha sido utilizado para hacer el mal y
para hacerlo a gran escala, como nunca antes.
Pero ello no es lo peor. Juan Pablo II explica
que lo inédito, lo nuevo, de esta
"cultura" de la muerte, es el hecho de
que gran parte de la sociedad la justifica en
nombre de una falsa libertad individual y que
incluso ha logrado, en muchos países, que el
gobierno la legalice y que un gran sector de la
comunidad médica la practique.
El aborto, la eutanasia y la manipulación de
embriones son los ejemplos más tristes de esta
situación que describe el Papa. Ya no se trata
principalmente de una matanza de seres inocentes
por medio de guerras y atropellos bélicos, sino
de una silenciosa y sutil, pero más aún nefasta
destrucción de la vida humana, que cuenta
incluso con la aprobación de un gran sector de
la sociedad, con el amparo de la ley y que es
perpetrada precisamente por algunos de aquellos
que se supone sean los primeros defensores de la
vida: los médicos y otros profesionales de la
salud.
Eugenesia y "cultura" de la
muerte
Decíamos que la "cultura" de la muerte
se caracteriza por formas de atacar la vida
humana inocente e indefensa por parte de los
fuertes y poderosos. Ello nos lleva precisamente
a una de las características fundamentales de la
mentalidad de la "cultura" de la
muerte: la eugenesia.
La eugenesia es la reproducción planificada y
sistemática de los seres humanos de forma tal
que se reproduzcan los que son "superiores"
y que no se reproduzcan o que se eliminen los "inferiores".
Esta definición de eugenesia es la que se
desprende del pensamiento y del activismo de sus
proponentes, que en breves momentos examinaremos.
Pero antes de entrar en ello quiero señalar un
par de cosas que me parecen muy importantes:
La primera es bien sencilla y evidente. Es el
hecho de que la definición de superioridad e
inferioridad de la eugenesia queda en manos de
los que precisamente fomentan esta
"cultura" de la muerte. En mi opinión,
en el año 1922, tuvo lugar un hecho
importantísimo que contribuyó sobremanera a la
formación de la actual "cultura" de la
muerte. Lamentablemente, pienso que a este hecho
no se le ha dado la debida importancia. Me
refiero a la publicación, en Alemania, del libro
titulado Die Freigabe der Vernichtung
Lebensumwertern Lebens ("La
exoneración de la destrucción de la vida
carente de valor"), del psiquiatra Alfred
Hoche y del jurista Karl Binding. La idea de que
existen personas cuyas vidas "carecen de
valor" -por causa de enfermedad,
limitaciones físicas o mentales, sufrimiento,
vejez, etc.- influyó en los programas
eutanásicos y de eliminación de los judíos y
de otras personas por parte de los nazis.
Obsérvese que hemos dicho que la idea de que la
vida de algunos seres humanos carece de valor
influyó en los programas de los nazis y no al
revés. Las ideas tienen consecuencias. Y las
malas ideas tienen consecuencias funestísimas.
Estos intelectuales alemanes, personas en
posiciones de poder, definieron quiénes
merecían vivir y quiénes no. Luego, otros se
encargaron de llevar su diabólica mentalidad a
la práctica. Lo mismo está sucediendo hoy.
La segunda cosa que quiero señalar es que la
mentalidad eugenésica no es simplemente una idea
más en el arsenal de la "cultura" de
la muerte. Por el contrario, la eugenesia engloba
esta "cultura". Es una de sus
motivaciones principales, la otra es el
hedonismo, es decir, el culto al placer. La
tentación del diablo que ocasionó el pecado
original fue la famosa frase de la serpiente a
Adán y Eva: "¡Seréis como
dioses!" (Génesis 3:5). Y la manera
más poderosa de ser como dioses, es decir, de
dominar a los demás, es controlando la fuente de
la vida y por supuesto, la muerte. Margaret
Sanger, la fundadora de Paternidad Planificada,
la filial en Estados Unidos de la Federación
Internacional de Planificación de la Familia
(IPPF, por sus siglas en inglés), la
organización que más promueve el aborto en todo
el mundo, dijo lo siguiente: "Más hijos
para los capacitados; menos hijos para los
incapacitados, ésa es la esencia del control de
la natalidad" (The Birth Control
Review, mayo de 1919).
Muchas veces nosotros los provida hemos
denunciado las falsedades del control
demográfico. Hemos refutado el mito de la
"sobrepoblación". Hemos alertado sobre
la mentalidad imperialista presente en los
programas controlistas que el primer mundo le
quiere imponer a América Latina a base de
condicionamientos y presiones económicas. Pero
no podemos olvidar que en la base de todo ello
hay una mentalidad eugenésica, que es una
mentalidad de dominación, del ejercicio absoluto
del poder sobre los débiles, inocentes e
indefensos. Es la mentalidad provocada por el
pecado de querer ser como dioses, del pecado de
la soberbia, el padre de todos los pecados.
Breve resumen histórico de la
"cultura" de la muerte
Se pudiera decir que la "cultura"
moderna de la muerte comenzó a finales del siglo
XVIII con la publicación del libro Essay on
the Principle of Population ("Ensayo
sobre el principio de la población") de
Thomas Robert Malthus (Jacqueline Kasun, The
War Against Population. The Economics and
Ideology of Population Control, San
Francisco: Ignatius Press, 1988, p. 26). En esa
obra, el autor, profesor de economía política,
sostuvo la errónea teoría de que había que
controlar el crecimiento de la población,
especialmente de "las clases inferiores
de la sociedad", ya que el mismo era
mayor que la producción de los alimentos.
Malthus creía que si se les negaba a los pobres
la ayuda económica, tanto pública como privada,
éstos "se darían cuenta" de
las "ventajas" de limitar sus
familias de acuerdo con sus ingresos (Ibíd.,
157). Aquí, evidentemente vemos la mentalidad
eugenésica, que luego repercutió en la Alemania
Nazi y en Margaret Sanger.
De hecho, Margaret Sanger, cuya nefasta
influencia se dejó sentir en la primera mitad
del siglo XX, publicó, precisamente en 1922, un
libro titulado The Pivot of Civilization
("El pívot de la civilización"), por
medio del cual divulgó las ideas eugenésicas.
El siguiente pasaje de este libro revela con toda
claridad el carácter eugenésico de la
ideología de Sanger y constituye un eco perfecto
del pensamiento de Malthus: "La caridad
organizada es el síntoma más seguro de que
nuestra sociedad ha criado y continúa criando,
perpetuando y aumentando cada vez más el número
de defectuosos, delincuentes y dependientes. La
atención que se les da a las mujeres pobres es
la filantropía más dañina e insidiosa. El
crecimiento de la clase obrera debería ser
regulado, puesto que son imbéciles benignos, que
estimulan a los elementos defectuosos y enfermos
de la humanidad para que sean más
irresponsables, se extiendan y se reproduzcan.
Debemos eliminar los yerbajos humanos, aislar a
los idiotas, los desajustados y los que no
sirven, y esterilizar a la raza genéticamente
inferior" (The Pivot of Civilization,
New York: Brentano's, 1922, p. 108).
Lógicamente la eugenesia de Sanger la llevó al
racismo. La siguiente cita lo demuestra
fehacientemente: "No queremos que nadie
se entere de que queremos eliminar a la
población negra y el ministro religioso es el
hombre que puede aclarar esa idea, si alguna vez
se le ocurre al más rebelde de sus
miembros" (citado en Madeline Gray,
Margaret Sanger: A Biography, Nueva York: Marek,
1979, 326).
Lo peor de todo es que esta mentalidad
eugenésica condujo a Sanger a apoyar la
eliminación de aquellas vidas humanas
consideradas un "estorbo". Las
siguientes palabras de Sanger, tomadas de otra
obra suya, son terribles y demuestran la
patética conclusión a la que lleva la
eugenesia: "Lo más misericordioso que
una familia numerosa puede hacer con uno de sus
miembros más pequeños es matarlo" (Women
and the New Race Nueva York: Brentano's, 1920.
Reimpr. : Geo. W. Halter, 1928, p. 67).
En 1916, en la Ciudad de Nueva York, Sanger
fundó la primera clínica para el control de la
natalidad, precisamente para llevar a la
práctica sus ideas eugenésicas. También fundó
la Liga para el Control de la Natalidad y la
Revista para el Control de la Natalidad (Birth
Control Review). Varios promotores de la
eugenesia, de la "supremacía
blanca" y de ideas nazistas escribieron
artículos en su revista (George Grant, Grand
Illusions. The Legacy of Planned Parenthood, 3ra
edición, Higland Books, 1998, p. 39).
Sin embargo, con el correr del tiempo el mundo se
enteraría de los horrores del nazismo. Sanger
había estado vinculada al movimiento eugenésico
y había fomentado la anticoncepción, la
esterilización y el aborto. Tenía problemas con
la ley, que en aquel entonces prohibía estas
cosas. Entonces le cambió el nombre a su
organización. En 1942, surgió Planned
Parenthood Federation of America
--Paternidad Planificada de Estados Unidos
(Ibíd., 75-76). Pronto surgieron filiales en
otros países y en 1952 los líderes de estas
filiales fundaron la IPPF (IPPF/WHR, "The
First Forty Years," Forum, vol. 10, junio de
1994, p. 36-41). Hoy en día la IPPF cuenta con
asociaciones miembros en casi todos los países,
incluyendo los de América Hispana, en México,
su filial se llama MEXFAM.
He aquí, pues, un resumen de la
"cultura" de la muerte y de uno de sus
ejes: la eugenesia. A continuación veremos cómo
esta mentalidad asume formas y estrategias
concretas en algunos de los principales ataques
contra la vida que pasaremos a examinar.
Reproducción sin sexualidad y
manipulación de embriones
Hemos dicho que la eugenesia es una mentalidad
que propicia la dominación de las fuentes de la
vida. Dios nos creó a imagen y semejanza suya y
nos mandó llenar la tierra y dominarla (cf.
Génesis 1:27-28). Pero, por efecto del pecado,
ese dominio legítimo de la naturaleza se
convirtió en dominación desmedida, no sólo de
la naturaleza, sino de la propia persona humana y
de su capacidad procreadora.
Ello se manifiesta de forma patente en las
técnicas de fecundación in vitro
(FIVET). La FIVET consiste en la obtención de
óvulos y espermatozoides que luego se colocan en
una caja de Petri, que es un medio de cultivo,
para que la concepción ocurra in vitro, es
decir, en el laboratorio, fuera de la madre.
De esta forma se esquiva el acto conyugal y se
busca la procreación fuera de él. La Iglesia
enseña que para que una técnica de
reproducción asistida sea legítima tiene que
constituir una ayuda, no una sustitución, del
acto conyugal. La FIVET es evidentemente una
sustitución del acto conyugal. Para más
información, véase el documento que la
Congregación para la Doctrina de la Fe publicó
en 1987 y que se titula "Instrucción
Donum vitae sobre el respeto de la vida naciente
y la dignidad de la procreación".
Pero la inmoralidad de la FIVET no sólo estriba
en ser una sustitución del acto conyugal, sino
que también consiste en el homicidio de seres
humanos inocentes, ya que se presta para la
destrucción de innumerables embriones humanos.
La eficacia de la FIVET en producir nacimientos
vivos es tan baja, que los especialistas en estas
técnicas intentan fecundar y transferir a la
madre de 4 a 6 embriones a la vez con el objeto
de producir un nacimiento vivo. Pero
evidentemente aquí estamos frente a la
destrucción de varios seres humanos para que
nazca uno. Los embriones de "baja
calidad" son desechados o simplemente
no sobreviven.
Eso no es todo. La FIVET se utiliza también para
producir embriones para luego experimentar con
ellos. El presunto objeto de ello es descubrir
las causas de las enfermedades hereditarias y
procurar su cura.
Pero esto constituye una falta de respeto a la
vida de un ser humano pequeñito e indefenso.
Tenemos que darnos cuenta de que no se debe nunca
utilizar a unos seres humanos para curar a otros.
Cada ser humano es un fin en sí mismo, es decir,
un valor absoluto en sí mismo, y no un mero
medio o instrumento para beneficio de otros. De
lo contrario estaremos rebajando al ser humano a
la categoría de cosa, en vez de reconocerlo como
persona.
Estamos aquí ante el enfrentamiento entre una
falsa "ética" de la "calidad"
de la vida humana y una verdadera ética de la
dignidad de la vida humana. La "ética"
de la "calidad" de la vida
humana propone que los seres humanos valen tanto
en cuanto su vida tenga "calidad".
Esa "calidad" se mide en
términos de utilidad. Si esa persona es útil
para otros o es "deseada" por
esos otros, entonces, y sólo entonces, tiene
valor. Evidentemente esta "ética"
aberrante coincide plenamente con la eugenesia y
es la base que justifica todo tipo de atropellos
de los fuertes contra los débiles: aborto,
control demográfico, manipulación de embriones,
eutanasia, etc.
La ética de la dignidad de la vida humana
proclama en cambio que toda persona humana tiene
un valor, o mejor dicho, es un valor intrínseco
y absoluto, es decir, que la persona humana vale
por el mero hecho de ser persona, y no por la
posesión de ciertas cualidades: salud, dinero,
posición social, edad, etc. La persona humana
posee ese valor por la presencia en ella del alma
inmortal, cuya existencia es demostrable por la
razón, sin ayuda de la fe. Aunque, claro, la fe
nos ayuda a esclarecer con más fuerza todavía
la dignidad de toda persona humana. Hemos sido
creados a imagen y semejanza de Dios (cf.
Génesis 1:27) y redimidos por Cristo (cf. Juan
3:16).
No es que la calidad de la vida humana no sea
importante. Claro que lo es. Pero la calidad de
la vida humana no puede erigirse como el
fundamento del valor de la vida humana. Una vez
que hemos afirmado el valor o dignidad
intrínseca de toda vida humana como el
fundamento de la moral, entonces podemos abordar,
con equilibrio y sensatez, el tema de la calidad
de la vida humana.
La FIVET también se presta para una especie de
manipulación de embriones que se llama
clonación. El documento de la Congregación de
la Doctrina de la Fe, Donum vitae, que
cité hace unos momentos, se refiere a la
clonación y otras manipulaciones embrionarias en
los siguientes términos:
"Las técnicas de fecundación in vitro
pueden hacer posibles otras formas de
manipulación biológica o genética de embriones
humanos, como son: los intentos y proyectos de
fecundación entre gametos humanos y animales y
la gestación de embriones humanos en útero de
animales; y la hipótesis y el proyecto de
construcción de úteros artificiales para el
embrión humano. Estos procedimientos son
contrarios a la dignidad del ser humano propia
del embrión y, al mismo tiempo, lesionan el
derecho de la persona a ser concebida y a nacer
en el matrimonio y del matrimonio. También los
intentos y las hipótesis de obtener un ser
humano sin conexión alguna con la sexualidad
mediante 'fisión gemelar', clonación,
partenogénesis, deben ser considerados
contrarios a la moral en cuanto que están en
contraste con la dignidad tanto de la
procreación humana como de la unión conyugal.
"La misma congelación de embriones, aunque
se realice para mantener en vida al embrión
-crioconservación-, constituye una ofensa al
respeto debido a los seres humanos, por cuanto
les expone a graves riesgos de muerte o de daño
a la integridad física, les priva al menos
temporalmente de la acogida y de la gestación
materna y les pone en una situación susceptible
de nuevas lesiones y manipulaciones.
"Algunos intentos de intervenir sobre el
patrimonio cromosómico y genético no son
terapéuticos, sino que miran a la producción de
seres humanos seleccionados en cuanto al sexo o a
otras cualidades prefijadas. Estas manipulaciones
son contrarias a la dignidad personal del ser
humano, a su integridad y a su identidad. No
pueden justificarse de modo alguno a causa de
posibles consecuencias beneficiosas para la
humanidad futura. Cada persona merece respeto por
sí misma: en esto consiste la dignidad y el
derecho del ser humano desde su inicio"
(Donum vitae, Parte I, no. 6).
En el caso de la clonación, ésta "se
efectúa tomando un óvulo, sacándole su núcleo
y reemplazándolo con un núcleo de una célula
somática, es decir, con un núcleo que contiene
23 pares de cromosomas. La célula resultante de
la primera etapa de un clon es un cigoto. Como se
puede ver, la clonación evita la reproducción
sexual e inyecta directamente un núcleo
somático dentro del óvulo, sin necesidad del
espermatozoide" (Padre Alfred Cioffi,
"Clonación humana: ¿reproductiva o
terapéutica?", Boletín Electrónico de VHI, 26 de
marzo del 2002, vol. 5, no. 15).
La estrategia que utilizan los que promueven la
clonación consiste primeramente en disfrazarla
con un manto de bondad, diciendo que es para
curar enfermedades, como el Alzheimer.. Más
concretamente, están utilizando la estrategia de
establecer, como si fuese verdadera, una falsa
distinción moral entre la clonación llamada "reproductiva"
y la clonación llamada "terapéutica".
A continuación voy a citar varios párrafos de
un artículo que se publicó en el número del 26
de marzo del 2002 del Boletín Electrónico de VHI,
disponible en elportal. Su autor es el Padre
Alfred Cioffi, doctor en teología moral,
especialista en bioética y que actualmente está
realizando estudios doctorales en genética en
Boston:
"Actualmente, algunos científicos y
políticos están tratando de establecer una
distinción entre la clonación 'reproductiva' y
la clonación 'terapéutica'. En la clonación
reproductiva, el cigoto se implanta en la matriz
de la mujer y le permiten desarrollarse a través
de todo el embarazo, dando como resultado el
nacimiento de un bebé. En la clonación
terapéutica, el cigoto se mantiene en una cajita
de Petri, en el laboratorio, y sólo se le
permite crecer hasta la etapa de la blástula (de
una a dos semanas), y después es desmembrado
para obtener sus células madres (stem cells).
"La distinción entre estos dos tipos de
clonación es una distinción biotécnica, pero
no moral. Ambas son una crasa manipulación de la
dignidad intrínseca de todo ser humano. La
Iglesia Católica se opone vigorosamente a ambos
tipos de clonación, aunque de cierta forma la
clonación terapéutica es aún más cruenta, ya
que en ella se crea una vida humana sólo para
destruirla y sacarle sus células madres.
"La gran mayoría de la gente se opone a la
clonación reproductiva, ya que es tan repulsiva,
pues le niega al niño un padre, y convierie a la
madre en su hermana gemela. Sin embargo, algunas
personas están cayendo en la trampa de pensar
que la clonación terapéutica sí es buena,
porque ayudaría a curar enfermedades. Pero el
error de este argumento reside en que el embrión
humano es destruido para obtener sus células
madres. Nunca se debe permitir la matanza de
seres humanos inocentes, aún cuando fuera por
una noble causa, como la de tratar de curar
graves enfermedades."
El Padre Cioffi señala en su artículo que,
aparte de la gravedad de la clonación, su uso es
innecesario, pues existen otras alternativas que
sí son aceptables, desde el punto de vista
moral, para ayudar en la búsqueda de la cura de
ciertas enfermedades. "Afortunadamente,
Dios nos ha provisto de alternativas a la
clonación humana y a la investigación de
células madres embrionarias. Las células madres
que se obtienen de tejidos adultos, e incluso del
cordón umbilical o de la placenta, tienen el
potencial de suministrar tejido nuevo para el uso
terapéutico, sin la destrucción de vida humana.
La Iglesia Católica no se opone a este tipo de
investigación, siempre y cuando se haya obtenido
el consentimiento apropiado."
Vemos así cómo la fe y la ciencia no se
contradicen. Ambas son dones de Dios que tenemos
que desarrollar correctamente. Cuando algunos
científicos se dejan llevar por intereses
creados, entonces utilizan la ciencia no para
beneficio del ser humano, sino en contra de su
dignidad. He ahí el mal uso de la tecnología.
Observemos que la maldad de estas técnicas no
radica en el hecho de que son artificiales (¡hay
muchas cosas artificiales que son buenas!), sino
en el hecho de que son utilizadas en contra de la
dignidad humana.
Precisamente otro engaño de los que promueven la
clonación es la de hacerle creer a la gente de
que los que se oponen a ella son
"religiosos fundamentalistas"
enemigos del "progreso científico"
y que los que están a favor son "avanzados".
Los medios de comunicación seculares han sido
cómplices de esta mentira.
La "anticoncepción de
emergencia", aborto disfrazado de
anticoncepción
Precisamente MEXFAM, la filial de la IPPF en
México, es una de las organizaciones que más
promueve esta forma de aborto en el mundo
hispano. Para este tema, del cual sólo
presentaré a continuación un resumen, quisiera
remitirles a la información que Vida Humana
Internacional tiene en su página web e impresa,
especialmente el artículo "La
'anticoncepción de emergencia': nuevo engaño
del movimiento antivida".
La "anticoncepción de emergencia"
(AE) se refiere al uso de píldoras
anticonceptivas o del dispositivo intrauterino
cierto tiempo después de un acto sexual, en el
que no se usaron anticonceptivos, con el objeto
de impedir el embarazo. Pero en realidad el uso
de estos anticonceptivos, en caso de que haya
habido una concepción, produce un aborto, por
cuanto actúan impidiendo la implantación del
óvulo fecundado, es decir, del nuevo ser humano,
en el útero de su madre.
Los que promueven la AE niegan que ésta sea
abortiva. La razón de ello es que este método
se promueve mucho en los países donde el aborto
no es legal, como en la mayoría de los países
de América Hispana. En Estados Unidos y en otros
países donde el aborto sí es legal, la AE se
promueve porque la idea del aborto sigue siendo
repugnante para mucha gente.
¿Cómo es entonces que las organizaciones de la
"cultura" de la muerte engañan a la
gente en relación con la AE? Organizaciones como
la IPPF, la ONU y otras alegan que la AE no es
abortiva porque, según ellas, el embarazo no
comienza sino hasta la implantación. Como el
aborto es la interrupción del embarazo que
resulta en la muerte del feto y como la AE actúa
antes de la implantación, estas organizaciones
dicen que ello no es aborto, sino sólo
anticoncepción.
Dejando de lado el tema de que la anticoncepción
es gravemente inmoral y dañina para la mujer,
estamos aquí frente a otro engaño del
movimiento antivida. Se trata de una
manipulación de las palabras para cambiar la
percepción de la realidad. Se llame o no aborto,
el impedir que un ser humano se implante en el
útero y luego sea expulsado de él, no es otra
cosa que matarlo. Es un hecho incontrovertible,
atestiguado en todos los principales diccionarios
de medicina de la actualidad que la vida del ser
humano comienza en la concepción, no en la
implantación. En el artículo que ya señalamos,
tenemos un listado parcial de estos diccionarios
médicos, así como abundantes citas de expertos
en farmacología y en embriología que afirman lo
mismo. Estos expertos también afirman que la
palabra "aborto" es el
término adecuado para referirse a toda acción
realizada desde la concepción hasta el término
del embarazo que cause la destrucción del
embrión o del feto.
La eutanasia, los que matan en nombre de
la "piedad"
Finalmente, terminaré esta exposición con unas
breves palabras sobre la eutanasia. No pretendo
cubrir aquí este vasto tema. Me limito sólo a
algunas observaciones importantes. Para más
información los remito a los artículos que hay
en el portal de VHI.
Primero que todo quisiera señalar que el
principal y más reciente documento de la Iglesia
sobre este tema es la Declaración sobre la
eutanasia de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, publicada el 5 de mayo de 1980. Lo
tenemos en la página web de VHI en la
sección de documentos de la Iglesia. Este
documento tiene un valor no sólo
específicamente cristiano, sino también humano,
porque sus argumentos apelan a la razón y a la
ciencia. Demuestra una vez más que, siendo Dios
el autor de la fe y de la razón, no puede haber
verdadera contradicción entre ambas.
El documento define la eutanasia como cualquier
acción que de suyo o en la intención cause la
muerte con el objeto de presuntamente eliminar
los últimos sufrimientos. Por consiguiente, la
eutanasia es matar directamente, es un homicidio,
un crimen. Nunca está justificada. Lo que
especifica este tipo de homicidios es que se
realiza para eliminar los sufrimientos del
paciente. Por ello es que se le ha llamado
eufemísticamente "muerte por
piedad".
No debemos dejarnos engañar tampoco por
términos como "eutanasia pasiva"
o "activa", etc. Estos
términos son válidos en cuanto denotan las
distintas maneras en que este crimen se comete.
Pero la calificación moral del acto en sí es la
misma: es un crimen contra la humanidad. El "suicidio
asistido" es un tipo de eutanasia y
está claramente descrito y condenado en el
documento que ya señalé, si bien no con ese
término.
La eutanasia es una amenaza creciente en países
como Holanda y Estados Unidos. En este último,
el "suicidio asistido" ha sido
aprobado desde hace algunos años en el Estado de
Oregon. No nos extraña que en ese Estado, como
en Holanda, desde que este crimen fue aprobado,
los casos de "suicidio asistido"
han aumentado considerablemente. Con la eutanasia
ocurre lo mismo que con el aborto: una vez que se
legaliza, aumenta paulatinamente hasta
convertirse en una especie de epidemia.
El argumento en la base de la ideología a favor
de la eutanasia es el mismo que en el del aborto:
"Yo soy dueño de mi cuerpo". Pero
en el caso de la eutanasia, este argumento cobra
más fuerza, porque en este caso no hay un ser
dentro de otro, como es el caso de una mujer
embarazada, sino que se trata de una sola persona
que quiere matarse o que la maten, para evitarse
los sufrimientos. ¿Cómo se contesta este
argumento?
La respuesta a este argumento es la misma que
dimos al principio: la dignidad intrínseca y
absoluta de toda persona humana. La dignidad
humana nunca se pierde, ni por enfermedad, ni por
pobreza, ni por nada. Ahora bien, como cada
persona tiene esa dignidad, ese valor no debe
destruirse, porque lo que vale no se destruye.
El argumento en favor de la eutanasia que dice
que una persona tiene el "derecho" a
matarse (o a pedir que la maten), porque ella es
la que lo ha decidido, es un argumento circular y
por tanto falaz. El argumento está diciendo que
algo se puede hacer porque la persona que lo
quiere hacer decide que quiere hacerlo. Pero ello
es lo mismo que decir que una acción es buena
porque yo decido que es buena. En otras palabras,
la voluntad de la persona se ha convertido en la
fuente de lo que está bien y de lo que está
mal. Este argumento es el mismo que el diablo
(simbolizado por la serpiente) le presentó a
Adán y a Eva: "¡Seréis como
dioses!" El ser humano se convierte en
el arbitro del bien y del mal.
La falsa "solución" de la
eutanasia no es como la pintan sus promotores.
Para ellos es un asunto que concierne únicamente
a la decisión del paciente o a los que deciden
por él, en caso de incompetencia mental. Pero un
paciente terminal en la mayoría de los casos
está tan afectado psicológicamente que su
petición de muerte es en realidad una petición
de ayuda. Sin embargo, los que lo rodean, cuando
están a favor de la eutanasia, no están en
realidad queriéndole ayudar en su sufrimiento,
sino que quieren eliminar al paciente para
eliminar el sufrimiento de ellos. Quieren
quitarse la "carga" de encima.
Una vez más vemos cómo la falsa "ética"
de la "calidad" de la vida
humana, tan a fin a la eugenesia, se hace
presente, esta vez al final de la vida.
La respuesta provida sigue siendo la misma: la
dignidad intrínseca de toda persona humana, no
importa cuán enferma esté o cuán "improductiva"
sea. Si de verdad amamos a nuestro prójimo, lo
cuidaremos y mitigaremos sus dolores hasta que la
muerte le llegue. Nos solidarizaremos con él y
no permitiremos que la desesperación le
embargue.
La medicina moderna ha desarrollado fármacos y
tratamientos (incluyendo los psiquiátricos) para
el dolor, llamados en su conjunto, medicina
paliativa, que permiten aliviar y reconfortar al
paciente. El enfermo entonces recobra la
serenidad y está más preparado para enfrentarse
con esperanza al final de su vida. La medicina
paliativa se utiliza en el movimiento de los
hospicicios. Cuando los hospicios funcionan como
es debido, constituyen una auténtica alternativa
provida a la eutanasia.
Los promotores de la eutanasia astutamente
plantean un cuadro de dos extremos: o le
aplicamos la eutanasia al enfermo o sufrirá
irremediablemente hasta que muera. En este
contexto, y muchas veces a propósito, acusan a
las personas provida de querer prolongar la vida
del paciente por todos los medios posibles.
Entonces se proclaman a ellos mismos como los "compasivos",
que vienen a ofrecer la eutanasia para que el
enfermo "no sufra más". En
realidad vienen a eliminar el dolor por medio de
la eliminación del doliente, así como los
controlistas vienen a eliminar la pobreza
eliminando a los pobres.
Pero los provida no caemos en ninguno de esos dos
extremos. La Iglesia y la recta razón nos
enseñan que no estamos obligados a utilizar
medios que son inútiles para conservar la vida
del paciente o que constituyen sufrimientos
graves que son mayores que los beneficios. No
siempre es fácil determinar cuándo se están
utilizando esos medios, llamados
desproporcionados. Pero con la ayuda de Dios y de
la ciencia médica que Él nos ha dado lo podemos
lograr. Siempre estamos obligados a utilizar los
medios normales para conservar la vida, intentar
curar al paciente o, si no se puede, al menos
mantenerlo alimentado (por medios artificiales o
naturales), limpio y confortable. De manera que
hay una vía media entre los dos extremos de la
eutanasia y del encarnizamiento terapéutico (el
uso de medios desproporcionados).
Y para terminar, quisiera reproducirles el
siguiente testimonio de Magaly Llaguno, directora
ejecutiva de la organización Vida Humana
Internacional. Estoy seguro de que las
palabras de esta valiente y experimentada
defensora de la vida les conmoverá a todos:
"Como enferma de cáncer que soy, quiero
hablarles de mis experiencias. A juzgar por mis
propios sentimientos y los de otros enfermos con
quienes he tenido contacto, puedo decirles que la
depresión es algo muy común entre las personas
gravemente enfermas. Inclusive, mucha de la
quimioterapia que recibimos los enfermos de
cáncer causa depresión. Sin embargo, los que
tenemos enfermedades terminales no necesitamos
que alguien nos "ayude" a cometer
suicidio - lo cual por cierto implica el que la
persona que nos "ayude" a suicidarnos
cometa un asesinato. Esta es una propuesta cruel,
inhumana y simplista. Si a un enfermo le planteen
esta falsa solución él o ella comenzará a
sentir que le consideran una pesada carga para
sus familiares y para la sociedad. Inclusive, si
la idea del suicidio no ha pasado por su mente
anteriormente, quizás sí se le ocurra ahora y
se sienta obligado a morir porque le consideran
una carga. Puesto que todos necesitamos una
actitud positiva para que nuestro sistema
inmunológico funcione bien y para que nuestro
cuerpo sane o al menos la salud mejore, una
actitud negativa y promuerte en los que nos
rodean, sólo nos hará daño.
"Hay evidencias científicas de que el amor
y el apoyo de los demás ayudan a lograr la
sanación. Los estudios realizados muestran
grandes diferencias con respecto al tiempo que
sobreviven las personas gravemente enfermas que
reciben amor y apoyo, y las que no los reciben.
Uno de los estudios, realizado en la Universidad
de Tejas, les preguntó a los pacientes si
participaban regularmente en un grupo de apoyo,
como por ejemplo asistiendo a una iglesia, y si
esa participación les proporcionaba fuerzas y
consuelo. Seis meses después del tratamiento,
los que contestaron que no a ambas preguntas
tuvieron siete veces más probabilidades de morir
que los otros (Cancer Recovery Today, boletín de
la organización Cancer Recovery Foundation of
America) .
"Otro estudio de la Universidad de Los
Angeles (UCLA) realizado con grupos de apoyo,
investigó a personas a quienes se les practicó
una cirugía debido al cáncer melanoma. Después
de dicha cirugía algunas de las personas
participaron en grupos de apoyo por sólo seis
semanas, mientras el resto simplemente se fue a
su casa. Cinco años después los investigadores
encontraron que entre los que no participaron en
ningún grupo de apoyo hubo tres veces más
muertes y dos veces más metástasis que entre
los que lo hicieron (Ibíd.). Verdaderamente, el
amor y el apoyo de otras personas constituyen una
necesidad básica para los enfermos. El no
obtenerlos es dañino; cuánto más dañino será
el ofrecerle a una persona enferma la eutanasia o
el suicidio asistido. Los enfermos necesitamos
una verdadera compasión, no la falsa compasión
que ofrecen los promotores de la eutanasia y el
suicidio asistido.
"Necesitamos alguien que nos escuche, que
nos dirija una palabra de apoyo; pero más que
nada, necesitamos el amor y la compasión de los
que nos rodean. Cuando no hay familiares ni
amistades que puedan llenar esas necesidades,
deben hacerlo los profesionales de la medicina.
¡Los médicos y las enfermeras se entrenan para
curar a los pacientes, no para matarlos o
ayudarlos a suicidarse! Si ocurre lo contrario,
habremos vuelto a los crueles tiempos paganos en
que los pacientes no sabían si el doctor les
visitaba para curarles o para matarles mediante
la eutanasia. También necesitamos médicos que
estén bien informados sobre los múltiples
fármacos paliativos que están disponibles para
aliviar el dolor, los cuales tienen la capacidad
de eliminar casi todo el sufrimiento físico.
"En lo que concierne a enfrentar el dolor y
la muerte, los enfermos graves tenemos el recurso
a la oración, la mayor fuente de fortaleza y
consolación que existe. Es precisamente esa
fortaleza que recibimos de Dios en la oración,
lo que nos permite soportarlo todo y aceptar Su
Santa Voluntad, sea cual sea."
Adolfo J. Castañeda (VHI)
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